El escritor Luis Landero es el gran protagonista del nuevo número de la revista cultural TURIA. Un total de 12 autores de distintos países participan en un atractivo monográfico que permitirá a los lectores conocer más y mejor las claves de su obra y su personalidad. Se trata de una aproximación plural, sugerente y completa al autor que nos fascinó con novelas como “Juegos de la edad tardía” y que continúa haciéndolo con su reciente “La vida negociable”.

Sin duda, Landero es un autor que merece un lugar de honor en las letras españolas de nuestra época y cuyos libros alientan la pasión lectora más allá de las modas. “Landero –reconoce Elvire Gomez-Vidal, hispanista francesa que ha coordinado el monográfico- ha sabido crear un universo novelesco propio que deslumbra, despierta la curiosidad del lector, y lo alienta a relecturas por los descubrimientos sucesivos de datos, ideas, hilos narrativos que no había captado en un primer momento”.

Este número de TURIA en homenaje a Luis Landero será presentado por el poeta Álvaro Valverde en su Extremadura natal, concretamente en la ciudad de Badajoz, el próximo día 28 de marzo y en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC). Cuando se cumplen 30 años de la publicación de su primer cuento en la revista, TURIA quiere rendirle homenaje a través de un original e imprescindible acercamiento a su vida y obra elaborado por 14 destacados autores y especialistas que aportan interesantes textos inéditos.

“Lograr que literatura y vida se confundan, que lleguen a ser la misma cosa, que puedan ser  afrontadas con el mismo sentimiento de realidad y de plenitud es el afán que Luis Landero persigue con su obra”, asegura la profesora argentina Analía Vélez de Villa. Y es que, en el monográfico que TURIA dedica a Landero, encontraremos textos originales de estudiosos de su obra procedentes no sólo de España sino de universidades de países como Francia, Argentina o Estados Unidos. Un dato que confirma a  Landero como uno de nuestros escritores más reconocidos, traducidos y leídos internacionalmente. 

Para Fernando Valls, “si la primera letra del alfabeto literario de Luis Landero es la C de Cervantes, la segunda quizá sea la K de Franz Kafka”. Por otro lado, y según Luis Beltrán Almería, más allá de la tendencia de Landero al autobiografismo, a elementos de educación, al cervantismo, hay que subrayar que es un “autor de novelas biográficas, de novelas de educación o de novelas humorísticas”.

Entre los artículos inéditos que TURIA publica sobre Landero, sobresale el texto del también escritor extremeño Gonzalo Hidalgo Bayal: “El héroe y sus heterónimos”. En él reconoce que no hay mejor guía de lectura que “aventurarse en los escritos de Landero con la avidez y la inocencia del lector afín”. No obstante, para Hidalgo Bayal “la obra de Landero es, sin duda, más ambiciosa, pero es también la memoria literaria de la difícil aclimatación del siglo XIX rural en el siglo XX urbano, del ensamblaje de esos dos mundos en vías de desaparición, si es que ‘en vías’ no es una locución en exceso optimista y estamos en realidad a estas alturas ante el emotivo testimonio de dos mundos extintos”.

Además, la revista publica una amplia conversación en exclusiva con el autor de “Juegos de la edad tardía”, realizada por la periodista Emma Rodríguez. En ella, Landero nos dirá que “la cultura ha pasado a ser un suburbio del entretenimiento”. Y también que “no hay nada peor que la complacencia para un escritor”.

Completan el monográfico un ensayo inédito del propio Landero, “Devaneos de lector” y una exhaustiva biocronología elaborada por Alfonso Ruiz de Aguirre.

 

UN ATRACTIVO Y PLURAL CATÁLOGO DE LECTURAS

Además del gran monográfico dedicado a Luis Landero, el nuevo número de TURIA brinda un sugerente y plural aproximación a las letras extremeñas actuales con la presencia de 25 autores de calidad contrastada que confirman la buena salud creativa de este territorio. No en vano, el sumario de la revista se inicia con un artículo sobre la obra de Javier Cercas.

Otros nombres propios de la literatura española actual que aportan sus inéditos a esta entrega de TURIA son Andrés Trapiello, Manuel Longares, Ana Rossetti, Jordi Doce, Javier Lostalé o Jorge Riechmann.

