Los lectores del nuevo número de la revista TURIA, que se distribuye este mes de junio, podrán disfrutar de dos entrevistas a fondo con protagonistas de notable interés en el panorama cultural internacional: Ana Luísa Amaral y Nuccio Ordine. Sin duda, Amaral es una de las autoras más destacadas, reconocidas y originales de la poesía portuguesa, además de poseer un amplio reconocimiento a su trabajo literario con galardones como el reciente Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante de los que se conceden en España a la poesía en lengua española y portuguesa. Por su parte, Nuccio Ordine es uno de los nombres propios mas carismáticos y de mayor proyección de la cultura italiana contemporánea. Un autor que, con sus ensayos más recientes, ha conquistado a la crítica y a los lectores con su certera defensa de la utilidad de lo inútil, así como con su cuestionamiento de la política neoliberal vigente hoy que, a su juicio, ha descuidado los pilares de la dignidad humana: el derecho a la salud y el derecho al conocimiento.

Se trata de dos conversaciones exclusivas, que permiten no sólo averiguar las claves de su trayectoria, sino también descubrir sus opiniones sobre un amplio repertorio de temas de interés. Ambos son, por encima de todo, autores de una obra de marcada originalidad, rigor y relevancia en sus respectivos ámbitos. Ana Luísa Amaral y Nuccio Ordine son, sin duda, dos personalidades muy atractivas y su opinión nos enriquece a la hora de interpretar este tiempo tan difícil y complejo que vivimos. 

En  TURIA  nos  hablan,  con  absoluta  libertad  y  franqueza, de sus respectivas obras e itinerarios vitales. Y, sobre todo, con sus respuestas se ocupan también de abordar cuestiones que nos afectan o interpelan como la necesidad de trascender la literatura e intervenir en el ámbito social y político; la importancia de considerar la poesía como la lengua de la unión con el mundo, de la vinculación con el otro; o la ceguera y el error de una sociedad que ha puesto en el centro de sus objetivos el enriquecimiento económico.

También, entre otros contenidos relevantes, el nuevo número de TURIA invita a leer un clarificador texto de Costica Bradatan sobre el papel de la filosofía en nuestra época. En él, este pensador norteamericano de origen rumano desarrolla la tesis de que la filosofía no debería ser una rutina académica sino un arte de vivir y todo arte de vivir comporta un arte de morir. No en vano, el original que ahora se publica en la revista es un anticipo editorial del libro “Morir por ideas”, que verá la luz este año en España y será publicado por Anagrama.

Según Bradatan, la muerte del filósofo clásico griego Sócrates creó un paradigma, el del filósofo responsable y consecuente, que ha determinado toda la filosofía occidental. Ante esa circunstancia clave, Bradatan repasa en su libro las circunstancias de una galería de personajes (Sócrates, Hipatia, Tomás Moro, Giordano Bruno y Jan Patocka) que murieron por defender sus ideas en un momento decisivo.

 

ANA LUÍSA AMARAL: “LAS FIDELIDADES O LAS LEALTADES LAS CONCIBO SOBRE TODO CON LAS PERSONAS”

Nacida en Lisboa en 1956, Ana Luísa Amaral es una de las poetas más singulares de las letras portuguesas contemporáneas. Estudio filología germánica en la Facultad de Letras de la Universidad de Oporto. Se doctoró en 1996 en la especialidad de literatura norteamericana con la tesis “Emily Dickinson: una poética del exceso”. Ha publicado más de veinte libros de poemas, teatro, novela, libros infantiles y ensayo. Ha traducido al portugués a Shakespeare, Emily Dickinson, Louise Glück y John Updike, entre otros. Se convirtió en profesora de literatura en la propia Facultad de Letras de la Universidad de Oporto, y en el Instituto de Literatura Comparada Margarida Losa. Escribió varios trabajos académicos en Portugal y en el extranjero sobre poesía inglesa y estadounidense, poética comparada y estudios feministas. Fue una de las pioneras en Portugal de los estudios de género, siendo coautora del “Diccionario de crítica feminista”. Hoy, la obra de Amaral se puede leer en español, inglés, sueco, holandés, francés, italiano, esloveno, alemán o chino. Además, goza de enorme popularidad en Portugal donde realiza un programa dedicado a la poesía en la radio pública Antena 2.

