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Configurar sentido descendente

Cuadernos de re-flexiones

16 de diciembre de 2022 13:10:21 CET

A Chantal Maillard (1951) le fue concedido el Premio Nacional de Poesía en 2004 por Matar a Platón. Esta colección de poemas, de resonancias inequívocas, llevaba consigo un apéndice que recordaba, al menos desde su título, al texto homónimo de Marguerite Duras: Escribir.

En este apéndice, Maillard -como su colega francesa- exploraba los propósitos que la llevan a escribir: “Escribir / para curar / en la carne abierta / en el dolor de todos / en esa muerte que mana / en mí y en la de todos”, decía en sus primeros versos. Pero también, añadía, para “decir el grito, para descansar”. Para tantas cosas más: “para escribir el dolor / para proyectarlo / para actuar sobre él con la palabra”.

La escritura se revela en Chantal Maillard como forma de vida. Como instrumento con el que observar la vida. Una vida que ha transcurrido en diversas ciudades y aun países. Algo que vemos reflejado en los cuatro diarios que componen esta edición que ha publicado recientemente la editorial Pre-Textos.

El libro incluye asimismo, a modo de adenda, un puñado de textos independientes. En uno de ellos, Besoin de voir plus grand (título inspirado por la lectura de un libro de Georges Perec: Je suis né), la autora justifica la elección del diario como uno de sus géneros recurrentes. En él dice lo siguiente: “Desde siempre me ha perseguido la necesidad de dar cuenta en el relato, tanto en la prosa como en el poema, del tiempo de la escritura. Por ello, quise que mis cuadernos de reflexiones aparecieran en forma de diarios, tal como habían sido escritos, sin subterfugios ni ornamento, evitando someter su contenido a clasificación, contenido u otra”.

Esta concepción del diario como espacio de reflexión y observación se complementa con el carácter con que Chantal Maillard dota a cada uno de ellos. Así, el primero de ellos, titulado Filosofía en los días críticos, va ligado a la idea de pasión; el segundo, Diarios indios, a la de observación; el tercero, Husos. Notas al margen, a la de duelo; y el cuarto y último, Bélgica, una vuelta a sus orígenes, está relacionado, al decir de la autora, con la “añoranza del gozo y el trabajo de la memoria”.

La escritura de Maillard oscila, como es bien sabido, entre la filosofía y la poesía. Se caracteriza por su carácter marcadamente introspectivo. Ante ella, el lector o lectora no lo tiene -al menos a priori- fácil. En ocasiones cuesta entrar en ella, desvelarla. Una vez dentro, una vez desvelada y comprobado que nuestra autora va más allá de las contorsiones a que somete al lenguaje, se hace de repente la luz. Aquella extrañeza primera se convierte, súbitamente, en algo familiar.

Empecemos por el último (cronológicamente hablando) de estos diarios. Bélgica supone una vuelta, a través de varios viajes realizados entre 2005 y 2008, al país de origen de la autora afincada en España.

En sus páginas, Maillard da cuenta de cada uno de esos viajes, realizado por motivos distintos. En el primero de ellos, nos informa de un reencuentro con la abuela y con la memoria del abuelo pintor. Es cuando constata, como el Baudelaire de Les Fleurs du mal (“J’ai plus de souvenirs que si j’avais mille ans”) que está “hecha de recuerdos”; un material que configura en su discurrir (y la lleva a constatar) su propia vejez, un estado en el que “todo es reconocido; nada se ofrece puro” ya que “cualquier impresión apela a otra, anterior, que se activa con tal fuerza que la actual se convierte en simple soporte del recuerdo”.

Las páginas de Bélgica recogen asimismo cuestiones del día a día de la escritora en hechos tan aparentemente banales como las visitas a las casas de los pintores James Ensor y Magritte (no lo será tanto si tenemos en cuenta su labor en torno a figuras como Henri Michaux, del que tradujo algunos textos al castellano), o la descripción del entramado de unas jornadas literarias a la que es invitada.

Por su parte, en Husos. Notas al margen nos encontramos ante una escritura que se caracteriza por el duelo al que aludíamos anteriormente. Un duelo que se desdobla en lo que podemos considerar (por su disposición en la página) como texto principal y textos subordinados (redactados en una prosa desenvuelta que da cuenta de los detalles). En cualquier caso, se trata de los escritos que contienen una mayor carga dramática. “Escribo, porque escribir es lo único que cabe hacer cuando ya no hay nada que deba hacerse”. La escritura, de nuevo, como espejo desde el que observarse y rincón desde el que guarecerse. La escritura, también, como terapia, como (posible) remedio.

