Los lectores del nuevo número de la revista TURIA, que se distribuye este mes de junio, podrán disfrutar de entrevistas exclusivas y a fondo con dos de los autores más valiosos y singulares del panorama literario europeo: Gonçalo M. Tavares y Francisco Ferrer Lerín. Ambas conversaciones permiten, no sólo conocerlos mejor, sino descubrir sus opiniones sobre un amplio repertorio de asuntos de interés. Y es que Tavares, con un total de 39 títulos traducidos en 50 países se ha convertido en el autor portugués más internacional y es ya esencial en cualquier balance de las letras actuales. Por su parte, el escritor y ornitólogo Ferrer Lerín ha conseguido trascender su legendaria etiqueta de “raro” y su original obra obtiene ya los parabienes de la crítica y de los lectores más exigentes.

 

Gonçalo M. Tavares y Francisco Ferrer Lerín son, sin duda, dos personalidades tan  seductoras como inclasificables. De ahí que convenga tener muy en cuenta lo que nos dicen sobre el tiempo que vivimos. En TURIA nos hablan, con absoluta libertad y solvencia, de sus respectivas obras y trayectorias. Y, sobre todo, con sus respuestas se ocupan también de abordar diversas cuestiones que nos afectan o interpelan.

 

Por ejemplo, con Tavares conversamos sobre la importancia que damos al presente o  nuestra relación con la tecnología o sobre la incomunicación cultural existente entre España y Portugal. Exploramos también su interés por Europa y su fascinación por Japón.  Además, en la entrevista se analiza la evolución de la sociedad actual, la lucha por la igualdad de las mujeres, la emergencia del nacionalpopulismo o las consecuencias de la crisis económica.

 

Francisco Ferrer Lerín combina la literatura con la ornitología, que ha ejercido durante décadas en el Pirineo aragonés. En la entrevista se repasan distintos episodios insólitos de su  vida y es que, por ejemplo, durante treinta y tres años no escribió nada pero desarrolló actividades que le suministrarían abundante material cuando retornó al mundo literario. También se conversa en torno a cuestiones como la vanidad, la supervivencia o el oficio de escribir y, en todos los casos, Ferrer Lerín siempre brinda las opiniones contundentes de quien ha conseguido hacer de su vida una obra de arte.

 

Por otra parte, y entre otros contenidos relevantes, el nuevo número de TURIA publica un relato inédito de Manuel Vilas titulado “Hostal Don Juan” y analiza, en un texto de Anna

 

 

 

 

 

 

María Iglesia, las claves del éxito arrollador de su novela Ordesa, que ha conseguido algo tan poco frecuente como la perfecta sintonía entre crítica y público lector.

 

GONÇALO M. TAVARES: “LA GRAN DISCRIMINACIÓN ES LA POBREZA”

 

Tiene razón Luis Sáez Delgado cuando, al inicio de su magnífica entrevista exclusiva que publica TURIA, nos dice: “A la hora de presentar a Gonçalo M. Tavares (Luanda, Angola, 1970) hay dos referencias que se han vuelto inevitables porque tienen la condición de profecía que se ha cumplido. La primera recuerda cómo José Saramago, cuando entregó en 2005 el premio que lleva su nombre a Jerusalén, dijo que “Gonçalo M. Tavares no tiene derecho a escribir tan bien con tan solo 35 años”. La segunda es de Enrique Vila-Matas, para quien el novelista portugués sería pronto “un escritor esencial en el horizonte de la literatura europea”.

 

Hoy, 39 libros después de que en 2001 iniciara su tarea creativa, Tavares es un escritor esencial en el horizonte de la literatura europea, sus libros se han traducido en 50 países y sigue escribiendo igual de bien que entonces.

 

La conversación con Tavares, por tanto, va mucho más allá de hablar de sus libros o su trayectoria. El escritor portugués tiene siempre otras preocupaciones sobre las que quiere tratar: del papel de la máquina al mundo de los creyentes,  de la lucha por la igualdad al Holocausto, de la fascinación por Japón o el interés por Europa. De todo ello se habla en la extensa e intensa entrevista que TURIA da a conocer en su nuevo número.

 

Tavares se ha interesado, por ejemplo, por la religión: “para mí es un gran misterio y, no siendo creyente, cuando estoy entre creyentes nunca me siento como alguien superior, por el contrario, entiendo que tienen algo que yo no tengo”.

