“Nos tenemos que ir”, dice de pronto,
y cuando se levantan
su verticalidad nos hace vulnerables.
Reúnen a los niños, nos abrazan
y se van hacia el coche.
El verano se pone de puntillas
detrás de los tejados
y no queremos irnos a dormir.
“Nos tenemos que ir”, dice de pronto,
y cuando se levantan
su verticalidad nos hace vulnerables.
Reúnen a los niños, nos abrazan
y se van hacia el coche.
El verano se pone de puntillas
detrás de los tejados
y no queremos irnos a dormir.