SE TITULA “ECO MONTAÑÉS” Y FUE ESCRITO A LOS 15 AÑOS

La revista cultural TURIA, que distribuye este mes de noviembre un nuevo número de su edición en papel, da a conocer el que puede considerarse el primer cuento publicado por un jovencísimo Ramón J.  Sender. El relato se titula “Eco montañés” y apareció en el periódico madrileño “Los comentarios” el 27 de diciembre de 1916. Sender tenía entonces quince años y ya había publicado en la prensa aragonesa varios artículos de diversa naturaleza. De ahí que este rescate documental confirme la precocidad literaria del autor de títulos inolvidables de las letras españolas del siglo XX como “Crónica del alba” o “Réquiem por un campesino español”. Ahora TURIA, gracias a la labor del investigador Javier Barreiro, redescubre este texto perdido y lo analiza para los lectores de nuestros días.

En su estudio sobre las características y la singularidad del primer cuento publicado por  Sender,  Javier Barreiro llama la atención  “sobre la tan realista como convincente descripción de la siesta y el trabajo de los segadores en un tórrido verano, que el narrador sabe casi hacernos sentir físicamente. También, la fidelidad en la reproducción del diálogo, plagado de aragonesismos, especialmente, fonéticos, para los que el joven Sender demuestra un oído alerta. No es exactamente la lengua de su tierra del Cinca; tiene más similitudes con la de Tauste, donde había pasado unos meses de preadolescente pero, sobre todo, con la del bajo Jalón, que habría oído tantas veces en una Zaragoza, como la de la segunda década del siglo XX, abundosa en campesinos transeúntes, de compras, de visita o de chalaneo”.

Según Barreiro, en “Eco montañés”  resulta más socorrido “el argumento con su final tremendista –una de las líneas habituales de la narrativa corta de su época, que Sender debió leer profusamente en colecciones populares como El Cuento Semanal y Los Contemporáneos- tan patente en los ronquidos que se escapan de la garganta seccionada de la víctima. Un relato, en fin, que nada desmerece de otros publicados por escritores ya hechos en publicaciones consagradas”.

Sin duda, el cuento de Ramón J. Sender que TURIA da a conocer resulta sorprendentemente maduro. Además, Sender no volvería a publicar otro cuento -y no superior estéticamente- hasta casi tres años después (6 de julio 1919), cuando el también diario madrileño La Tribuna acogiese “Las brujas del  Compromiso”.

Al leer ahora este relato publicado por el escritor altoaragonés hace ya un siglo comprobaremos, una vez más, la razón que tenía Sender cuando aseguraba a su madre: “No te preocupes por mí. Con un kilo de cuartillas y un litro de tinta, sabré defenderme en cualquier parte”.   

Ramón J. Sender (Chalamera, Huesca, 1901- San Diego, Estados Unidos, 1982) fue desde siempre un gran lector y escritor. Ejerció también como periodista y hasta lo encontraremos como militar en dos ocasiones. Incansable propagandista republicano enganchado a todas las causas -y sus contrarias- posregeneracionista juvenil, anarquista después y para siempre, compañero de viaje de los comunistas de los que se separó violentamente, ilustre exiliado y, al fin, honesto ciudadano norteamericano socialdemócrata y leal con el gobierno de su nuevo país. Fue Sender, según la certera opinión del crítico Rafael Conte, “un escritor imparable que se comprometía en las causas a las que se acercaba, hosco, rebelde e indisciplinado, aunque todos hablan siempre sobre su honradez a toda prueba, su ternura y generosidad derrochadas con la que derramó su vida a manos llenas”.

La revista cultural TURIA, que ya le ha dedicado varios monográficos a su vida y obra, realiza ahora este redescubrimiento literario para disfrute de los buenos lectores. Porque Ramón J. Sender, aunque instalado actualmente en un relativo olvido por parte de la industria editorial, fue un escritor prolífico e insoslayable en cualquier balance cultural del siglo pasado. No en vano, algunos de sus más de cien libros publicados son merecedores de situarlo en la estela de los grandes narradores españoles de todos los tiempos. Sender se encontraría así entre esos nombres propios que, como Cervantes, Galdos o Baroja, se encuentran más allá de las modas. De ahí  que fomentar hoy la lectura de Ramón J. Sender resulte un necesario ejercicio de reivindicación de un escritor torrencial, intuitivo y comprometido.

TURIA es una publicación cuatrimestral, editada por el IET de la Diputación de Teruel, el Ayuntamiento de Teruel y el Gobierno de Aragón. Este nuevo número ha contado también con el patrocinio de la Diputación de Huesca y el mecenazgo de la empresa Aragonesa de Servicios Públicos.

 

UN FRAGMENTO DE “ECO MONTAÑÉS”

El cuento “Eco montañés” de Ramón J. Sender, que publicará el nuevo número de la revista TURIA, se inicia con el siguiente fragmento que reproducimos a continuación:

“El sol en el cenit resplandeciente y abrasador. Del rastrojo sale un vaho caldeado que adormece. Toñón frega unas torteras en el arroyuelo que serpentea cristalino. Cuando ha terminado su labor, se dirige con los utensilios hacia sus compañeros, que sestean a la sombra de un almendro. Bruno, con un pañuelo de cuadros sobre el rostro de bronce, y tumbado sobre el césped, aprovecha las horas de la siesta con enormes ronquidos. A su lado, una petaca y un panzudo botijo que refresca las gargantas labriegas en las horas estivales de calor insoportable. Toñón se sienta sobre la hierba. Frente al trigal de los segadores, una era. La enorme trilladora no funciona. A un lado se ve una hilera de palas, horcas, más allá el pajar. Todo quietud. También los de la era duermen. Es tanta la intensidad ígnea del sol, que en un momento parece que van a incendiarse las rubias mieses amontonadas en gavillas amarillentas. Todos descansan en esa hora de placida calma... Menos Toñón. A su alrededor, los segadores amodorrados por el vaho ardoroso que les envuelve... Pero él no puede dormir. Le obsesiona una idea. Es la que le hace cavilar todo el día. Quiere apartarla de su imaginación sin poderlo conseguir. Para entretenerse hasta la hora del trabajo deletrea las columnas de un diario atrasado... Canta su monorritmo la cigarra borracha de sol... culebrea el arroyuelo entre zarzas y juncales, y allá lejos... a través de los triagales y eras, se advierte el lugar de casitas blancas, muy blancas”.