La primera novela extensa de Diego Martínez Torrón, catedrático de Literatura Española (Universidad de Córdoba) y poeta, es, como no podía ser de otra forma, una novela “de pensamiento”. Así, la narración que vertebra la novela queda diluida ya desde las primeras páginas, como una melodía de fondo, en una sucesión de reflexiones sobre la vida, el arte, la cultura…

Marga, escritora de éxito, padece un cáncer terminal que la empuja a organizar un encuentro de despedida con sus amigos en su casa de Llanes. La novela se va construyendo a partir de una serie de correos electrónicos que los personajes se intercambian; en ellos, bien mediante la exposición deshilvanada de ideas, bien a través de la articulación de elaborados discursos, exponen su visión del mundo, sus anhelos, algunas de sus vivencias… Con este material el autor da forma a todo un tejido que configura un panorama sincrético y total de los miembros de una generación. Novela polifónica y fragmentaria, funciona como un mosaico cuyas teselas están valientemente ideadas tanto para encajar y dar sentido a un todo orgánico, como para invitar a una reflexión momentánea, fulgurante, al hilo de la propia lectura, que sin embargo deja poso, con el característico marchamo de la buena literatura de pensamiento (es imposible leer a Martínez Torrón y no pensar en el lúcido Azorín).

Éxito es una novela a rèbours, inusual, completamente alejada de los cauces habituales del género. En parte por esta razón, sus momentos más conmovedores están relacionados con el contenido filosófico que rezuman los razonamientos de los personajes, en ocasiones de gran belleza y calado; así, la novela está preñada de iluminados instantes en los que el autor toca de lleno el alma de las cosas. En una ocasión el narrador, esa voz que, casi invisible, nos presenta a los personajes en breves y enriquecedores paréntesis entre correos, dice de Inés, escritora de provincias: “Se sentía de este modo como un simple instante de consciencia en la historia del hombre. Un instante de una consciencia que a veces parecía ni siquiera pertenecerle. Como si su pensamiento fuera un sueño, y su vida tan solo la simple imagen ante un espejo en donde se reflejaba un cuerpo y un rostro con los que, en el fondo, ni siquiera se reconocía”.

El otro gran acierto de Martínez Torrón es, a mi juicio, concebir Éxito como una novela metaliteraria. El material que lee el lector es aquel con el que barrunta Irene forjar una novela, la novela definitiva. De esta forma, Martínez Torrón consigue romper los límites entre la realidad y la ficción, entre la belleza y la vida, planteamiento que, por otra parte, está en perfecta consonancia con los presupuestos teóricos acerca de la novela que esgrimen los propios personajes: “le hubiera gustado escribir una novela profunda, diferente, que constituyera el símbolo de la manera de pensar de toda una generación”. Finalmente esa novela que a Inés le habría gustado escribir no puede ser otra que el “cadáver exquisito” que entre todos los personajes van construyendo, al latido de sus propias vidas.

Basándose en este juego de cajas chinas, el autor nos da la última lección sobre literatura: la novela ideal no existe –tal vez “El Quijote” es la que más se acerca, tal y como afirma uno de los personajes de la obra–, y el yo del autor está avocado a desleírse en la propia obra, que es la que queda a la postre, a pesar de la fama efímera o la ausencia de un lector cómplice.

Éxito es una novela mágica que reflexiona sobre la naturaleza del verdadero triunfo: multiforme, subjetivo, inalcanzable. Es, como nuestras propias vidas, “una novela imposible que se va creando conforme la vas leyendo…”. Sin duda, su lectura interesará particularmente a aquellos que aún siguen creyendo en la belleza del pensamiento a través de una palabra total, universal, imposible de adscribir al corsé de ningún género.

 

Éxito, Diego Martínez Torrón, Sevilla, Alfar, 2013.