En lo que concierne a Diarios indios, un libro escrito a lo largo de varios años de la década de 1990, cabe decirse que ya fue comentado en esta sección a propósito de la edición en 2014 de India, un volumen que recogía todos los escritos de Maillard referentes al país asiático. En aquel entonces ya decíamos que el lector o lectora asiste al encuentro de la escritora, “a su lado más íntimo”, para compartir con ella las descripciones de un paisaje marcado por la miseria o del kitsch característico de las clases pudientes. Ya entonces remarcábamos asimismo la labor de despojamiento y de observación (desde el interior al exterior) que lleva a cabo y refleja en estas páginas.

Finalmente, en Filosofía en los días críticos se trasluce cierto estado de plenitud. Hay referencias que parecen colmar a la mujer que anota en estos cuadernos. Las anotaciones que lleva a cabo a propósito de da lectura de El extranjero, de Albert Camus, o la escucha de las Variaciones Goldberg de J.S. Bach, nos invitan a pensar en ello.

“Vuelvo a mí”, escribe Chantal Maillard. “Cada vez que abro el cuaderno de notas, vuelvo a mí. Vuelvo a mí en la escritura, o antes aún, en la tensión que dispone a la escritura”. Son páginas que rebosan vitalidad. “Mientras yo viva, la muerte seguirá siendo lo más ajeno a mí, lo absolutamente otro”.

En conclusión, estos diarios, que tienen continuidad -según la propia autora- en La mujer de pie y en La compasión difícil (ambos publicados por Galaxia Gutenberg en 2015 y 2019, respectivamente), constituyen una de las mejores pruebas de la escritura, profunda, exigente, rica en hallazgos, de Chantal Maillard.

 

Chantal Maillard, La arena entre los dedos. Diarios reunidos, Valencia, Pre-Textos, 2020.

Escrito en Lecturas Turia por Rafael Martínez

Explicar el mundo a través de la escritura

12 de diciembre de 2022 14:11:27 CET

Cuando un libro supera un determinado número de páginas y su volumen y forma indican que no es un peso ligero (sigo siendo de leer en papel), sino que pertenece a una categoría superior, uno puede huir despavorido y dedicarse a otras cosas –con total seguridad menos provechosas- o entrar directamente en faena. Pero si el libro en cuestión –Frutos extraños (Crónicas reunidas 2001-2019)- comienza con un texto como “Mi diablo”, en el que Leila Guerriero (Junín, Argentina, 1967), su autora, explica con vehemencia no exenta de emoción su trayectoria lectora y profesional (el orden es imprescindible), entonces el lector acude raudo al resto de textos reunidos en el libro y abandona la pigricia que lo ha ido abotagando últimamente. Es en esas páginas iniciales en las que podemos observar buena parte del tono y ritmo narrativos que van a predominar en el resto de crónicas y perfiles sobre diversos personajes y los textos sobre el oficio de escribir que conforman el libro. Si, además, el primero de los ellos es “El gigante que quiso ser grande”, que gira en torno a la vida del luchador de la WWF y antiguo jugador de básquetbol Jorge “El Gigante” González, miel sobre hojuelas, pues uno recuerda con cariño esas sesiones frente a la tele viendo aquellos espectáculos (es un decir, claro) de lucha libre, con personajes que ya se intuía que tenían toda una historia detrás de los focos y el estrellato, de los puñetazos inverosímiles, las caídas estrepitosas y los disfraces e histrionismo de sus gestos.

