Carme Riera es una institución de la cultura mallorquina, catalana y española. Con una producción de más de 40 títulos publicados, en narrativa y ensayo; un número casi igual de galardones –entre los últimos, el Premio Nacional de las Letras Españolas- y una incansable actividad académica y como gestora cultural, parecería que el concepto “mujer de letras” se hubiera acuñado para ella.
Debo a Carme Riera, en primer lugar, que me hiciera leer el Quijote cuando yo era un desorientado estudiante y ella una jovencísima profesora de literatura en la Universidad Autónoma de Bellaterra. En los años que han seguido nos hemos ido encontrando en multitud de escenarios: el mundo literario barcelonés, por supuesto, pero también las ferias de libros de Frankfurt o de Guadalajara, en México; durante la celebración del Año del Libro 2005, donde dedicó una inolvidable exposición a los capítulos catalanes de Cervantes; en los jurados del premio Princesa de Asturias de las Letras; en La Vanguardia, donde yo trabajo y ella es colaboradora ilustre. Me invitó, y acudí encantado, a su entrada en la RAE, que presidió la entonces princesa Letizia, y tuvo la generosidad de proponerme y apadrinarme para la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. Se trata de una persona con autorictas, que no duda en ejercer cuando toca, y también por esta razón es muy respetada.
Tengo un gran afecto por Carme Riera, me divierto siempre que hablo con ella presencialmente o por teléfono –está muy al día de todo y despliega un sentido del humor bastante agudo- y admiro su capacidad para multiplicarse, haciendo cosas útiles para la comunidad y al mismo tiempo trabajando en su obra literaria, sin bajar el nivel y aceptando retos tan ambiciosos como la reciente biografía de Carmen Balcells. Por todo ello ha sido un placer aceptar la invitación de Raúl Carlos Maícas para mantener con ella este diálogo epistolar en el que hemos trazado un recorrido panorámico de su trayectoria. Con Carme siempre se aprende.
“En casa los libros eran algo muy familiar, aunque yo aprendiera a leer muy tarde”
- Naciste en Palma de Mallorca en 1948, plena posguerra. En 2013 publicaste tus memorias de infancia, Temps d´innocencia / Tiempo de inocencia. Por sus páginas desfilan la relación con tu madre; la abuela Catalina; el colegio católico del Sagrado Corazón; el Domund, la bodega de la esquina, el nacimiento de tu hermano menor, los sabañones causados por el frío… ¿Cómo escribiste este libro? ¿Con esquema y apuntes, o bien dejaste ir a la memoria?
- Saqué a pasear la memoria y los recuerdos fueron emergiendo creo que ajenos a mi voluntad, como si se hubieran quedado en un cesto de cerezas se enlazaron unos con otros y así surgió el libro.
- ¿Qué recuerdos infantiles guardas en relación con el mundo del libro, al que ibas a dedicar toda tu vida?
- En casa había una buena biblioteca y toda mi familia leía, de manera que los libros eran algo familiar. Además, había escritores entre mis antepasados. El tatarabuelo, Fernando Weyler, escribió varios libros entre ellos uno sobre Ramon Llull y no deja de parecerme curioso que Sánchez Dragó le plagiara unas páginas en su Gargoris y Habidis. El bisabuelo, Eusebio Estada, publicó libros de carácter técnico por su condición de ingeniero de caminos canales y puertos. La poeta Maria Antònia Salvà era prima de mi abuela… De manera que los libros eran algo muy familiar, aunque yo aprendiera a leer muy tarde…
- Estudiaste filología en Barcelona. ¿Por qué en esta ciudad?
- Los mallorquines solíamos estudiar en Barcelona, más cercana que Madrid, además mi madre era catalana y mi abuela materna y mis tías vivían en Barcelona.
“Escribía cuentos desde la adolescencia”
- Publicas muy joven, en 1975, un libro de relatos que había ganado un premio y del que se habló mucho: Te deix, amor, la mar com a penyora (Palabra de mujer, en la edición en castellano) ¿Qué proyecto literario tenías al escribirlo?
- Ninguno, escribía cuentos desde la adolescencia. Las monjas del Sagrado Corazón, las mismas que educaron a Mme. de Merteuil de Les liaisions dangereuses, cuidaban mucho la redacción y nos enseñaron a escribir cartas. Te deix, no es otra cosa que una carta…
- ¿A qué atribuyes su inmediato éxito?