Amaral elabora una poesía a la vez transgresora y transparente, capaz de conectar lo trivial con lo clásico y de remover estereotipos y márgenes. En la entrevista que TURIA  publica se confirma su capacidad de comunicación, la facilidad para encontrar el sentido profundo de las cosas cercanas o la ligereza con que cita en inglés, español, italiano o portugués, su lengua, dibujan a una autora en la que la poesía recobra su función sanadora para el mundo.

Asegura Ana Luísa Amaral que las fidelidades o las lealtades las concibe sobre todo con las personas. Cree en esa “idea de que la poesía es una sola, aunque tenga muchas lenguas, pero una sola, marca mi forma de mantener la lealtad a la poesía portuguesa, una forma diferente: puedo leer un poema de Wislawa Szymborska y llorar, por ejemplo, con la poeta polaca. O puedo leer un poema de Antonio Ferreira, el poeta portugués del siglo dieciséis, y llorar también. O, por ejemplo, hay una poeta española, Amalia Bautista, que tiene un poema que me hace llorar, que en mi opinión lo dice todo”. Para Amaral “esto es fantástico, es bellísimo. La poesía tiene muchas voces y tiene muchos rostros. Pero disfruta de una lengua común y esa lengua, para mí, es la lengua de la unión con el  mundo, de la vinculación con el otro”

 

Por otra parte, la escritora portuguesa argumenta que “la poesía pertenece al mundo, está en el mundo, se hace en el mundo, se escribe en el mundo. Somos criaturas, somos seres del mundo,  de la misma forma que mi perra, de la misma forma que los pájaros, nosotros nos comunicamos con el mundo y con los otros. Pero, ¿cómo transmitir toda esa experiencia?”. De ahí que toda esa experiencia tenga que ser materia, manantial para la poesía.

Y, sin embargo, frente a las ataduras del compromiso con la realidad, Amaral asegura que “la poesía no tiene que tener forzosamente esa dimensión política, no tiene que hablar forzosamente de eso: las preocupaciones de cada uno, las posiciones éticas de cada uno de nosotros tienen que entrar en la poesía de alguna forma, y tiene que estar ahí. Pero después, sin comprometer la belleza que es necesaria en un poema. La belleza es algo absolutamente fundamental y el humor también”.

Concluye Ana Luísa Amaral, en la conversación mantenida para TURIA con el escritor y profesor Luis Sáez Delgado, asegurando que “somos hoy el futuro de mañana, y sin memoria y sin pasado no podemos construirlo. Debemos conocer lo que pasó,  lo bueno y lo malo también. No hay otra forma de construir un futuro mejor. Y, al mismo tiempo, Susan Sontag dice una cosa muy bonita, dice que no podemos recordar todo, y tenemos que olvidar. También hay una ética en el olvido. También tenemos que olvidar algunas cosas: para que pueda haber una convivencia armoniosa entre las gentes es necesario. Y no son cosas incompatibles, la memoria y el olvido. Olvidar algunas cosas, pero la memoria está allí, no puede ser puesta de lado, tiene que estar a nuestra disposición cuando la necesitamos”.

 

NUCCIO ORDINE: “TENEMOS UNA CLASE POLÍTICA QUE SÓLO PIENSA EN SOBREVIVIR ELLA  MISMA”