Este volumen de Frutos extraños (publicado en 2020) recoge los textos que ya aparecían en la edición de 2009 (Frutos extraños. Crónicas reunidas 2001-2008, también en Alfaguara), a los que se añaden el procedente de una conferencia (el antedicho “Mi diablo”), junto con cuatro crónicas más y un texto incluido en la sección “Sobre el periodismo”. Es, por tanto, una versión ampliada, que recopila textos que han sido publicados sobre todo en revistas de Colombia (El Malpensante, SoHo), Argentina (La Nación Revista, Rolling Stone) o Méjico (Gatopardo), así como algún otro en España (El País Semanal) y conferencias u otras publicaciones. La primera parte, que es la más extensa, “Crónicas y perfiles”, contiene 20 textos cuya amplitud varía y permiten una lectura independiente. Es en estas páginas donde creo que es más nítida su maestría, sostenida en el tiempo a lo largo de una trayectoria literaria y periodística prolífica, con títulos recientes como Opus Gelber. Retrato de un pianista (Anagrama) o Teoría de la gravedad (Libros del Asteroide) -ambas de 2019-, pues los perfiles de los entrevistados son claros, desaparece la entrevistadora y es el propio personaje el que se nos ofrece y devela, con sus claroscuros y secretos. Son ellos frente a los que se sitúa Guerriero, que escucha cuando observa y que traza estas crónicas y perfiles tras un riguroso estudio de campo y narración.

De todos ellos quizás sea “La voz de los huesos” el que más recorrido ha tenido: la historia del Equipo argentino de Antropología Forense que se ha dedicado a buscar los restos de los muertos durante la dictadura militar argentina tiene tintes épicos, pero parece englobada en una narración que tiene también  algo de policial. Junto a esta pieza literaria hay otros perfiles de personajes de la cultura menos conocidos o que han quedado arrumbados por el paso del tiempo, como Pedro Henríquez Ureña o Facundo Cabral y otros más recientes y mediáticos, como Fito Páez (“No me verás arrodillado”); empresarios singulares como Gustavo Grobocopatel (“Sobre un verde mar de soja”) o Alberto Samid (“El rey de la carne”); gentes del espectáculo que se mimetizan en otros (“El clon de Freddy Mercury”, que es Jorge Busetto y su banda One) o que hacen de una desgracia virtud en el arte del ilusionismo (“René Lavand: mago de una sola mano”). Hay también crónicas de asuntos diferentes, relacionados incluso con personajes que arrastran episodios turbios detrás (“Tres tristes tazas de té”) y otras de relatos asombrosos por lo rocambolesco de la historia, como “El hombre del telón”, que también algo de tragedia. Es en esta querencia por los asuntos que a priori se escapan de los focos o de los más mediáticos en donde sobresale el oficio de quien sabe vichar con atención dónde está la historia que merece ser contada, como si de un gabinete de curiosidades se tratara.

Guerriero hace que su narración resulte fácil y fluida y que lo que parece difícil, que es trazar los perfiles de los personajes con naturalidad y sin que se note la tramoya, lo logra un complejo equilibrio que no es casual. Para ello se ha de conocer el pasado de la que persona a la que se entrevista a fondo, ir a los pequeños detalles, tratar de comprenderla (aunque tal vez no lo merezca) y que aquella sea el centro, hacerse en cierto modo invisible, como ella misma comentaba en la conversación que mantuvo con Juan Carlos Soriano en Turia en su número 132 (2019). De entre las influencias y corrientes con las que se puede relacionar esta escritura, está la de la denominada como “Nueva crónica latinoamericana”, que tiene a Martín Caparrós, Tomás Eloy Martínez o Homero Alsina, entre otros, como algunos de sus más destacados escritores. Estas crónicas gozan en la actualidad de gran prestigio y en los últimos años comienzan a ganar más público lector; son un género híbrido,  con sus detractores y apologistas (y también, quizás, sus popes), que aúna periodismo y narrativa y que tiene en antologías recientes (Antología de crónica latinoamericana actual, editada por Darío Jaramillo Agudelo o Un mundo lleno de futuro. Diez crónicas de América Latina, a cargo de la propia Guerriero) y revistas especializadas –algunas citadas más arriba- sus canales de difusión, aunque en España todavía está en mantillas. Y de la escritura y el periodismo versan también los cinco textos que aparecen en la sección “Sobre el periodismo”, que completan el volumen (y una breve Coda: “Música y periodismo”) en los que se ofrecen reflexiones sobre el periodismo y la escritura, además de repasar algunos de los temas y cuestiones esenciales de quien escribe.