- Creo que abordaba un tema tabú, el amor entre dos mujeres, de eso no se hablaba y menos se escribía en aquella época. Te deix ganó el Premio Recull de Blanes en 1973, luego, al publicarse en el 75, tuvo mucho éxito porque trataba con desenvoltura de ese tipo de amor llamado amistad. Además el catalán permitía –ya que la primera persona del pronombre personal en plural no marca el sexo–, que no se desvelara hasta el final que no se trataba de un amor heterosexual.
- De ti y de Montserrat Roig se dice en esa época que introducís en la narrativa en lengua catalana –y en cierta medida en la española- de esa época, años 70, cuestiones de intimidad, de sensibilidad, un enfoque femenino. ¿Qué queda de todo aquello?
- No creo que quede demasiado. Los tiempos han cambiado mucho.
“Con Montserrat Roig hicimos un pacto: jamás hablaríamos mal la una de la otra”
- ¿Qué hay de paralelo y qué hay de divergencia en las trayectorias de Montserrat Roig, con la que mantuviste una gran amistad, y la tuya?
- Comenzamos a escribir en la misma época, aunque Roig publicó antes y nos comprometimos, como se decía entonces, con el antifranquismo y el feminismo militante. Montserrat además se dedicaba al periodismo y era más combativa que yo. Como alguna vez trataron de enfrentarnos, hicimos un pacto: jamás hablaríamos mal la una de la otra y mucho menos de nuestros libros nos gustaran o no. Cuando murió me juré a mí misma que en mis intervenciones sobre literatura buscaría cualquier pretexto para recordarla y lo he venido cumpliendo.
- Desde el inicio utilizas en tus libros la variante mallorquina del catalán. ¿Qué ventajas y qué condicionamientos te supone?
- El mallorquín o si prefieres la variante dialectal catalana de Mallorca, es mi lengua de infancia, mi lengua familiar. Mi vocabulario mallorquín no siempre coincide con el catalán del Principat. Además, creo que es mucho más rico que el estándar barcelonés y eso es una ventaja. Tiene eso sí, inconvenientes, los correctores a menudo no aceptan los mallorquinismos. Recuerdo que en un relato me cambiaron “gorrions”, usual en mallorquín, porque les pareció un castellanismo, por “pardals”, pájaros en catalán, palabra que en mallorquín significa órgano genital masculino… Menos mal que llegué a tiempo de remediarlo.
- ¿Cómo ves tu obra literaria en relación con la tradición literaria mallorquina?
- No me lo he preguntado nunca, pero sí te puedo decir que creo que pertenezco al grupo de escritores que comienzan a publicar en los setenta, algunos un poco antes, como Guillem Frontera, Gabriel Janer Manila o Maria Antònia Oliver, y que contamos con un antecedente de la categoría de Miguel Àngel Riera, cuyas novelas, magníficas, son poco conocidas y con otro de tipo popular, Rondaies mallorquines, una maravilla por el tipo de lengua, viva, espontánea que hoy la apisonadora de la TV ha barrido y es una pena.
“Camilo José Cela tiene cuentos, libros de viajes y novelas estupendas”
- En los años 50 y 60, cuando tú te estabas formando, vivían en Mallorca dos figuras que han quedado para la posteridad: Llorenç Villalonga y Camilo José Cela. ¿Qué opinión te merecen?
- A Villalonga no le conocí, mi padre no me dejó. Mi familia no tenía muy buena relación con él, porque mis abuelos le habían alquilado una casa y, al parecer, se había ido sin pagar. Puede que fuera un mal inquilino, pero era un gran escritor, Mort de dama y Bearn son magníficas. A Cela sí le conocí, en la relación personal era una persona educadísima, nada que ver con el personaje que le gustaba exhibir y tiene cuentos, libros de viajes y novelas estupendas.
“Uno de los hombres más fascinantes que he conocido es don José Fernández Montesinos, concuñado de Federico García Lorca”
- En tu segundo libro de relatos, Jo pos per testimoni les gavines, abordas temas muy característicos de la época de la Transición, como el retorno y la reivindicación de los intelectuales exiliados y en el caso de uno de los personajes femeninos, su relación con los campos de exterminio nazi.
