La revista TURIA, para festejar sus 30 años de trayectoria, ofrece en su número de noviembre dos extraordinarias entrevistas a fondo y en exclusiva con el escritor norteamericano Paul Auster y con el filósofo español Fernando Savater. Ambos son dos nombres propios indiscutibles de nuestra cultura contemporánea, dos autores cuya obra  sigue fascinando a sucesivas generaciones de lectores. De ahí que sus declaraciones constituyan todo un revelador autorretrato y, sobre todo, brinden una mirada inteligente y oportuna acerca del mundo que nos rodea. Una perspectiva que merece la pena ser muy tenida en cuenta en estos tiempos convulsos.

Auster y Savater hablan en TURIA sincera y libremente de un amplio repertorio de temas. Y lo hacen con la convicción y sabiduría de quienes atesoran un notable prestigio y un significativo bagaje vital. Por eso, ambos nos enriquecen con sus observaciones acerca de asuntos que van más allá del análisis de la propia obra, de su aventura anímica o intelectual. Así, además de conocer sus respectivos referentes, sus señas de identidad o sus lecturas, averiguaremos lo que piensan sobre el papel del escritor o la visión de la infancia. No faltan reflexiones sobre la vejez, la situación de las democracias, el terrorismo o la defensa de una educación laica.

 

PAUL AUSTER: “ADMIRO A QUIENES TIENEN EL VALOR DE CAMBIAR DE OPINIÓN”

François Busnel conversa en TURIA con Paul Auster (Nueva Jersey, 1947) y lo hace con una complicidad que vence cualquier reparo o resistencia del interlocutor. Y es que, a sus 65 años, Paul Auster parece con más fuerza que nunca. Además, el autor de libros como “La invención de la soledad” o “La música del azar”, es de esos escritores que aborrecen que la obra se quede limitada a la vida. El diálogo, que se publicó originalmente en francés en la revista “Lire”, aparece ahora en la revista TURIA traducido por María Teresa Gallego.

La entrevista, que se inicia en torno a su reciente libro “Diario de invierno”, nos permite descubrir cómo la escritura, en Paul Auster, está muy relacionada con la música y con el hecho de andar: “La música es eso, el ritmo del cuerpo. Cuando ando doy con ritmos que me ayudan a hacer frases y párrafos”. Por eso, como autor de más de una veintena de libros, Auster reconoce llevar gastados un montón de pares de zapatos desde que empezó a escribir.

En  “Diario de invierno”,  un  sorprendente libro autobiográfico,  Auster  nos  brinda  una obra literaria que nos permite indagar “sobre qué es el ser humano, sobre la sensación de estar vivo. Y por eso cuento accidentes, heridas, cómo descubrí mi vida sexual. La esperanza que tengo es que las cosas que cuento puedan traerle al lector reflexiones personales y contribuir a que afloren sus propios recuerdos”.

Preguntado por qué escribe, Auster dirá: “Los artistas son personas a quienes no les basta el mundo. Personas heridas. Si no ¿por qué íbamos a encerrarnos en una habitación para escribir? Intentamos sacarles partido a nuestras heridas para devolverle algo a ese mundo que tan maltrechos nos ha dejado”.

Sobre el lugar que ocupa el cine en su vida, el guionista de “Smoke & Blue in the face”, “Lulu on the Bridge” y “La vida interior de Martin Frost” reconoce el placer inmenso que supone hacer una película pero también el enorme trabajo que acarrea. Un trabajo, además, en equipo para alguien que es esencialmente solitario. No obstante, afirma: “soy un escritor a quien le gustan todas las formas de contar una historia, y el cine es una de esas formas. Las mejores películas son tan buenas y tan importantes como los grandes libros”.

El papel del escritor es, para Paul Auster, “intentar mostrar, hacer notar en qué consiste el hecho de estar vivo. Ésa es mi misión de escritor. Y nada más. La vida es maravillosa y espantosa a la vez y la tarea que me corresponde es capturar esos momentos”.

No siente nostalgia Auster de su infancia: “Lo pasado ya está perdido. Pero cuantos más años cumplo más me acuerdo de mi juventud. Me fascinan las primeras veces. Son las marcas de la independencia, de la fundación de uno mismo”.