Dando continuidad a su clara vocación de difundir la labor y las opiniones de los grandes protagonistas de la cultura europea, TURIA publica una entrevista exclusiva con el intelectual italiano Nuccio Ordine, (Diamante, Calabria, Italia, 1958) realizada por la periodista cultural Angélica Tanarro.  Ordine ejerce la docencia de Literatura italiana en la Universidad de Calabria, es miembro de importantes instituciones educativas como el Harvard University Center para estudios del Renacimiento italiano o del Alexander von Humboldt Stiftung; más allá de ser profesor invitado en prestigiosas universidades americanas y europeas, es en la enseñanza donde desembocan la mayor parte de sus preocupaciones como pensador concernido por la deriva materialista del mundo y por el alejamiento de las Humanidades en una sociedad que ha puesto en el centro de sus objetivos el enriquecimiento económico. Para este pensador, cuyas opiniones se tienen en cuenta en el mismo plano que las de otros prestigiosos intelectuales de nuestro tiempo como Steiner, Vattimo, Sloterdijk, Habermas, Nussbaum… es en las aulas de las enseñanzas medias y universitarias donde hay que dar la batalla para alejarnos de lo que considera el abismo al que nos llevará esa deriva social.

Si hubiera que poner un adjetivo a esa etiqueta de ‘profesor’ que describe a Nuccio Ordine sería la de ‘apasionado’. Porque con pasión ejerce su docencia, con pasión acude a las innumerables citas que se le proponen en todo el mundo, y con pasión y sin prisa, a pesar de esa agenda enloquecida que le hace viajar de continuo cuando le dejan libre sus clases, responde a las preguntas de TURIA vía zoom.

Su libro “La utilidad de lo inútil” (manifiesto en defensa de los saberes humanísticos y de las actividades culturales consideradas injustamente como inútiles porque no producen beneficios económicos) alcanzó la categoría de best seller mundial, siendo traducido en 32 países. La entrevista no tiene desperdicio y en ella Ordine nos dirá, entre otras cosas, “mi patria es una nación que me permite pensar y escribir libremente”. En España sus obras las publica la prestigiosa editorial Acantilado. 

Cree Nuccio Ordine que “Si la filosofía no se transforma en una manera de vivir no sirve para nada. Sería una elucubración sin sentido. El saber tiene que transformar a la gente. Tiene que metamorfosear a las personas. Cuando leo, no soy la misma persona que antes de leer un libro. Bruno toda su vida mostró esa coherencia. La última página de su filosofía la escribe en la hoguera de Campo de Fiori cuando lo queman el 16 de febrero de 1600. Él dijo: “Podéis quemar a los hombres, podéis quemar los libros pero no podéis quemar las ideas, no podéis quemar el pensamiento”. Esa coherencia fue muy inspiradora para mi vida. Para mí enseñar no es una profesión, es una vocación”.

En otro momento de la entrevista Ordine denuncia la búsqueda de la rentabilidad inmediata como la regla que domina toda nuestra sociedad: “La pregunta que lleva a la eliminación de las Humanidades es ¿para qué sirven? ¿Para qué sirve la poesía, el griego o el latín, una obra de arte? Como decía Montaigne, hay cosas que son alimento, pan para el cuerpo, y cosas que son alimento para el espíritu. El pan del cuerpo es muy importante porque no puedo vivir si no como. Pero si tú comes y tú no tienes pan para el espíritu para la mente, serás un hombre incompleto. Hay una conferencia muy hermosa de García Lorca que fue invitado a Fuentevaqueros para la inauguración de una biblioteca. En ese discurso Lorca dice: si yo estuviera enfermo y pobre en la calle no pediría solo un pan, pediría medio pan y un libro. Es maravilloso: medio pan y un libro. En el momento de la pandemia hemos comprendido las contradicciones de nuestra sociedad. Porque no había objeciones para que los supermercados estuvieran abiertos, pero para abrir una librería, una escuela, un teatro… sí las había. ¿Por qué?”.

 

COSTICA BRADATAN: “NECESITAMOS LA MUERTE PARA ENTENDER MEJOR LA VIDA”

La revista TURIA dedica también su atención repensar el papel de la filosofía, del pensamiento, en nuestros días. Y lo hace a través de un anticipo del provocador libro que ha elaborado Costica Bradatan, reconocido filósofo norteamericano de origen rumano, bajo el título “Morir por ideas”.