- Sí, me preocupaban esos temas. La cuestión del exilio siempre me pareció y me sigue pareciendo un horror, además por la época en que están escritos los cuentos de Jo pos… traté asiduamente a uno de los hombres más fascinantes que he conocido, don José Fernández Montesinos, concuñado de Federico García Lorca, que acababa de regresar del exilio y que me contó muchas cosas de su peregrinaje.
“El feminismo es un deber y un compromiso ético”
- De tu primera novela larga, Una primavera per a Domenico Guarini/Una primavera para Domenico Guarini observaste que era también tu “primera y única novela militante. Militante del feminismo y de las libertades”. ¿Qué ha significado el feminismo para ti?
- Un deber y un compromiso ético. El feminismo comporta, en primer lugar, la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres y aunque en esta lucha hemos avanzado mucho queda todavía bastante camino por recorrer.
- Una primavera per a Domenico Guarini se centra en un joven que ha atentado contra un cuadro de Botticelli, anticipando el “síndrome de Stendhal”. Una periodista está tan interesada en cubrir el caso que se desplaza a Florencia. ¿Clara Alabern es un “alter ego” tuyo?
- En parte, pero solo en parte, por el común interés por el feminismo y porque está, como yo, bastante literaturizada. También por la fascinación por la pintura y por ciertos cuadros como El nacimiento de la Primavera de Botticelli.
“Echo de menos la intensidad de la gente de mi generación, que es la del 68”
- Señalas a propósito de esta novela que “nosotros, la gente de mi generación, que es la del 68, queríamos cambiar el mundo con la fuerza del amor”… ¿Echas de menos la intensidad de aquella época?
- Cada minuto de mi vida.
- Tras Domenico Guarini, te embarcas en dos sucesivos proyectos ambiciosos, novelas históricas de gran formato: Dins el darrer blau / En el último azul (1994) y Cap al cel obert / Por el cielo y más allá (2000). La primera se centra en un duro episodio de la Inquisición mallorquina, que juzga a un grupo de conversos que al intentar huir de la isla son atrapados, juzgados y tres de ellos, quemados vivos. Abordas el tema del judaísmo, lo que te lleva a la cuestión de los xuetas mallorquines. ¿Cómo habías vivido esta problemática?
- De una manera directa. Cuando yo era pequeña la cuestión de los descendientes de los conversos sacrificados en los Autos de Fe de 1691 todavía estaba muy viva. Los sambenitos con los nombres de las víctimas no desaparecieron del claustro de Convento de Santo Domingo hasta que este fue derruido, tras abolirse la Inquisición, de manera que había una serie de apellidos que identificaban a los descendientes de aquellos marcados, como xuetas y objeto de burlas e insultos. Pero incluso después de abolida la Inquisición en 1834, la gente guardó en su memoria esos apellidos. Yo recuerdo como algunos niños eran objeto de humillación y befa por esa razón tan injusta, cosa que me impresionaba mucho y cuando fui mayor quise saber de donde procedía ese desprecio y comencé a investigar…
- Cap al cel obert / Por el cielo y más allá está ambientada en el siglo XIX y en el mundo de los indianos, con dos hermanos instalados en La Habana y dos mujeres que han de viajar al Caribe para casarse con ellos. Mallorca es tierra de indianos. ¿La inspiró tus propias reminiscencias familiares?
- En parte sí, mi antepasado el general Valeriano Weyler estuvo en la guerra y fue objeto de muchas fake news por parte de los americanos y también de los mambises. No hizo las animaladas que le atribuye la leyenda negra, que tanta tendencia tenemos a creernos los españoles. Era un militar íntegro, constitucionalista, que se opuso al directorio de Primo de Rivera. Mi abuela, que tan importante fue para mí, me contaba continuamente cosas de Cuba.
- Volvemos a Mallorca con tu última novela. Una ombra blanca/Una sombra blanca, se centra en la crisis vital de una soprano estadounidense, que le lleva a rememorar una infancia ambulante y una estancia mallorquina de su pasado. ¿Qué crees que aporta respecto a tu obra narrativa anterior, y en qué se nutre de experiencias tuyas recientes?
