Sus declaraciones constituyen todo un revelador autorretrato de dos nombres propios con sólida trayectoria dentro de la cultura española de nuestros días.
Pintor y escritor hablan con absoluta libertad, y lo hacen de forma relajada, amplia y sin cortapisas, enriqueciendo con sus criterios un amplio repertorio de temas: la ansiedad de las influencias, la delicadeza y perfección de las pinturas primitivas, la idea de que un cuadro es siempre un cúmulo de accidentes o las afinidades con Picasso o Miró. Conoceremos también qué piensan sobre la guerra civil, los maniqueísmos ideológicos en la vida y en la literatura, el oficio de diarista, la necesidad de autocrítica o la capacidad del novelista para contar las cosas que la historia no puede contar.
MIQUEL BARCELÓ: “DESCUBRIR LAS PINTURAS PRIMITIVAS FUE UNA DE LAS GRANDES IMPRESIONES DE MI VIDA COMO ARTISTA”
Miquel Barceló conversa en TURIA con un interlocutor que lo conoce muy bien: Enrique Juncosa, crítico de arte y comisario de exposiciones. Ese tono de sincera complicidad entre ambos permite que el lector descubra cuáles son las influencias, las lecturas y los pintores de Barceló. Artista prolífico, y tal vez por ello desigual, tiene a su favor una proteica capacidad de reinvención y la facultad de llegar al mismo tiempo a públicos muy amplios.
El creador mallorquín forma parte en la actualidad del reducido número de artistas españoles con indiscutible éxito y presencia internacional. Barceló es, en España, lo que los anglosajones llaman “a celebrity”, aunque también tenga, quizás por eso, no pocos detractores. En cualquier caso, Barceló prosigue su carrera ajeno a estas cuestiones, sin darse ningún descanso: Madrid, París, Nueva York, Lisboa, Japón serán o han sido algunos de los lugares donde ha mostrado últimamente su trabajo.
Barceló reconoce que una de las grandes impresiones de su vida como artista la obtuvo en su visita a la cueva de Chauvet: “es la Capilla Sixtina de las pinturas primitivas. La delicadeza y perfección de esas pinturas me causaron una enorme impresión”.
Preguntado por Jackson Pollock, Barceló lo considera como un emblema de la idea de pintor, la imagen del pintor sobre el cuadro. Además, “un cuadro es siempre un cúmulo de accidentes, incluyendo errores y decisiones automáticas”.
“Hay pocos pintores contemporáneos que me gusten”, dice Barceló. Sobre Picasso, el momento que más le atrae es “el primer cubismo, con los collages, con papel de periódico y con arena. Es un momento heroico y fantástico, más radical y sobrio”. Y Miró siempre es una referencia: “es un pintor completo, con obras prodigiosas”.
Barceló se declara un gran lector y de ahí que durante la conversación hable de literatura: “Baudelaire y Rimbaud han sido importantes para mí, aunque no sabría decir cuál es la relación directa entre la poesía y mis cuadros”. Lee también mucha novela y cita, entre sus últimas experiencias positivas, obras de Russell Banks, Erri de Luca o Ian McEwan. Sobre la literatura en castellano no alberga dudas: “está dominada por los latinoamericanos. Rulfo, Lezama y Borges son los tres grandes escritores”.
Concluye la entrevista a Barceló con un revelador autoanálisis: “siempre he pensado que mi obra era pendular. Llenar y vaciar. Pero no sé muy bien cómo ocurre. Es la necesidad de las dos cosas, la necesidad de llenar y de vaciar. Mis cuadros vacíos lo están, en todo caso, porque he borrado lo que había antes en ellos”.
ANDRÉS TRAPIELLO: “LA INMENSA MAYORÍA DE MIS LECTORES PERTENECE A LA TERCERA ESPAÑA”
Andrés Trapiello se muestra, en esta caudalosa e impecable entrevista que ha realizado Emma Rodríguez, locuaz e inteligente. La periodista lo describe como un hombre de letras que se mueve como pez en el agua en el juego dialéctico. Alguien que se expresa como un torrente: un torrente de ideas, de circunloquios, de certezas e interrogantes que va manejando como un maestro de los malabares.
En la conversación, que se inicia en torno a su última novela “Ayer no más”, la guerra civil tiene mucho protagonismo. De una parte, porque Trapiello siempre quiso aprender a escribir para contar un conflicto que fue un hecho determinante en su familia. Ahora ha conseguido superar el reto de elaborar una novela no guerracivilista, una obra coral, que reflejase a todo el mundo.
Otro texto fundamental de Trapiello es “Las armas y las letras”, un libro mercenario que sin embargo ha permitido una reescritura más equilibrada de la historia de la literatura española. Un ensayo exhaustivo de muchos escritores en que se aborda su relación con la guerra civil desde la ecuanimidad. Y en el que se plantea la “similitud de las retóricas y de la barbarie de los dos bandos, sobre todo en la retaguardia”. En este asunto, como en tantos otros, Trapiello nos invita a ver “que todo es más complejo, más difícil, de lo que nos han dicho, que no todo es un blanco o un negro absolutos”. De ahí que considere que, ante la acogida a ese libro revelador, Trapiello considere que “la mayoría de mis lectores pertenecen a la tercera España”.
Cuestionado sobre la tesis del “todos son iguales” tanto sobre el pasado como sobre el presente, Andrés Trapiello argumenta: “no todos eran iguales en la guerra civil, ni muchísimo menos, pero todos los asesinos y todos los totalitarios sí lo eran, y me da igual que sean de izquierdas o de derechas. Me da igual un nazi que un estalinista. Son asesinos, son gente que está contra la libertad. (…) Pero en democracia caben las diferencias. El problema está en el que no es demócrata. Cuando la gente dice: todos son iguales, hay que responderles que, por fortuna, no es así”.
Sobre historia y literatura, Trapiello lo tiene claro: “la novela es a veces la única capaz de contar las cosas que la historia no puede contar porque está muy cerca de ella”. Y “el novelista puede resultar más verosímil que la propia historia a través de una ficción”. Pese a ello, el inconveniente de los relatos sobre la guerra civil es que “la voz del narrador, del protagonista, tiñe excesivamente el discurso que viene a continuación”. En cualquier caso, y como dice el protagonista de su novela “Ayer no más”, Trapiello declara su hartazgo ya de escribir sobre el asunto: “ambos estamos de la guerra civil hasta el copete”.
A propósito de los hechos del presente, de lo que está pasando, Trapiello asegura que “hay que evitar que las circunstancias nos lleven a todos a un callejón sin salida”. Y es que, “en el momento en el que la gente vea que no tiene para comer, en el momento que vea que tiene a toda la familia en el paro, inmediatamente todo eso se va a ir radicalizando, porque no puede ser que tengamos a los hijos en el paro mientras que los banqueros continúan especulando y ganando no sé cuánto dinero…”. No obstante, reconoce que “no sé lo que pasará porque no soy adivino, pero yo no creo, a pesar de todo, que la democracia esté en peligro. Según los indicios que veo aún no hemos llegado a unos niveles de crispación extremos”.
TURIA es, con 30 años de trayectoria y periodicidad cuatrimestral, una de las publicaciones culturales españolas más veteranas y reconocidas, por cuya labor obtuvo el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.