Explicar el mundo a través de la escritura, mostrar curiosidad por lo que nos rodea (y a lo que no solemos prestar atención), salirse de lo trazado y crear un estilo propio, que huya del lugar común y el tópico, constituyen, entre otras, las bases de la nueva crónica latinoamericana que practica desde hace años Leila Guerriero, en la que estos frutos no tan extraños son la mejor muestra de su maestría en la narración y en un enfoque y estilo distintos (también en sus columnas en El País). No querría terminar con un ditirambo gratuito y encomiástico en el que se cae a veces cuando se reseña un libro (espero que no), pero desde luego que estas crónicas, perfiles y textos sobre el periodismo son la prueba de que nos encontramos ante una escritora que transita por una senda propia y que a buen seguro seguirá sorprendiéndonos.

 

Leila Guerriero, Frutos extraños (Crónicas reunidas 2001-2019). Madrid, Alfaguara, 2020.

Escrito en Lecturas Turia por Pedro Moreno Pérez

Araña

9 de diciembre de 2022 14:24:50 CET

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La madre toca a su hijo como si fuese un instrumento.

La culpa se ha vuelto una monedita pintada.

Algo en ella:

clausurado.

 

Si tuviera ocho patas

ofrecería a las crías también yo

de mi carne.

 

Fíjate en la de las criaturas, que está toda hecha de espejo.

Un brazo vicario y menudo en un

pulso contigo misma.

La ciega, la animal, la jíbara.

 

La madre y el hijo negocian su poder con moneditas de plástico.

Comen y defecan ese mismo lenguaje.

Miedo, berrinche, elogio, confianza.

 

Por el envés del día va gruñendo la madre su ternura.

Lleva como conchitas colgadas de un collar.

Culpa deber atención pertenencia.

 

Se abrazan fuerte para que la dicha no llegue a derramarse.

Frotan de los paños lo que no desearon nunca.

Atándose al mástil de un amor tan fiero

algo en la araña quedó clausurado.

 

El hijo y la madre comercian con su placer y su castigo.

Algunas manchas no salen jamás.

Escrito en Lecturas Turia por Yolanda Castaño

Pienso en Alepo

30 de septiembre de 2022 14:33:14 CEST

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pienso en las ciudades

abandonadas por las guerras.

En las calles donde se construyeron

hospitales de campaña,

en los refugios improvisados,

en las bombas que caen sobre los edificios,

en las paredes desmenuzadas

y el rastro de polvo blanco cubriendo el desamparo

de todos esos rostros que jamás imaginaron

una guerra

dibujando un nuevo mapa de ruinas y dolor

sobre sus callejuelas.

 

Pienso en las calles vivas,

con su gentío y su alboroto locuaz

de tiendas y mercados,

de juegos y algarabía musical,

de presente lleno de sueños cotidianos,

con sus celebraciones familiares,

sus enamoramientos y sus risas.

 

Eran como nosotros

ciudadanos de un lugar

que no se imaginó

convertido en escombros por culpa de los hombres.

 

No nos imaginamos las bombas sobre nuestras casas,

nadie nos prepara para contemplar

el infierno de los que se odian

desde nuestros balcones y ventanas.

 

Eran como nosotros

ciudadanos ingenuos que pensaban

en las guerras como un murmullo lejano

de los noticieros tristes.

Escrito en Lecturas Turia por Ana Merino

Fernando García de Cortázar  tiene madera de escritor y olfato de periodista. Si le  añadimos  su faceta de Catedrático  de Historia  Contemporánea, su afán por la verdad, y su  interés por el arte y la cultura, nos encontramos ante uno de los autores divulgativos con  más éxito de España.

Nos recibe en su despacho de la Fundación  Dos de Mayo. Nación y libertad, en plena Gran Vía  de Madrid.  Nuestra intención es hablar de  Historia,  de la historia de nuestro país. En el curriculum leemos que “su formación humanística y su sensibilidad literaria le han ayudado a acercar  de forma atractiva la Historia al gran público de tal manera que muchos de sus libros se han convertido en grandes éxitos editoriales”.

- ¿No le parece que es una responsabilidad muy grande el haber conseguido poner de moda la  Historia en nuestro país?