Asimismo, las páginas de la revista se enriquecen con textos inéditos de importantes autores internacionales. Así, TURIA da a conocer 25 epigramas del mexicano Carlos Díaz Dufóo hijo, todo un célebre raro de las letras latinoamericanas.

También TURIA ofrece a los lectores una breve antología poética del portugués Manuel António Pina. Estudiados y traducidos por Antonio Sáez Delgado, profesor de la Universidad de Ëvora, los poemas de Pina lo avalarían como un escritor total que merece ser descubierto en español y que certifica la rica creatividad literaria del país vecino.

TURIA brinda además la posibilidad de disfrutar con la lectura de un fragmento del nuevo ensayo del prestigioso intelectual italiano Luciano Canfora: “Libro y libertad”, un texto apasionante y sorprendente sobre el poder del libro y la lucha entre el libro y el poder.

Mención destacada en el sumario de la revista merece un sugerente artículo sobre los relatos de la norteamericana Lorrie Moore, una escritora que según el profesor de la Universidad de Oviedo Javier García Rodríguez, “es un buen ejemplo de la “calidad y variedad de la cuentística norteamericana contemporánea”.

Especialmente recomendables son las dos reveladoras y extensas entrevistas exclusivas que TURIA publica con dos destacados escritores españoles de nuestros días: Rosa Montero y Gonzalo Hidalgo Bayal. Ella, con una acreditada trayectoria como periodista, es también  una  de  las  autoras  más poliédricas y leídas. La autora de “La carne” opina en la entrevista que “las novelas nacen del mismo lugar que los sueños” y se muestra muy preocupada por al situación actual de los medios de comunicación: “en las actuales condiciones, aun siendo un genio, es imposible hacer buen periodismo. Y, para rematar, los medios andan entrampados con los bancos, por lo que pierden libertad y no sólo eso: desesperados, apuestan por temas absurdos y sensacionalistas”.

De Gonzalo Hidalgo Bayal se ha dicho que es uno de esos grandes escritores escondidos y centrados en su obra, lejos del espectáculo mediático. Quien durante años diera clases en un instituto de secundaria, duda que la enseñanza pueda crear lectores literarios: “El momento en que alguien se hace lector convulso solo depende de ese alguien. No se puede enseñar. Muchos leen empujados en el instituto y, cuando deben ser autónomos, se retiran. Yo lo comparo a la Primera Comunión: se preparan, la hacen y no vuelven a misa ni a comulgar ni a confesarse”.

TURIA ha conseguido convertirse, tras más de 33 años de trayectoria,  en una de las revistas culturales de referencia en español. Tiene difusión nacional e internacional por suscripción y por sus páginas han pasado más de mil autores de diversas procedencias estéticas e ideológicas, lo que da idea de la riqueza y pluralidad de sus contenidos. En reconocimiento a su labor, la revista obtuvo el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.

De periodicidad cuatrimestral, TURIA tiene una edición en papel y otra  digital (web y Facebook). Está publicada por el Instituto de Estudios Turolenses de la Diputación de Teruel y cuenta con el patrocinio  del Ayuntamiento de Teruel y el Gobierno de Aragón. Este nuevo número ha contado también con el apoyo de la Junta de Extremadura, la Diputación de Badajoz y la Fundación Caja Badajoz.

 

UN INÉDITO DE LUIS LANDERO: “DEVANEOS DE LECTOR”

El nuevo número TURIA publica un sugestivo ensayo inédito de Luis Landero, titulado “Devaneos de lector” y del que ofrecemos el siguiente fragmento:

     “Yo, en principio, quería hablaros de las cosas pequeñas de la literatura. Por eso me compré un cuadernito donde escribir algo sobre la fascinación literaria que ejercen sobre mí los detalles. Yo amo los detalles, como escritor, como lector, como profesor. Pero no el detalle aislado y un tanto gratuito (el brillo de una frase, por ejemplo, o la mera ingeniosidad), sino el detalle capaz de crear un personaje, o una atmósfera, o de atrapar algún matiz insólito del alma o de la realidad exterior, el detalle narrativamente potente, significativo, de esos que leemos una vez y ya no olvidamos nunca.