- Tiene muy poco que ver con mis novelas anteriores, pese a que también, en la segunda parte, el escenario sea mallorquín y coincida con el de mi infancia, aunque la mía transcurría en Deià y la de mi protagonista en el pueblo inventado de Fosclluc, que ya aparece en Te deix amor la mar com a penyora. En cuanto a lo que aporta, tal vez ciertos aspectos esotéricos de los que nunca traté antes. La novela parte de una experiencia ECM y de una pregunta que a todos nos interesa: ¿Hay vida después de la muerte?
- ¿Qué es lo que te resultó más difícil a la hora de redactarla?
- Conseguir ensamblar las diferentes voces.
“Los autores de la Escuela de Barcelona eran estupendos”
-Tienes, como mínimo, una doble dirección muy marcada, como narradora en catalán y como investigadora literaria en castellano. En 1988 ganas el premio Anagrama de Ensayo con tu libro La Escuela de Barcelona. Barral, Gil de Biedma, Goytisolo: el núcleo poético de la generación de los cincuenta. Un tema sobre el que has vuelto regularmente. ¿Qué te interesa de este grupo y esta generación?
- Eran unos escritores estupendos, me encantaba leerlos y además cuando empecé a trabajar sobre ellos estaban vivos y podías preguntarles, lo que era una ventaja
- ¿Cuál es tu recuerdo personal de Carlos Barral?
- Me citaba en el Senado para hablar de su obra y me presentaba a sus colegas: “Esta chica se dedica a estudiar mi obra”, lo decía pavoneándose. Por entonces creo que solo Masoliver le había dedicado un artículo. Barral era conocido como editor, pero desconocido como poeta.
- ¿Y de Jaime Gil de Biedma?
- Me dedicó el ejemplar de Las personas del verbo repleto de notas mías con este texto: “Para Carmen, este libro que también ha escrito ella.” Tuve un disgusto morrocotudo el día que unos chorizos en el parquin de la Autónoma me abrieron el coche y me robaron la cartera con los apuntes de clase y, entre otros libros, éste para mí tan especial.
“José Agustín Goytisolo era, si no estaba deprimido, divertidísimo”
- ¿Y de José Agustín Goytisolo?
- A José Agustín le traté mucho más que a Carlos y a Jaime y le quise mucho, porque era un tipo estupendo y, si no estaba deprimido, era divertidísimo. Su muerte fue un trauma para mí. Como yo lo llevaba muy a menudo a leer sus poemas a la Universidad Autónoma, pensamos con Ton (Asunción Carandell), su mujer y su hija Julia en crear una cátedra con su nombre que recogiera sus manuscritos, cartas y libros, etc. Hoy la Cátedra José Agustín Goytisolo que todavía dirijo acoge todos estos materiales a disposición de los investigadores.
“Cuento con el lujo enorme de tener dos lenguas que además son primas hermanas y las defiendo y quiero por igual”
- Tu dedicación al grupo barraliano nos permite hablar del contacto en Cataluña entre la literatura en lengua catalana y en lengua castellana, del que Barral y tú constituís dos buenos ejemplos. Es un contacto que ha sido habitual pero posiblemente se ha estudiado poco. ¿Qué piensas al respecto?
- Cuento con el lujo enorme de tener dos lenguas que además son primas hermanas y las defiendo y quiero por igual, aunque tanto a los de un lado, como a los del otro, eso no les guste mucho. Y sí, como tú dices y lo sabes bien, se ha estudiado poco.
“Martín de Riquer trabajó sobre textos catalanes y castellanos sin ningún problema de mala conciencia”
- Una investigación interesante que hiciste en su día fue sobre la recepción del Quijote por parte del nacionalismo catalán con motivo del tercer aniversario de su publicación, en 1905. Te lo encargó Martín de Riquer. ¿Qué puedes decirnos de esta gran figura de la historia y la filología?