-  Yo entiendo que sí, pero aparte de que pueda ser un mérito, entiendo que es una  responsabilidad  nuestra, de todos los historiadores, y una obligación. Es una obligación, porque la historia es tan importante que no debe quedarse  en los ámbitos puramente académicos o universitarios, sino que debe buscar la demanda  de los ciudadanos. A lo largo de los cincuenta libros que he escrito, y en concreto en los últimos veinte, he tratado de que interese la Historia. Y que la Historia sirva también para irrumpir en  el  presente. Debe servir para mejorar la sociedad y no quedar reducida a un mero objeto culturalista de entretenimiento y de debate , sino que debe  hacerse carne en el debate ciudadano,  en la mejora de nuestro presente, y en la preparación de un futuro mejor.

 

- Da la sensación de que a los españoles no nos gusta demasiado aprender de nuestra Historia.

- Si, yo entiendo además que la Historia en España está siendo manipulada desde el presente. La Historia actúa en el  presente, pero muchas veces porque el presente la manipula y porque en el debate político la Historia es un arma arrojadiza que se echa  un partido contra otro. Sobre todo los  acontecimientos más recientes. Y también tiene una repercusión  política porque los nacionalismos  que están construyendo  sus  naciones, en especial los nacionalismos periféricos, saben que la Historia es la gran partera de la nación, que sin historias no hay naciones. Entonces cuando no tienen Historia, pues la manipulan o se la inventan.

 

- Usted ha denunciado en más de una ocasión  esas creaciones históricas de la nada y las manipulaciones. Hablemos de esos dos elementos, la mixtificación y la creación de una Historia con un patrón determinado.

- La Historia de España está siendo manchada, se utiliza en el debate. Es algo que incluso se observa en textos políticos. No hay nada más que acercarse a los proyectos o anteproyectos de Estatutos; aparece allí una Historia hecha, diríamos, atribuyendo categorías del presente a fenómenos del pasado, que es algo realmente grave. Episodios del siglo XIII, XIV, XV, que no tienen nada que ver con la situación actual, y se les hace protagonistas de ese hecho presente. Yo suelo decir del País Vasco, que es donde nací y donde vivo, que  no hay ninguna otra región que tenga menos credenciales históricas para  reivindicar una secesión o una independencia. Cualquier otra región puede aparecer con mayor entidad histórica o con mayores hechos diferenciales para tratar de reivindicarlo. Yo entiendo que más que el País Vasco, que está en el corazón de Castilla, y es, como dirían los hombres del 98, la abuela de España, no tiene sentido que trate de separarse de algo que es suyo y que en buena medida es creado a través de Castilla.

 

- Me gustaría volver a la idea de España y los españoles. ¿Por qué cuando alguien dice que se siente español se le achaca pertenecer a la extrema derecha?

- Es algo que vengo denunciando desde hace tiempo. Primero, porque el franquismo ha hecho muchísimo daño y todavía, tristemente, parece vigente. Y porque los nacionalismos tratan siempre de intoxicar la opinión pública con eslóganes parecidos. Además, la izquierda, en buena medida, ha debido creer esa interpretación que dan los propios nacionalistas.  A veces se dan situaciones patológicas, como el hecho de que afirmarse como español sea identificarse, no con la corriente liberal admirable del nacionalismo español del XIX, sino con las corrientes más integristas, ultraconservadoras, ultracatólicas y falangistas. Yo entiendo que algo se ha ganado, ¿no? Pero claro, ahí están continuamente, lo publicitan muy bien los nacionalismos para defenderse atacando con ese tipo de consideraciones. La izquierda debería darse cuenta de que está actuando miméticamente respecto a los nacionalismos y que debe situar a sus enemigos, no en los que defienden a España, sino en los que tratan de afirmar sus naciones desde la exclusión, la diferencia, los que no piensan como ellos, como ocurre con los nacionalistas.

 

- Este hecho conlleva otras cosas que no se dan en Europa, como el desprecio de los signos, de los símbolos, la bandera, el himno, los símbolos que en teoría deberían unirnos. Se ha visto con claridad en algún partido de fútbol.

- Esto es realmente grave, y la gente debería reflexionar al respecto. Como los nacionalismos conocen la fuerza de los símbolos, tratan de identificar los símbolos del contrario, del adversario, con lo más reaccionario, lo ultra, con Franco, con Primo de Rivera. Pero creo que algo se está ganando. Por ejemplo, han hecho mucho bien los triunfos deportivos, la selección española de fútbol en el campeonato de Europa. Se veía claramente ahí que decir “soy español”, no era patrimonio de la ultraderecha, sino al contrario, de la ciudadanía contenta de identificarse con su país, y que el  empleo de la bandera ya no era patrimonio de nadie, sino de todos.