Bradatan  analiza  en su obra  la vida de algunos pensadores (Montaigne, Heidegger,

Simone Weil) que reflexionaron sobre la muerte y la condición humana. Pero no es lo

mismo morir por una idea filosófica que morir por una causa religiosa, lo que nos obliga a observar a los mártires cristianos y a los terroristas suicidas. En cualquier caso, el mártir está condicionado por su vocación y su muerte acaba siendo tanto una consecuencia de sus ideas como una puesta en escena de su propia posteridad. Bradatan insinúa el aspecto teatral del arte de morir, incluso salpica su obra de «entreactos» para que el lector sepa que está en una especie de representación. La parte final del estudio no tiene desperdicio, porque ¿qué hay detrás de la decisión de defender las propias ideas hasta la muerte? ¿Es valentía, honradez, locura o simple ambición? El libro no es una colección de biografías y no aspira a ser exhaustivo. Y contiene curiosas y paradójicas piruetas, como dinamitar al gigantesco Heidegger con la humildad del olvidado Louis-Paul Landsberg. Morir por ideas puede verse, entre otras muchas cosas, como una deconstrucción del famoso engagement que tan de moda estuvo en el siglo pasado.

En el anticipo que TURIA publica, Bradatan escribe que “ante todo, la vida necesita la muerte por motivos de autorrealización. Sucede a menudo que solo nos damos cuenta de lo valioso que es algo cuando lo perdemos o estamos a punto de perderlo; la perspectiva de su inminente ausencia nos enseña a apreciar el valor y significado de su presencia. Así pues, la muerte, por su sola proximidad, puede infundir una intensidad renovada en el hecho de vivir. Los historiadores han señalado un curioso fenómeno y es que, por lo general, cuando se producen catástrofes naturales o sociales con un elevado índice de mortandad –por ejemplo, epidemias o guerras–, la población parece más inclinada a entregarse a excesos mundanos. Se buscan placeres físicos (beber, comer, relaciones sexuales) con una pasión redoblada. Más que dedicarse a conservar prudentemente los recursos, como es de esperar que el sentido común aconseje en periodos de crisis, la población se apresura a consumir lo que le queda. Estas personas parecen poseídas por la prisa: corren a atracarse de placeres de la vida en el preciso momento en que se acerca la muerte. Lo que aumenta su sed de vida es precisamente la presencia de la muerte. Esta actitud podría parecer irracional, pero hay algo fascinante en ella. En vísperas de la aniquilación, estas personas descubren el milagro de la vida y lo celebran”.

Costica Bradatan nació en Dragoiesti, pequeño pueblo de Rumanía, en 1971, estudió en la Universidad de Bucarest y se doctoró en la Universidad de Durham (Inglaterra) en 2004. Actualmente da clases en la Texas Tech University (EE.UU.) y es profesor honorario de la Universidad de Queensland (Australia). Es autor de una docena de libros sobre historia de la filosofía, pensamiento en general (“A la sombra de Marx”, 2010, “La filosofía como arte literaria”, 2015) y cine (“Religión y cine europeo”, 2014). Sus títulos más recientes son “Elogio del fracaso” y “Contra el conformismo”. “Morir por ideas” (2015) es su primer libro traducido al español.

 

UN FRAGMENTO DE LA ENTREVISTA EXCLUSIVA  A  ANA LUÍSA AMARAL

 

El nuevo número de la revista TURIA publica una amplia y reveladora conversación exclusiva con la poeta y profesora portuguesa Ana Luísa Amaral. Considerada una de las grandes voces de la literatura europea actual, autora de una original y premiada obra poética, recientemente la Universidad de Salamanca ha publicado una extraordinaria edición crítica de su trabajo creativo bajo el título “El exceso más perfecto”. De esa entrevista, tan original como merecedora de una lectura atenta, adelantamos hoy el siguiente fragmento:

 

ANA LUÍSA AMARAL: “NO SON COSAS INCOMPATIBLES,

LA MEMORIA Y EL OLVIDO”

 

- Pero de la armonía de las estrellas la conversación pasa a su reflejo en la tierra, y a la responsabilidad que la literatura tiene en el fenómeno de la nostalgia global, la presencia del pasado y la dificultad para imaginar el futuro en un momento de tanta incertidumbre.