- No me lo encargó Riquer, pero él me propuso para que yo entrara en la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona. Me hizo mucha ilusión que el maestro Riquer pensara en mí y, como yo había ido a sus estupendas clases sobre el Quijote, consideré que debía centrar mi discurso sobre un tema cervantino y me dediqué a estudiar la recepción del libro de Cervantes en la prensa catalana en 1905. Riquer era un sabio, un gran experto internacional en literatura medieval, al que le interesaban temas muy variados y que trabajó sobre textos catalanes y castellanos sin ningún problema de mala conciencia…
“El hecho de que ahora en el Parlamento se utilicen las lenguas cooficiales me parece positivo”
- En el 2016 encabezas, con Manuel Rivas, Bernardo Atxaga, Daniel Innerarity y Manuel Cruz, el apoyo a un “Manifiesto por el desarrollo de la pluralidad lingüística de España”. La iniciativa entroncaba con una proposición de ley orgánica para racionalizar y aumentar la visibilidad y el uso de las diferentes lenguas en los estamentos del Estado, asegurar su presencia conjunta en la educación de las autonomías españolas y consolidar su reconocimiento simbólico. Se eleva al Senado y ahí se encalla. ¿Por qué este tema no se acaba de resolver?
- El hecho de que ahora en el Parlamento se utilicen las lenguas cooficiales me parece positivo.
- Tu activismo cultural catalanista no te impidió manifestarte contra el proceso independentista. ¿Cómo juzgas ahora lo que ocurrió en Cataluña en el periodo 2012-2019?
- Creo que las cosas se hicieron enormemente mal y que además se actuó con prisa y sin buscar el necesario consenso.
- ¿Qué ha representado para ti dedicar cuatro décadas de vida profesional a la Universidad? ¿Cómo has compatibilizado esta dedicación con la literaria?
- Un lujo. Podía hablar de literatura por la mañana, tratar de contagiar mi entusiasmo por los autores a la gente joven, y escribir por la noche. Por la tarde estaban mis hijos, mi marido, las labores propias de mi sexo, como se decía por entonces.
“Me aburro si no pruebo géneros nuevos. Cada libro es un reto”
- En los últimos años experimentas con distintos géneros. En L'estiu de l'anglès/El verano del inglés la novela gótica.
- Me aburro si no pruebo géneros nuevos. Cada libro es un reto.
- Abordaste la parodia política en Amb ulls americans / Con ojos americanos, que te permitió analizar Cataluña con la mirada de un periodista yanqui, con repasos a los grandes tópicos y en tono de farsa.
- Sí, aunque Ferran Mascarell (ex regidor de cultura del Ayuntamiento de Barcelona y ex conseller de Cultura de la Generlitat), cuando presentó el libro me dijo que me había quedado corta –él todavía no se había hecho indepe–, no gustó nada en Cataluña. Es mi libro menos reeditado.
- Te lanzas al género negro con Natura quasi morta, que ambientas en la Universidad Autónoma de Bellaterra, de donde has sido profesora muchos años y donde yo te conocí.
- Me hacía ilusión saber si sería capaz de escribir una novela negra de campus y además me desesperó mucho que en 2007 desapareciera Romain Lannuzel un estudiante Erasmus del que nunca volvimos a saber nada, y traté de que se volviera a poner en marcha su búsqueda a través de mi novela, cosa que sucedió. Los Mossos reabrieron el caso, pero infructuosamente, aunque su foto se encontró en casa de un depredador sexual, hoy en la cárcel, por matar a otro estudiante, no se tiró de ese hilo.
“Los asesinos de paisajes han destrozado gran parte de la belleza de Mallorca”
- En 2013 fuiste elegida académica de la RAE. Tu discurso de ingreso versó sobre los viajeros literarios a Mallorca. El título, “Sobre un lugar parecido a la felicidad”, remite a un texto de Jorge Luis Borges enviado a su amigo Jacobo Sureda en 1926. Para el autor de El Aleph, "Mallorca es un lugar parecido a la felicidad, apto para escenarios de dicha, y yo -como tantos isleños y forasteros- no había poseído casi nunca el caudal de felicidad que uno debe llevar dentro para sentirse espectador digno (y no avergonzado) de tanta claridad de belleza". Dio la impresión por tu intervención de que no estabas muy de acuerdo con ese enfoque.
- Con la cita de Borges sí estoy de acuerdo, lo que no estoy de acuerdo es con los asesinos de paisajes que han destrozado gran parte de la belleza de la isla.