 

Preguntado por un asunto tan central como la lucha por la igualdad de las mujeres y su presencia en su obra, Tavares lo tiene claro: “Es importante que el arte y la ficción no entren en una especie de cuotas de personajes masculinos, femeninos, negros, blancos. (…) Encuentro un asunto esencial cómo otorgar un espacio literario o artístico a las minorías, y ahí aparece la pobreza. La gran discriminación es la pobreza, de modo que si pensamos en una mujer pobre o en un hombre pobre, aunque se trate de un hombre blanco, sufre también una discriminación potencial, la pobreza es el gran universal de la discriminación”.

 

FRANCISCO FERRER LERÍN: “ES MENTIRA QUE HAYA POETAS MAGNÍFICOS DESCONOCIDOS”

 

Creador de una obra original, audaz y personalísima, en no pocas ocasiones las leyendas en torno a su biografía han generado prejuicios a la hora de enjuiciar su labor. Pero lo cierto es que los textos del escritor y ornitólogo Francisco Ferrer Lerín  (Barcelona, 1942) permiten todo menos la indiferencia. Radicado en la localidad oscense de Jaca, es protagonista ahora de una conversación sin desperdicio en las páginas del nuevo número de TURIA.

 

 

 

 

 

 

 

Francisco Ferrer Lerín, se muestra en la conversación que mantiene para TURIA con Fernando del Val tal cual es: como una persona que sólo lucha contra sí mismo.

 

Al final, y más allá de los vaivenes del gusto, Ferrer Lerín ha terminado por situarse como protagonista de una de las propuestas poéticas y narrativas más audaces de las letras españolas de las últimas décadas. Desbordando moldes y tópicos, Ferrer Lerín ha conseguido que los museos y las universidades le abrieran sus puertas, y también que las mejores editoriales publicaran sus libros. Incluso es Premio de la Crítica. Y es que, como escribe Fernando del Val, “el tiempo juega a favor de los adelantados”.

 

Ferrer Lerín muestra, en la entrevista que TURIA le dedica, todo un repertorio de opiniones contundentes. Por ejemplo, preguntado por su método al escribir, declara: “Puedo escribir sobre algo con un argumento inexistente. Donde no pasa nada. O sobre una nimiedad. Ahí está el embrujo. Escribir con argumento no tiene mérito. Además, es aburrido de leer y pesado de escribir”.

 

También asegura Ferrer Lerín que “es mentira aquello de que hay poetas magníficos desconocidos. El bueno, sale. Vivo o muerto”. A la pregunta de si la vanidad es peligrosa, nos dirá: “La vanidad, como la pedantería, es peligrosa en la medida en que te nubla la visión. Cuando uno está demasiado convencido de que lo que hace es muy superior a lo que practica el resto, arruina la distancia crítica, y la distancia crítica es necesaria para cuidar la calidad de la obra y, si es posible, mejorar o evolucionar”.

 

MANUEL VILAS INÉDITO Y LAS CLAVES DE “ORDESA”

 

El escritor Manuel Vilas, uno de los más relevantes de la literatura española actual, está presente por partida doble en el sumario del nuevo número de TURIA. En primer lugar, porque la revista publica un extenso texto inédito del autor oscense: “Hostal Don Juan”.  Y también porque la filóloga y periodista cultural Anna María Iglesia analiza en un artículo las claves de su libro más celebrado por la crítica y los lectores: la novela “Ordesa”, la obra quizá más personal y desgarradora de cuantas integran su producción narrativa.

 

Según Anna María Iglesia, el entusiasmo que ha sucitado “Ordesa” responde a “esa hambre de realidad que tienen los lectores de hoy, a esas ansias por leer y asistir a historias reales, a testimonios auténticos”. Y eso es lo que ofrece Vilas en su novela: “un  libro en el que su autor se desnuda, en el que lo cuenta todo y ese todo, además, no tiene que ver con los éxitos y los logros conseguidos a lo largo de la vida, sino con las debilidades, con las ausencias, con los errores, con los tropiezos, con las dificultades económicas, con el desamparo amoroso, con el duelo…”

 

Desde la perspectiva de Anna María Iglesia, “Ordesa” sería una novela en la que “en un en un ejercicio expiativo, el lector vea en el dolor, los errores y las tribulaciones del narrador de Ordesa las suyas, seguro de que esa verdad que se narra es la suya. Y es que no hay mayor verdad, al menos dentro de la literatura, de aquella de la irrealidad, de la ficción”. 

 

 

 

 

 

TURIA es, con 36 años de trayectoria y periodicidad cuatrimestral, una de las publicaciones culturales españolas más veteranas y reconocidas, por cuya labor obtuvo el Premio Nacional  al Fomento de la Lectura. Desde hace un lustro, además de su edición en papel, la revista TURIA tiene una versión digital a través de una atractiva web y de una página en Facebook que está obteniendo una muy favorable acogida.  

