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A veces hay dentro de mí otra memoria

8 de septiembre de 2014 10:23:34 CEST

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A veces hay dentro de mí otra memoria

un viento que salpica en el rostro

confundiendo el espacio. Soy una sombra,

mis manos ya no son mis manos,

y esa vieja memoria me muestra una casa que

ya he habitado, un amor que ya he llorado,

una batalla donde he perdido. En esa

soledad que invita a los colores

en esa llama que no se quema y

que me quema, que permanece.

 

A veces hay dentro de mí otra memoria,

la memoria del fuego, la palabra del árbol,

y esa sombra tuya que a veces me ha amado.

Escrito en Lecturas Turia por Teresa Agustín

No hay quien te mueva ya

3 de septiembre de 2014 09:37:42 CEST

I

 

 

 

No hay quien te mueva ya,

siempre feliz, jamás infortunado,

pues el mal sabor salió de ti.

 

Hiciste lo que no querían, es cierto, mas era necesario,

de lo contrario qué soberbio,

qué otro vanidoso les hubiera gobernado.

 

 

II

 

Por qué seguís insistiendo,

sé que mal habláis de mi.

 

¿Acaso no sabéis que sin adhesión

no habrá bienestar ni petróleo para los coches;

que los televisores nunca se apagarán,

se os quedará la casa vieja revieja

y vuestros clientes os dirán:

cómo no tienes sal ni aceite de girasol ni sujetadores?

¿Acaso no habrás de pedir perdón

pues enloquecí,

cuando veas desatar mi tormenta

y no quede un barco apenas por salvar,

mientras tu gato, el ficus, un traje azul,

se embiste dulcemente hacia las rocas?

 

 

 

 

 

Escrito en Lecturas Turia por Jordi Virallonga

Esto no es un poema

3 de septiembre de 2014 09:30:15 CEST

 

Al menos por mi parte

la nuestra fue una historia apasionada:

algo así como si en mi biografía

hubieran irrumpido

la batalla de Hastings,

Otumba, Salamina y Waterloo,

y además todas juntas…

 

Pero ahora

yo renuncio a ser frívolo,

renuncio a convertir este poema

en otra lamentable

pirueta quintanesca,

renuncio al understatement

y al como si tal cosa,

renuncio a todo eso

que quizá me define

pero que en ningún caso

podría definir lo que te quise.

 

Solo quiero decir

-a Dios, al mundo, a mí, a este silencio:

ya no les tengo miedo a estas palabras-

que no pegué un tiro

ni me largué a Siberia de eremita

ni me volví majara

porque –mal que me pese-

sigo siendo un Quintana.

Es decir, que sufrí con decoro,

sin lágrimas, tranquilo,

ese dolor callado que convierte a la muerte

en un juego de niños.

 

 

Escrito en Lecturas Turia por Emilio Quintana

Ana Blandiana y la conciencia de un pueblo

28 de julio de 2014 08:31:43 CEST

Ana Blandiana (n. 1942), poetisa, prosista y ensayista, es una de las conciencias artísticas y cívicas más importantes en el panorama de la literatura rumana contemporánea. Autora de catorce libros de poesía, dos volúmenes de relatos fantásticos, siete de ensayos y una novela, es la poetisa rumana actual más internacional. De su obra se han traducido cuarenta y seis libros a veinticuatro lenguas. Poetisa de excepción y, al mismo tiempo, una mujer extraordinariamente bella, carismática y valiente, Ana Blandiana es una figura legendaria de las Letras Rumanas.

El lugar que Blandiana ocupa en la literatura rumana es comparable al de Anna Ajmátova o Vaclav Havel en la literatura rusa o checa. En su obra el destino personal es emblemático de un destino colectivo. Sus versos expresaban el sufrimiento de todos y daban voz a los que no la tenían. Sus poemas se copiaron a mano, en samizdat, y circularon en miles de ejemplares. En 1989, después de la caída del régimen comunista, Blandiana fue una voz creadora importante en la sociedad civil. Fundó y presidió el movimiento Alianza Cívica (1991-2001) que contribuyó a la democratización del país.

Bajo la égida del Consejo de Europa, Ana Blandiana dirige junto con su marido, el también escritor y ensayista, Romulus Rusan, el “Memorial de las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia” ubicado en la ciudad de Sighet en el norte de Rumanía. Este museo que es también una institución dedicada a la investigación de la historia es considerado el tercer museo de la conciencia europea después del memorial de Normandía y el museo de Auschwitz. En 2009, por su contribución a la cultura europea y su lucha contra la injusticia, Blandiana fue condecorada con la más alta distinción de la República Francesa, la Légion d’Honneur.

En lengua española su escritura está representada por: una Antología poética bilingüe. Cosecha de Ángeles. Colección Cosmopoética. Lucena: Córdoba, Juan de Mairena, 2007), dos volúmenes de prosa fantástica, Proyectos de Pasado. (Cáceres: Periférica, 2008) y Las cuatro estaciones (Cáceres: Periférica, 2011). Ensayos y entrevistas suyos han sido publicados en periódicos como El País y ABC Cultural, entre otros.

              La selección de poemas que ahora publica TURIA procede del poemario de Ana Blandiana Mi patria A4 (2010).

 

 

 ANA BLANDIANA

 

Caza en el tiempo

 

Siento que soy la presa

Pero no sé de quién,

Pues las alas y las garras que descienden

Sobre mí,

Y me encadenan a la sombra

Mucho antes de alcanzarme

Carecen de nombre.

Sólo la frescura del aire dibuja

La amenaza que se acerca

Con cruda y voluptuosa lentitud.

 

Sé que no hay salvación, pero

Tampoco sé qué sería la salvación.