“No hay trabajo mejor para una escritora o un escritor que ser académico de la RAE”
- ¿Qué ha representado este nombramiento para ti? Sé que vas puntualmente a la RAE todos los jueves. ¿De qué te ocupas?
- Me hizo muchísima ilusión, además fue inesperado. Algunos de los autores más admirados por mí, como Riquer o Gimferrer –que fue uno de los tres que me propusieron, junto a Carmen Iglesias y a Pombo–, eran académicos. Voy todos los jueves, porque además ahora soy vicedirectora. Como el resto de los académicos me ocupo de trabajar con las palabras. Creo que no hay trabajo mejor para una escritora o un escritor.
- Has obtenido muchos galardones a lo largo de tu carrera, y en el 2015 uno que constituye una coronación, el Premio Nacional de las Letras españolas. ¿Cómo lo viviste?
- Con una enorme emoción, sinceramente y no menos agradecimiento al jurado.
- Incluso has sido profeta en tu tierra, en 2018 el gobierno balear te concede la Medalla d'Or de les Illes Balears.
- Jaja, no creas, lo que ocurre es que vivo solo a medias en Mallorca, paso mucho tiempo aquí, en Barcelona.
“En este país, que creó la picaresca, con demasiada frecuencia se olvida que el que piratea un texto lo está robando”
- También desempeñas la presidencia de la entidad CEDRO. ¿Qué haces al frente de esta entidad? ¿De dónde sacas tiempo y energía para tantas cosas?
- Trabajamos por la defensa de los derechos de autor, que no siempre se tienen en cuenta. En este país, que creó la picaresca, con demasiada frecuencia se olvida que el que piratea un texto, lo está robando. En cuanto al tiempo, la verdad es que me falta para muchas otras cosas que también me interesan, como la jardinería y la costura.
- Tu novela Les darreres paraules / Las últimas palabras gira en torno al archiduque Luis Salvador de Habsburgo, primo de la emperatriz Sissi, naturalista y ecologista a su manera, con una hermosa finca mallorquina. ¿Qué te llevó hasta él?
- Veraneamos en Deià, en una casa situada en tierras que fueron de los herederos del archiduque y en la infancia conocí a la esposa de Vives, secretario del archiduque, doña Aina, nuestra vecina, que contaba cosas extraordinarias de sus singladuras a bordo de la goleta Nixe con su alteza imperial. Además cuando trabajaba como comisaria de la exposición que Palma dedicó a la figura del Arxiduc en el centenario de muerte en 2015, encontré la correspondencia de mi bisabuelo Estada al archiduque, y supe que le había ayudado con datos para el Die Balearen. El archiduque, por otro lado, era una referencia habitual en la Mallorca de mi infancia. Mi abuela, que le conoció, porque él frecuentaba su casa, contaba infinitas anécdotas.
“Sin Carmen Balcells, es posible que García Márquez no hubiera llegado a ser tan importante”
- Con Carmen Balcells, traficante de palabras, emprendiste la ambiciosa y exhaustiva biografía de la agente literaria catalana (1930-2015), una de las figuras más influyentes del mundo del libro contemporáneo. ¿Por qué este proyecto?
- Porque tenía mucho cariño y admiración a Carmen y porque me apetecía cumplir con lo que me pidió irónicamente, que tras su muerte abriera la causa de su beatificación...
- Fuiste amiga de Balcells. ¿Qué es lo más importante que has aprendido de ella que no supieras previamente?
-Por ejemplo, su relación con Fidel Castro. A través de García Márquez, se conocen en La Habana y ella le pide durante una fiesta mayores libertades para Cuba. A Castro le sienta muy mal y le contesta en muy mal tono. Muestra la arrogancia de Carmen: hablar con un poderoso y pensar que le va a hacer caso, cosa que a veces conseguía. Después se reconcilian y cuando Castro vino a España ella fue a verle a Santiago.
- El contacto con García Márquez le cambió la vida, en lo económico y en la vida cotidiana.
- Sí, su encuentro de 1965 fue fundamental, pero también para él. Sin Carmen es posible que no hubiera llegado a ser tan importante, quien sabe si le hubieran dado el Nobel. García Márquez le transmitió cierto sentido supersticioso, que Carmen cultivó mucho, con astrólogos y pitonisas.