- Esa cuestión es interesantísima, porque hoy hay la tendencia de proponer el olvido. Estuve en el Aula de Poesía Díez-Canedo, en Badajoz,  y me contaron que en la vieja plaza de toros el alcalde había mandado tapar los huecos de las balas, que estaban allí desde la Guerra Civil y la toma violenta de la ciudad, porque era ya tiempo de olvidar el pasado. Eso es algo muy grave, muy serio, puesto que yo no solo puedo hablar de futuro y pensar en el futuro. Si pienso en el pasado, el tiempo humano como nosotros lo concebimos, como lo entendemos en esta ilusión nuestra, que es la única que tengo, intuyo que somos hoy el futuro de mañana, y sin memoria y sin pasado no podemos construirlo. Debemos conocer lo que pasó,  lo bueno y lo malo también. No hay otra forma de construir un futuro mejor.

   Y, al mismo tiempo, Susan Sontag dice una cosa muy bonita, dice que no podemos recordar todo, y tenemos que olvidar. También hay una ética en el olvido. También tenemos que olvidar algunas cosas: para que pueda haber una convivencia armoniosa entre las gentes es necesario. Y no son cosas incompatibles, la memoria y el olvido. Olvidar algunas cosas, pero la memoria está allí, no puede ser puesta de lado, tiene que estar a nuestra disposición cuando la necesitamos. Pienso en la reconstrucción de Alemania después de la Segunda Guerra, o la de Polonia, donde el noventa por ciento de los judíos fueron asesinados. Allí tuvo que haber una forma cualquiera de compromiso entre lo que se recuerda y lo que se olvida, para que fuese posible avanzar, y hacer algo con el futuro. Pienso también en los campos de concentración, y en la Primera Guerra Mundial. Entre la Primera y la Segunda pasó una generación en la que en muchas ocasiones el padre había muerto en la Primera Guerra y el hijo en la Segunda. Una cosa horrible, horrible. O pienso en la Guerra Civil en España; nosotros no tuvimos ninguna guerra civil, afortunadamente, un acontecimiento horrible causado por una de las facciones, que desobedeció la ley, sí. Desde este punto de vista, no fue Franco quien ganó, fueron los republicanos. Es necesario recordar hasta el momento en que ya no haya generaciones para hacerlo. ¿Quién se acuerda de la Guerra de los 100 años? Nadie. Pero nosotros podemos aún recordar la guerra civil, podemos aún recordar a Salazar.

   Todo esto, con el tiempo, sólo lo va a recordar la literatura. La literatura, exactamente. En la literatura podemos encontrar la Guerra de los 100 años, y las guerras que ya no recuerda nadie. Por eso la literatura es tan importante, para recordarnos también que todo es muy semejante, que nosotros, seres humanos, somos monótonamente semejantes: las cosas que se hicieron, horribles, y también los gestos maravillosos, porque creo en la generosidad. Si nosotros no recordamos, la literatura lo hará, la literatura, el arte. Por ejemplo, recuerdo a Verdi. El coro de los hebreos, en Nabucco [entona el inicio del coro]:“Va, pensiero, sull'ali dorate; / va, ti posa sui clivi, sui colli, / ove olezzano tepide e molli / l'aure dolci del suolo natal!”

   Esos versos que se cantan fueron compuestos contra Napoleón, contra la invasión napoleónica. Siempre podemos decir, como cantaba Manuel Freire, “Não há machado que corte a raiz ao pensamento”. No, no hay muerte para el viento.

   No, no hay muerte. Nosotros no recordamos, pero el arte puede hacerlo; por ejemplo, Goya, los fusilamientos ¿Quién se acuerda de los fusilamientos? Nadie los recuerda, pero está ese cuadro de Goya y hay un poema maravilloso de Jorge de Sena, que se llama “Carta a meus filhos sobre os fuzilamentos de Goya”. Y yo misma escribí un poema que se llama “Um pouco só de Goya: carta a minha filha”. Entonces, Goya vive.