Frente a una copa de vino rojo

que apaga un asomo de tristeza

celebro hoy el amor con el brillo

que golpea, como la luz del día,

en los cristales. Brindo por los dioses

y el líquido no es ahora sangre

de paloma, sino calor de sol tímido,

ojo de tigre amarillo

que abre las ventanas al mundo

de los sueños. Vino verde de alegría

joven, de horas felices sin preguntas,

vino del equilibrio sin exceso

para no darte de bruces

con la vida, vino granate que descubre

la verdad y da calor al alma

en el invierno de la melancolía.