 

 

UN FRAGMENTO DE LA ENTREVISTA INÉDITA A FRANCISCO FERRER LERÍN

 

La revista TURIA publica una amplia y reveladora entrevista con el escritor y ornitólogo Francisco Ferrer Lerín. De ese material, tan interesante algunos lectores como quizá controvertido para otros, adelantamos hoy el siguiente fragmento inédito:

 

LOS SESENTA, BARCELONA Y EL SEXO

 

Los sesenta fueron un trueno poético. “Para sancionar el concepto generación ha de haber una confluencia de intereses y unas coincidencias de tipo social, que, sensu stricto, no se dieron”. Frente a la visión de Castellet, Ferrer Lerín aporta otra más coherente en la que figuran, además de él mismo, Félix de Azúa, Javier Marías, Pedro Gimferrer y Leopoldo María Panero. Con este último, y con Rinola Cornejo, tan presente en sus textos, acostumbraba a pasear las aceras. Que ella estuviera casada con un alemán no fue impedimento para que se ennoviasen. En verdad, ella se llamaba Ricarda Manuela Cornejo Botello. “Un ser increíble, nacido en Ayamonte. Engendró un hijo con Máximo Valverde en la Casa de los Pájaros de Sevilla, un edificio semiabandonado y colonizado por unos vencejos que acabaron con los mosquitos de Triana, y por parejas que iban a follar”. A Panero –a quien llamaban Panecillo, sin mofa- no le gustaba ella. “Era la encarnación de La Mujer, la mujer andaluza. Decía cosas sin orden ni concierto, pero con una gracia extraordinaria”. Ferrer Lerín se pasaba el día acariciándola el cutis, “finísimo”, lo único que le interesaba de su cuerpo. Su rebeldía de vez en cuando era impostada. Organizaba sesiones literarias en el barrio obrero de Ciudad Meridiana, y lo primero que hacía era desnudarse para disfrutar de mayor libertad. Todos sentados, con traje y corbata, y ella deambulando desnuda. “No tenía suficiente y, cuando nos íbamos, salía al rellano a despedirnos. Un número”. Después llegó Uta Lange. Cuenta en Familias... –ahora, traduciéndose en Estados Unidos- que la relación no funcionó debido a problemas anatómicos. “Mi pene es pequeño y estas mujeres de boca tan grande, y tan delgadas, poseen unas vulvas kilométricas. Allí es imposible actuar. Uno se pierde”. A ella le habían operado de un melanoma en el interior de un muslo y pretendía unas posturas kamasútricas que Lerín no satisfizo. “Llegó Javier Marías y se produjo el traspaso”.

- ¿Quiere esto decir que es un gimnasta o que portaba un pene mayor?

- Eso no lo sé. No pregunté. Pero se unieron. Él se quedó con ella y ella con él. Fue una cosa pactada, eran otros tiempos. Pasamos una temporada feliz los tres: Uta, Javier y yo.

De la generación, Pedro era el más dotado… intelectualmente. “El más erudito. Félix también tiene lo suyo, pero es que a Pedro le puedes preguntar por la página 27 de un libro publicado por un señor que pasa por la otra acera… y se la sabe. Su problema fue no pertenecer a nuestra clase. Todos habíamos ido a colegios determinantes –La Bonanova, San Ignacio…-, y él era un menestral. Hablaba en catalán, cosa que nosotros, como puse en Níquel, nunca.

 

 

 

 

 

- Estaba mal visto emplearlo.

- Sí. Recuerdo una noche en que Leopoldo María Panero me pidió que le acompañara al Drugstore del Paseo de Gracia donde se concentraban los chaperos. Un par de ellos, para diferenciarse, se pusieron a hablar en catalán y Leopoldo les afeó su actitud, diciéndoles si no sabían que hablar en catalán era de mala educación. Tuve que intervenir antes de que le propinaran una paliza. El caso es que Pedro se reacondicionó porque era muy listo. De hecho, la idea de los Novísimos es suya: Castellet no tenía ni idea de nada. Yo dejo Barcelona en el 68 y quedo fuera del libro, lo cual no me molesta en absoluto.

- Creo que puede jugar incluso a favor.

- Eso se ha dicho.

Llevaba cuatro años sin publicar y pasarán tres hasta la siguiente entrega. No se toma en serio la literatura: a diferencia de sus amigos, no se considera un autor. Sin embargo, la rivalidad en el ambiente es tal que lleva a Gimferrer a sacarle de la reedición de Mensaje del Tetrarca: mantiene las citas iniciales de Perse y Alonso de Ercilla, si bien elimina las que cierran el volumen: una de Poe y otra de Ferrer Lerín: “A lo mejor todo fue una broma / contempla las colinas”-.