    Si nos fijamos, también la memoria, en la vida real, funciona así, con detalles cargados de sugerencia, de significados. Recordamos un olor, un sabor, un rostro, la pesadumbre de una lejana tarde de lluvia, el sonido de una campana, y a veces es solo una sensación casi inefable, una sensación que es la experiencia destilada en el alma y hecha ya sentimiento. A veces vivimos sucesos importantes, y al final lo que queda son detalles que no parecían destinados a perpetuarse, detalles un tanto caprichosos, y gracias a los cuales podemos reconstruir nuestro pasado. Yo me acuerdo que en 1971 fui a Argel a tocar la guitarra con un grupo flamenco. Nos recibió el presidente Bumediam en el “Palais du Peuple”, y hubo otros hechos memorables que no vienen al caso. Pero el recuerdo más tenaz, más vívido, es el de unos niños que, en una plaza enfrente del palacio, disparaban con tirachinas a los pájaros que empezaban a acomodarse en los árboles para dormir. No hace falta citar a Proust ni a Antonio Machado para saber que la memoria es poética, y lo es por la depuración y selección imprevisibles que hace de nuestras vivencias.

    Me pregunto qué huellas quedarán en nosotros de este día en que escribo estas líneas, o en que tú, lector, las están leyendo, dentro de diez o quince años, si es que vivimos para recordarlo. Lo más probable es que permanezca vinculada a algún detalle menor, del que en este momento acaso no somos ni siquiera conscientes. Lo que sí sé es que en ese detalle estará para entonces el embrión de un poema, si sabemos escribirlo.

    Y eso, claro está, ocurre también en los libros. Leemos libros magníficos, y ¿qué queda de la lectura al cabo de los años? Determinadas escenas, determinados detalles. Y de eso es de lo que yo quería hablar: de los mejores despojos de mi naufragio de lector.

    En el borrador que hice para este breve ensayo, que en realidad aspira a ser una charla amigable del lector que yo soy con el lector que me lee a mí, empecé a apuntar algunos y, no sé por qué, cuando me di cuenta, llevaba media docena y todos estaban relacionados con algún personaje femenino. Entonces decidí hablar de algunas de las mujeres que más me han seducido en la literatura. No voy a hacer, desde luego, una relación exhaustiva de mi donjuanismo literario, porque eso (con perdón) sería el cuento de nunca acabar, sino solo de las que se me vayan viniendo a la cabeza durante el tiempo que dure este vagabundeo por mi memoria literaria.

    Si a mí me concediesen el don de convertirme en una criatura literaria, yo elegiría ser el rey Shariar. Este es uno de los hombres más afortunados que hayan existido nunca, porque se casó con una joven muy bella, que además tenía en su casa un millón de libros, y los había leído y los había memorizado todos, y era la mejor contadora de historias de la que los siglos tienen noticias. Se llamaba Scherazade, claro está, y yo creo que solo hay un hombre que la hubiese merecido de verdad: don Quijote. A la mejor narradora hay que casarla con el mejor lector. Hubieran sido las criaturas más felices del mundo. ¿Cómo sería la voz de Scherazade? Yo me la imagino cálida, viva, insinuante, capaz de muchos matices, y desde luego muy seductora. Scherazade salva la vida gracias a su talento narrativo. En las Mil y una noches hay bastantes personajes que salvan el pellejo gracias a que se saben una buena historia. Los reyes más crueles se vuelven magnánimos cuando alguien los embauca con un relato bien urdido. No dicen: “La bolsa o la vida”, sino: “El cuento o la vida”. Y es que las palabras, cuando están bien puestas una detrás de otra, tienen un gran poder. Celestina embrolla a sus víctimas con palabras, y esa es su mejor magia. Don Quijote y Emma Bovary pierden el sentido de la realidad cotidiana, y fundan otra imaginaria, porque son lectores que también sucumben al hechizo de los relatos. Hasta Sancho, para no quedarse solo en la noche temerosa de los batanes, retiene a su amo con el señuelo de un cuento extravagante. Otelo seduce a Desdémona con palabras; Iago envenena el alma de Otelo con palabras; Otelo se entrega al placer morboso y terrible de convertir a su mujer en una puta, y todo gracias al poder de las palabras. Todos se cuentan historias y todos acaban siendo destruidos por las historias.”