 

García de Cortázar es director de la  Fundación Dos de Mayo. Nación y libertad, que nació para organizar los actos conmemorativos del Bicentenario del 2 de Mayo y de la Guerra de la Independencia, y contribuir al conocimiento de aquellos  hechos históricos. Pero tiene una vocación de continuidad, para preparar la celebración del Bicentenario de la Constitución de Cádiz e impulsar y difundir los valores de nación y libertad que simboliza esa fecha histórica de la que somos herederos en nuestra Constitución de 1978.

- ¿Considera que la Guerra de la Independencia es el acontecimiento más importante de nuestra Historia reciente?

- Yo creo que sí, la verdad. Se suele decir que toda la Historia es Historia contemporánea, y no pretendo arrimar el ascua a mi sardina, puesto que soy catedrático de Historia Contemporánea, sino porque a partir de esa fecha,1808, se produce algo realmente importante  que es el paso de súbditos a ciudadanos y que, a través de la idea de España, de las transformaciones manifestadas y de la Constitución que surge en 1812, no sólo vamos a tener nuestros derechos sino que disfrutamos de  derechos y libertades individuales. Eso me parece importantísimo en la Historia de España. Pienso, sin ninguna exageración, que es la fecha más importante porque es la que más está influyendo en nuestras vidas a través de la Constitución. Yo suelo decir que se equivocan los términos cuando se  habla de derechos históricos, algo que también se ha colado en nuestro lenguaje, por efecto de la corrupción nacionalista. Los territorios no tienen derechos históricos, ni por supuesto las lenguas tienen derecho a crearse hablantes obligatorios. Los que tenemos derechos somos los ciudadanos, que los cedemos a través de las Constituciones. Precisamente esta fecha nos recuerda esa asunción de derechos a través del texto constitucional.

 

- En 1812 se creó un modelo de nación. ¿Difiere mucho del actual?

- No, en buena medida no. Se ha progresado en las cuotas democráticas, en los planteamientos sociales, que no se tenían en 1812, con nuestra primera gran Constitución. Pero yo entiendo que lo que allí se afirmó es una nación de ciudadanos, no es una nación étnica ni lingüística, no es la nación integrista, ni del nacionalismo ultraconservador de finales del XIX y de principios del XX. Es la nación que firma un acuerdo entre los ciudadanos para no vivir cejijuntamente sino para aceptar también sus diferencias. Y, sobre todo, para vivir en un proyecto común, que hace alusión mucho más al futuro que al pasado. No es una nación historicista, sino una nación que piensa muchos más en el futuro que en el pasado. Ortega y Gasset decía que a él le preocupaba más la España que encontraba al levantarse que la que dejaba baja al acostarse.

 

Hablamos de la cultura, una preocupación destacada  de Fernando García de Cortázar en los últimos años, si nos atenemos al título de  sus publicaciones. En el prólogo de Breve Historia de la cultura en España se dice: “Sorprende que en un país tan propenso a la invención de pasados falsos haya tan poco amor, tan poco respeto, por las huellas verdaderas del ayer”. Una obra que nos traslada, entre otras muchas ciudades, al Toledo de las Tres Culturas, a la Ávila mística, a una Sevilla a la sombra de Velázquez, al Madrid ilustrado, a la Barcelona modernista o a la Valencia contemporánea. De la mano del autor pasearemos por las calles de esas ciudades, que son también las calles en la que se forjó la cultura española.

- Usted tiene fama de decir lo que piensa, algo que sin duda le honra. Y ha asegurado que la Iglesia es la gran creadora de cultura en España ¿Cree que ha sido bien entendido?

- Por supuesto, yo creo que  sumando cuantitativamente, es obvio, el peso es enorme. Ahora probablemente no, pero durante siglos ha sido  la gran conservadora del patrimonio y de la cultura en España. En uno de mis últimos libros Breve Historia de la Cultura en España se ve claramente. La Iglesia, no sólo como mecenas, como inductora, como conservadora de las obras, sino también  como salvadora, en todas las disciplinas.

 

Fernando García de Cortázar ha obtenido el Premio Nacional de Historia por el libro Historia de España desde el arte. En él utiliza la creación artística como hilo conductor. Propone un recorrido por la Historia de nuestro país a través de 600 obras. Como explica su autor,” utiliza la capacidad emotiva y de expresión del arte para reforzar la palabra del historiador. 