Convencido de que, como dijo Joseph Joubert, “las personas que nunca se rinden se quieren más de lo que quieren a la verdad”, Auster postula que “hay que cambiar de opinión. Es peligroso ser de pensamiento rígido. Pero también es peligroso ser demasiado flexible. Admiro a quienes tienen el valor de cambiar de opinión de vez en cuando acerca de las cosas y de las personas. Es un auténtica fuerza”.

Paul Auster, que triunfó antes en Europa que en su propio país y que ahora contempla cómo sus lectores también crecen sin cesar en América Latina, fue premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006. 

 

FERNANDO SAVATER: “EL QUE PONE CONDICIONES A LA VIDA ES QUE NO LA AMA REALMENTE”

Fernando Savater se manifiesta, en la extensa e intensa conversación que ha mantenido con Emma Rodríguez y que publica la revista TURIA, muy elocuente y perspicaz. Reconoce a la periodista que haberse “convertido un poco en hombre anuncio de mí mismo no deja de resultar un tanto pesado” Y es que Savater (San Sebastián, 1947) ha sido muchas veces un personaje público controvertido y polémico. Aunque son muchos sus matices y perfiles, en Savater ha predominado siempre el profesor de filosofía y el escritor. Ahora, ya jubilado de la enseñanza, es tiempo de leer, de disfrutar de las carreras de caballos que tanto le han gustado siempre, de charlar con la gente y de tomarse la escritura con más calma. Entre risas,  Savater  considera  que  sus  dos casas  son  como  un museo y que “ahora que estoy jubilado he llegado a plantearme abrir sus puertas y vivir de cobrar entradas”.

Sobre los inicios de su relación con la filosofía, recuerda Savater que a los 15 años su madre le regaló los tres volúmenes de “El mundo como voluntad y como representación”, de Schopenhauer. Y es que “entonces ya era un monstruito que leía muchas cosas”. Esa lectura temprana le aportó la idea de la voluntad como fondo de un mundo que no está gobernado por el bien.

Preguntado por el famoso pesimismo de Schopenhauer, Savater se muestra concluyente: “a mí el pesimismo siempre me ha parecido algo tónico, vigorizante. Como soy muy vitalista, me deprimen las personas que están buscando siempre justificaciones para que el mundo esté bien. Hay que amar al mundo tal como es, con sus dolores, con sus frustraciones. El que le pone condiciones a la vida es que no la ama realmente”.

Sobre las críticas y dudas que genera nuestro momento actual, Savater opina que “si nos asomamos a la Historia, en todas las épocas se ha tenido la sensación de que tan malo como entonces nunca ha sido el mundo”.

Reconoce también Fernando Savater que ha escrito “mucho de la infancia y puedo decir que conservo bastante del niño que fui, no lo tengo para nada encerrado sino que está muy presente”.

Ante la cuestión de si la ética es una asignatura pendiente en las sociedades actuales, Savater no lo duda: “la ética como la filosofía deberían ser asignaturas propias de un bachillerato laico. Considero que una enseñanza laica es básica en toda democracia; después de todo tanto la filosofía como la ética nacieron con la propia democracia. Están fuertemente vinculadas. Lo que la democracia representa en el terreno político, la filosofía lo representa en el terreno intelectual. En ambos casos se impone la idea de que el portavoz del sentido es el individuo libre y no una colectividad legendaria y tradicionalista”.

A propósito de la vejez, Fernando Savater considera que su ventaja es que “nos quita lo más nocivo de la vida, la idea de futuro, y entonces se puede vivir de verdad el presente”.

Uno de los asuntos que continúa, hoy como ayer, irritando a Savater es el de los nacionalismos: “es una de las fuerzas reaccionarias más potentes que existen. Como todo el mundo sabe, ha sido fatal durante el siglo XX, desgraciadamente ha provocado cosas atroces, y lo sigue siendo en nuestra época”.

Concluye la entrevista con un capítulo sobre la salud de nuestras democracias. Según él, no es un problema actual: “las democracias siempre han estado en peligro, desde Atenas”. En esa materia, Fernando Savater aconseja a los ciudadanos insatisfechos que intervengan en política: “en una democracia políticos somos todos y tenemos que intervenir, buscar los cauces para hacerlo”.

TURIA es, con 30 años de trayectoria y periodicidad cuatrimestral, una de las publicaciones culturales españolas más veteranas y reconocidas, por cuya labor obtuvo el Premio Nacional  al Fomento de la Lectura.