O cómo mantenerse viva gracias a la literatura. Iuliana S. Apostu, nacida en Sibiu, Rumania, en 1995, vive en España desde hace casi veinte años. Graduada en Filología Hispánica, actualmente es profesora de Lengua y Literatura Española en un instituto turolense. Ha sido premiada en algunos concursos literarios, como el Premio Internacional de Cuentos Max Aub de Segorbe (modalidad comarcal) por el relato “Sin título” –primero de los presentes en el libro objeto de reseña, aunque con leves modificaciones estilísticas y de contenido– y el Premi Universitat de València d’Escriptura de Creació por el poemario válgame dios, ambos en el año 2020.

Cuidada edición la de la sevillana Editorial Dieciséis, con bella portada de una muchacha cerrando los ojos y viajando, que es muy útil, como Céline sugería al principio de su novela más famosa. Solapas y contraportada también nos proporcionan buena información sobre el universo vital de la autora.

Ocho relatos del taller de la autora componen el volumen: “Sin título” (que intitula el libro), “Una niña”, “Puntadas”, “nacer, morir”, “Mirilla”, “Llueve con rabia”, “crac, amor, crac” y “Yo quería quedarme en Barcelona”, interconectados por cierta experiencia vital y/o literaria y narrados en primera persona, a excepción de “Llueve con rabia”. Ocho cuadros, como los de la exposición de Mussorgsky, con diferente música literaria. Ut pictura poesis atormentada e interior: no es casualidad que cierto inquietante universo pictórico esté reflejado en algunos de ellos –Rothko, Polke, Kiefer por partida doble…–. Tan turbadores como el indiscutible lenguaje poético de nuestra autora.

Porque es peligroso asomarse tanto al exterior como al interior, ambos universos inhóspitos. La lectura de los relatos demuestra que Iuliana S. Apostu es maestra en el recurso de la elipsis, no exenta de un hermetismo que no pone las cosas fáciles al lector. Pero ahí radica lo sugestivo de su literatura. Automartirio, autoinmolación, sangre, cuerpos y mentes maltratados. Aunque sea curioso que, ante tanta truculencia, la descomposición y la podredumbre estén relativamente poco presentes en su narrativa. Porque lo podrido está muerto y en esta escritura hay mucha vida, demasiada.

Leamos el relato “Puntadas”: son las catorce que se aplica en la boca el personaje. Cada una de ellas es un momento de su vida, explicado con mayor o menor extensión. Lo que en principio es sinónimo de callar, paradójicamente y gracias al poder de la escritura deviene literatura… Romántica (sí), posmoderna o de retorno a lo real, que el lector elija. Y puede que oracular desentrañando señales: de ahí los sacrificios cruentos. Porque todo es hecatombe, como la de las cabras y humanos en “Llueve con rabia”, que recuerda a versos de su poemario válgame dios: “[…] los corderos a punto de ser desollados / para degustarlos en la mesa de Pascua / después de ir a misa / y rezarle a un dios que está de vacaciones”. Cosmogonías vacías, que de alguna forma hay que llenar el paréntesis de cada cual.

Lo cotidiano, la vida normal, conduce en ocasiones a auténticas historias de terror, como acontece en los relatos “Una niña” o “Mirilla”, no exentos de cierto suspense con finales inquietantes.

Amores y desamores también pululan entre las líneas de las ficciones literarias de la autora, casi siempre con mucha inestabilidad cargada de esperanza y, sin embargo, consciente de desilusiones anteriores, así como de imposibilidades a veces cargadas de crítica. Así sucede en el último cuento de la recopilación (“Yo quería quedarme en Barcelona”): “Tu capacidad de invadir lo bello y descomponerlo, de convertirlo en basura, es asombrosa. Y es una pena porque te repito que te arrastraría hasta esa puta pared porque ese rojo no es más de lo que reflejas: muerte, descomposición, hambre de carroña” (p. 152). Ante lo cual, el reseñista se abstiene de cualquier comentario. No es lo mismo un rojo “arteria” que un rojo “putón” (p. 151). O un expresionismo abstracto de Rothko que, pongamos por ejemplo, el de Barnett Newman de “Vir heroicus sublimis”… Formas de ver la vida y sensibilidades incompatibles, lo que es casi inevitable.

Literatura española, sí, pero con orígenes, no lo olvidemos, en una Rumanía natal no desdeñada ni olvidada, lo que conduce a una excelente simbiosis. Éste y otros aspectos de la narrativa de Iuliana S. Apostu quedarán en el tintero, como ciertos feminismos, vista la poca relevancia de elementos masculinos en los cuentos –a excepción de “Llueve con rabia” – o cierta sexualidad natural que da lugar a encuentros… y desencuentros.

Sin título es una recopilación muy bien hilvanada con puntadas expertas, pero también un prometedor banco de pruebas de la autora, de la que cabe esperar mucho en un futuro. No cabe duda de que el “Continuará” augura buenas expectativas.

 

Iuliana S. Apostu, Sin título, Sevilla, Editorial Dieciséis, 2024.