- ¿Somos conscientes del patrimonio cultural que tenemos, de lo que nos han legado nuestros antepasados?

- Yo  me he preocupado de decírselo a los españoles en muchos de mis libros. España es una super potencia cultural, seguramente no hay otra en el mundo. Podemos competir con Italia  en patrimonio plástico- artístico, pero superamos a este país  en cuanto al idioma, mucho más extendido que el de los italianos. Me alegra en las noticias el gran éxito  del turismo cultural y las exposiciones. Están cambiando las cosas y los medios de comunicación están contribuyen a ello. Uno de los ejemplos más recientes lo tenemos en la gran exposición de Sorolla, con unos índices de concurrencia como no se han dado nunca en la Historia de España. Entiendo que vamos a mejor y que, efectivamente, los españoles, tienen que ser conscientes  del extraordinario valor de su patrimonio cultural. Yo lo he intentado inculcar en esas obras relacionadas con la historia de la cultura y del arte en nuestro país.

 

Fernando  García de Cortázar considera que se está robando a los adolescentes parte de ese legado cultural. Nos cuenta cómo en cierta ocasión, mientras preparaba la Breve historia de la cultura en España, ofreció una conferencia a un grupo de profesores y catedráticos de instituto en Cantabria. Mencionó a Baltasar Gracíán, y le explicaron que su figura ha desaparecido de los libros de texto. Me quedé helado, me pareció de una gravedad importante. Que por obsesiones identitarias, regionalistas, autonomistas, rancias, no aparezca una de las grandes cumbres del pensamiento español. Es un drama que no se pude entender desde fuera, como Alemania o Estados Unidos, donde El Criticón fue un best-seller.

- Nos interesa su opinión sobre el estado de la educación en nuestro país. Lleva muchos años en la docencia y habrá  visto de todo. ¿Ha apreciado cómo cada vez lo alumnos tienen más dificultades de comunicación, con un vocabulario escaso?

- Es cierto, y yo también culparía a  las editoriales que hacen todo esto, a veces son  reduccionistas y van a un lenguaje sumamente  elemental y simplificado, en vez de tratar  que lo alumnos que leen sus libros amplíen vocabulario. Me parece gravísimo, porque eso condiciona los contenidos. Si la primera función es hacer que entiendan  lo que dicen nuestras palabras, pues entonces atentamos contra la expresión literaria, que es mucho más rica cuantas más palabras se empleen, y contra la expresión de los conocimientos. Me he encontrado ese problema al escribir mi último libro, la Pequeña historia del mundo. Un libro del que estoy contentísimo, ha sido la obra de no ficción más vendida en la Feria del Libro de Madrid. Yo, consciente de eso, me fui a un colegio durante 15 días para escribirlo, para ver qué léxico podía emplear, qué palabras suscitaban a los alumnos emoción o alegría. Encontré que había muchas palabras  que no conocían y les expliqué la necesidad de ampliar el léxico. Para ello, se creó el “Rincón de las palabras” un esfuerzo por salvar esa barrera que nos estamos encontrando por el escaso léxico que usamos, no solo los alumnos, sino también los adultos.

 

- Fernando García de Cortázar se ha querido dirigir también a los niños y adolescentes, con su Pequeña Historia del mundo. En ella acompaña la narración de hechos históricos con ficción, diálogos y aventura. Hemos leído un titular que dice: “Cortázar despeja de ñoñez y moralina la Historia que les cuentan a los niños”.

- Pues sí, entiendo yo que sirve para niños inteligentes, porque  no hay que infantilizar. La historia es tiene  tal capacidad docente, de trasmisión de conocimientos y de enseñar, de sacar lecciones de ella que suelo decir que es la mejor asignatura de Educación para la Ciudadanía. No hace falta retorcer argumentos, sino presentar los acontecimientos tal como la propia Historia nos los ofrece para que el niño saque conclusiones relacionadas con que algo es bueno o es malo. Se emociona ante el altruismo de determinadas conductas o reprueba y rechaza otras conductas menos ejemplares.