- ¿Cómo consiguió llevar a la vez dos autores peleados entre sí como García Márquez y Vargas Llosa?
- Porque los quería muchísimo a los dos, era una cuestión de cariño. Y estupenda mano izquierda.
“Desde el punto de vista de los autores, Carmen Balcells pasará a la historia como la persona que nos devolvió la dignidad”
- La agencia Balcells se ha identificado mucho con ellos, aunque revelas que en cierto momento los máximos ingresos se debían a Isabel Allende. ¿Qué otros escritores fueron los más próximos?
- Entre los españoles, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán y José Luis Sampedro se hicieron muy amigos de Carmen. Cuando murió Vázquez Montalbán recuerdo su enorme dolor.
- Sin duda fue un gran carácter. La defines como una personalidad barroca, “un oxímoron”.
-Podía tener una emotividad fortísima y a la vez ser muy déspota, de la manera en que lo son los genios, de forma arbitraria.
- Uno de sus logros fue la reforma impositiva para los escritores.
La llamada clausula Balcells es el gran favor que nos hizo a todos, al escalonar las declaraciones de los derechos de autor en concepto de adelanto.
- ¿Cómo pasará Carmen Balcells a la historia?
- Desde el punto de vista de los autores, como la persona que nos devolvió la dignidad. Luchó por los derechos de autor como nadie, y fue la primera agente del mundo hispano durante sesenta años. Sin ella no hubiera habido boom literario hispanoamericano. O hubiera sido muy distinto, o no se hubiera escrito con B de Barcelona.
“La comprensión lectora en nuestro país está bajo mínimos y eso implica una merma terrible”
- Como articulista, uno de tus temas recurrentes es el descenso de las capacidades de lectura en las últimas décadas. Y como profesora te has quejado a menudo de la bajada de nivel en los alumnos universitarios.
- Una verdadera lástima. La comprensión lectora en nuestro país está bajo mínimos y eso implica una merma terrible. Si no eres capaz de entender un texto, has perdido la capacidad crítica y eres carne de cañón, perfectamente manipulable.
- Eres de los pocos autores, quizás la única, que has estado presente en las tres comparecencias españolas como invitado en la Feria del Libro de Frankfurt: la de 1991, la catalana del 2007 y la del 2022. ¿Qué cambios experimentaste de una a otras?
- Para mí la mejor, tal vez porque era joven, fue la del 91. En 2007 Cataluña tiró la casa por la ventana y creo que hizo una muy buena puesta en escena. La del 2020 me pareció de ambición y presupuesto menor en comparación, sobre todo, a la organizada en el 91 también por el Ministerio de Cultura. Además, noté que la Feria en vez de ir como un tiro, algo que me deslumbró en el 91, andaba con dificultades. Me preocupa pensar que el mundo editorial, pese a los datos que se nos ofrecen, decrece.
“En España no se ha hecho una política cultural de altura”
- ¿Cómo crees que ha evolucionado la cultura española en los ya 46 años que llevamos de democracia, si contamos a partir de la aprobación de la Constitución?
- La cultura interesa poco, a la gente le interesan otras cosas, como el deporte. Se puede vivir la mar de bien siendo un perfecto inculto, sin haber entrado nunca en un museo ni leído un libro ni asistido a un concierto. Y es una lástima porque se pierden maravillosas posibilidades de ensanchar la vida. Es una pena, pero en España no se ha hecho una política cultural de altura porque a muchos políticos les ha importado muy poco que seamos cultos o no. Ellos tampoco lo son.
- ¿Y la gestión política de la cultura?
- No tengo una opinión demasiado buena de la gestión de política cultural. Creo que hay un dato que lo resume: el bajo presupuesto destinado a Cultura por parte del gobierno, tanto el estatal como los autonómicos.
- Tú has defendido la monarquía como una institución positiva para España, y también para su cultura.
- Me siento monarquicana. Creo que nadie mejor que los Reyes don Felipe y doña Leticia encarnan los principios republicanos y además nos representan fuera del país mejor que nadie. No encontraríamos ningún presidente de una futura República española que lo hiciera mejor que don Felipe.
- Para acabar me gustaría pedirte una breve reflexión sobre un tema muy concreto: ¿cómo crees que hubiera sido tu vida sin la literatura?
- No habría sido vida.