Lo que tus ojos ven dentro de ti,
los números y leyes de la sangre,
el miedo lentamente entre tus bienes
y aquello que la edad ha generado,
no es la vida exactamente,
ni el azúcar engañoso del azar
ni el destino como trampa.
Lo que tus ojos ven dentro de ti
pudiera ser
la única verdad de este derrumbe,
la mordida moneda de los años,
el ajedrez violento del insomnio,
el faenar del nombre que te dieron donde nunca estás del todo,
cazador iluminado.
Lo que tus ojos ven dentro de ti
es algo que sube de la infancia con sus festivas bestias arrojadas,
es un agua desfilando por las cuatro esquinas de tu miedo
con su fulgor descalzo.
Porque amas lo que se enciende.
Porque empezaste a morir lentamente hace más de 30 años.
Porque sólo sumas ya intemperies.
Porque aún aprendes del fracaso y en cada desengaño ves un pájaro.
Lo que tus ojos ven dentro de ti,
ese batir de bosque o de hombre huyendo,
es aquello que aún no has dicho.
Todo lo que adoras en secreto.
Todo lo que odias como se odia de un país a los héroes indultados.
Lo que tus ojos ven dentro de ti
tan sólo es una deuda entre dos anatomías,
un pálido animal hecho en silencio
que sólo del amor fue triste senda.
La técnica del mundo ha sido esa:
hacer de cuanto existe un mal acuerdo humano.
Aquello que tus ojos sólo ven dentro de ti.
Y es tan extraño.