 

- Tras hablar de alumnos y niños, queremos conocer también su opinión en torno al profesorado, dada, como decíamos, su gran experiencia docente. Entramos ahora en Bolonia, ¿va a ser una ruptura demasiado brusca para nuestra universidad?

- Yo lo de Bolonia no lo he seguido mucho; a veces me da pereza entrar en este tipo de legislaciones que luego no sabemos en qué quedan. Y sin embargo abandonamos algo tan importante como es el leer a los clásicos o esforzarnos porque nuestros alumnos no sólo lean sino que escriban mejor. Yo diría que en las enseñanzas medias hay movimientos de mejora bien organizados. De mejora de las disciplinas, de apertura, de aprendizaje. En la Universidad igual estamos más en el “sálvese quien pueda”. Sí noto mayor preocupación en los institutos, en la forma en que se imparten los contenidos y cómo se renuevan las formas de trasmisión de esos contenidos, quizá más que en el mundo universitario.

 

Nuestro protagonista es buen conocedor del periodismo, sin duda sabe cómo originar titulares de los que se publican sin duda en un diario. Así, leemos, en relación con la Ley de la Memoria Histórica: “El juez Baltasar Garzón está convirtiendo España en un tanatorio”.

- Desde su punto de vista, ¿cómo se está desarrollando todo lo relativo a la Ley de la Memoria Histórica, cree que es conveniente para nuestro país entrar en esa dinámica?

- Lo he denunciado multitud de veces, me parece absurdo. Sobre todo porque, en general, la historiografía española goza de buenísima salud y no se necesitan apoyaturas, injerencias, ni dirigismos del poder político. Yo creo que hay un error de consenso en general. Quitando mitómanos o gentes que no son profesionales de la historia, yo entiendo que esa injerencia política hace daño. Y, ciertamente, los mayores críticos de esta ley han sido los propios historiadores, de uno y otro color.

 

Volvemos a la cultura, y a la necesidad de recuperar y preservar nuestro legado cultural. Sobre todo aquél que, por una u otra razón, ha quedado en el olvido .Desde la Fundación se ha recuperado una obra importante de Mariano Rodriguez Ledesma, el Oficio y misa de difuntos. Se trata del primer oratorio sinfónico-coral de la historia de la música española. La Fundación que dirige Fernando García de Cortazar quiere difundir la Historia en más registros que el meramente bibliográfico. ”Tengo un sentido integral y global de la Historia, me interesa desde el arte, la literatura, el mundo filosófico y la música. La Fundación está publicando una serie con música en torno a la Guerra de la Independencia y el surgimiento de la nación. La labor que está haciendo con los libros se extiende también con los discos. El volumen de Rodríguez Ledesma es la expresión de esa línea de trabajo. Está claro que en aquella época no sólo existía Juan Crisóstomo Arriaga, que es un magnífico músico: gracias a estos trabajos se ve que estaba acompañado de una buena pléyade de músicos.

 

Fernando García de Cortazar habla con entusiasmo de los proyectos de la Fundación Dos de mayo: Nación y Libertad”. Y recuerda el éxito de aquella iniciativa en la que se buscó la participación ciudadana. La idea era configurar unos grandes carteles que cubrieran la fachada de la Puerta del Sol en las celebraciones del 2 de Mayo. Más de 80.000 personas participaron enviando sus fotografías. La informática hizo lo demás.

Tenemos que terminar, y reconocemos que la imagen, la expresión y las palabras de nuestro interlocutor no son las de un historiador al uso. Su concepto de la Historia y de los historiadores queda reflejado en estas palabras, pronunciadas por Fernando García de Cortázar en la conmemoración del II Centenario del 2 de Mayo:“Las naciones sin Historia no son naciones en sentido estricto, son mera materia amorfa, moldeable por el espíritu de las que sí la tienen. La nación no es, se construye, y se construye en gran parte a través de la transmisión de una memoria pública. La historia se convierte así en una especie de partera de la nación. De ahí que los historiadores seamos considerados sujetos peligrosos e indeseables por aquellos que hoy desean hacerse con un patria nueva, por aquellos que se esfuerzan en inventar una memoria separada y enfrentada a España, una memoria que reescribe su idea de nación con los renglones torcidos del mito, del odio, de la animosidad, de la diferencia.”

Escrito en Lecturas Turia por Juan Fernández Vegue

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  3. 4
  4. 5
  5. 6
Configurar sentido descendente