Si intento huir, la sombra también cambia

Amoldándose a mi horizonte como las nubes,

Feroz y protectora en su cuidado

De no perderme, presa de otro.

 

En la espera, los sobresaltos se confunden,

El pavor se mezcla plácidamente en el misterio

Desentrañar su enigma será mi sino:

Tengo que vivir hasta que encuentre la respuesta

Un tiempo igual al tiempo de la caza

En el que, al menos, sé que soy la presa.

 

 

 

Aglomeración

 

Enterrados en montañas de nieve,

No estaban nunca seguros de que la primavera regresara,

No sabían si el sol las derretiría,

Y cada año esperaban impacientes

Que los brotes florecieran otra vez.

 

¡Qué vida palpitante! ¡Qué emociones conmovedoras!

Cuando cada hecho estaba en manos de un dios,

Al que había que invocar, implorar y adular,

Que esperaba sacrificios – una especie de soborno metafísico –

Para cumplir con su deber.

 

Y los dioses pequeños dependían a su vez de unos dioses más fuertes,

Y los buenos se oponían a otros vengativos,

Y cada centímetro cuadrado lo habitaba

Un sinfín de jerarquías de seres invisibles

¡Era tan maravilloso perderse entre ellos

Sin molestar a nadie!

 

 

 

En las colinas

 

En las colinas, el alma

Recobra su aliento,

Lo verde le sienta bien,

Se revuelca en el pasto reciente

Mitad hierba, mitad aroma.

Respira hondamente, inspira, espira,

La primavera pasa a través de ella

Y la libera del miedo.

 

Boca arriba, en la alta pradera,

Miro las nubes deslizarse por el cielo

Al igual que el olor de heno pasa sobre las colinas,

Mis ojos y mi nariz

Descubren el misterio:

La dulce e incansable rotación en el caos

Que devana sobre el huso de los aires

Aromas y nubes.

 

Mientras, el alma

Se acostumbra a la tierra

Y respira profundamente.

 

 

 

 

Como en un espejo

 

Antes de que se acabe el día,

El sol desciende cada vez más rojo

Y la luna asciende aún roja –

Son casi iguales.

 

La hierba agostada por el calor

Y el áspero rastrojo

Parecido a una barba de días

No consiguen diferenciar

Los hilos negros

De sus pantallas

Colocadas cara a cara.

 

Suave confusión,

Parecida al momento en que al partir

Vuelves atrás la mirada,

Y percibes, como en un espejo,

Tu nacimiento.

 

 

 

 

Cara o cruz

 

Como la cruz apenas descifrada

De una moneda lanzada al aire,

A punto de caer y decidir

– Cara o cruz –

Sin saber qué destino va a designar

Así te vi,

Mientras caías

Cruzando los aires,

Rasgando las mortajas blancas de las nubes,

Dejándolas que te envolvieran,

Como si supieras que al final de la caída

Ibas a estrellarte sobre

El asfalto donde yo esperaba

Leer mi destino

En las entrañas del ángel.

 

 

 

Panales

 

Tú no has nacido,

Sino que naces

A cada momento,

Y no intentas

Estar allí, cuando estás aquí,

O aquí cuando vas allí.

Tú eres la materia audazmente salvada

De una respiración en otra,

Sin la cual no existiríamos.

Y, en realidad, no somos

Más que restos, formas vacías,

Panales de los que se ha escurrido

La miel de la eternidad.

 

 

 

Fin de temporada

 

Arrugada sobre la bóveda,

Como una piel vieja

Demasiado grande para lo que tiene que esconder:

El abismo

Del que los dioses fueron desalojados

Se vuelve más pequeño.

Un aire provisional, de paso,

De final de temporada,

Envuelve el universo

Con polvo amontonado en los rincones

Y naves abandonadas

Donde se leen poemas sin sentido.

 

Cambio de signo:

La estupidez suicida,

Sin darse cuenta siquiera,

Toma el poder.

 

 

 

 

La correa de la mochila

 

Desde estas cimas miro alrededor,

Veo abetos arrastrados por vientos fuertes

Y valles casi obscenos, oscuros y húmedos,

Y otras cumbres más pequeñas y más grandes

Que se observan y se miden entre sí.

 

Pueblos de hoja caduca se someten a las estaciones

Con una sabiduría que la lluvia pudre,

Y, entre ramas entrelazadas, esconden

Alimañas hambrientas y miserables.

 

¡Cuánta serenidad ante tantas derrotas!

 

La soledad toma la forma de las aglomeraciones,

Las multitudes son desiertos,

El retiro hacia las cimas bajo el peso

De los silencios hesicastas es siempre más inseguro,

Mientras que en el borde de los omóplatos

La correa de la mochila

Roza los muñones con restos de plumas.

 

 

                                                           Traducción Viorica Patea y Antonio Colinas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escrito en Lecturas Turia por Viorica Patea

Sospecha

28 de julio de 2014 08:22:56 CEST

Hay un clima de orfandad en las miradas,

un indicio o voltaje oscila ingrávido, aterido,

en el lento naufragio de la tarde.

¿Dónde abre la saqueada ciudad de la conciencia

Sus sendas hacia la huida?

Oscuras sombras se proyectan en la piel del muro.

Hay señales de lucha, de aguda agitación

que enrarece el aire.

Son los febriles pájaros de la sospecha,

su aleteo chasqueante en las esquinas,

en las cortinas dibujadas por la luz.

Pues vendrá el tiempo en su extensa curvatura

a encontrarme de nuevo, sentado aquí,

cuando todas las cosas se cumplan.

Pero no es miedo,

sino cansancio enorme de buque embarrancado,

mordido para siempre por rocas asesinas.

Eso sí es plenitud.

No la noche inevitable,

perdido ya el combate de antemano.

Escrito en Lecturas Turia por Juan Manuel Villalba

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