Para Claudio Magris
escombros de todas las ciudades desenterradas
escombros de todas las civilizaciones derrumbadas
huesos de las caderas abatidas en todas las edades
bora frío
cálido y desértico siroco
levantando polvo del polvo
de aquello otrora
tan bello
tan fresco
tan adecuado
para perdurar
polvo del polvo
mojado
por lágrimas
secretas
lágrimas
de sal
clavículas
cráneos
costillas
rótulas
columnas
capiteles de todos los órdenes
altos hornos como castillos asaltados
almacenes de nudos marinos
desanudados
caro
data
vermibus
¡levanté las piedras
y no estabas!
¡corté en dos los troncos
y no estabas!
dios está allí donde sólo se le permite
entrar a los gusanos
polvo del polvo
arrojado aquí hasta la resurrección
del verme
polvo del polvo
niebla donde yo mismo me pierdo
ascuas bajo engañosas cenizas
avivan el deseo de no desear más
bora frío
cálido y desértico siroco
cuando tánatos deja al descubierto
la cruel desnudez de eros
la lava cayendo al molde del basalto
la lava cayendo en los sarcófagos útiles tantas veces
la lava cayendo al molde del vacío
frisos y relieves borrados
árboles sonámbulos
y los campos de la melancolía en flor
a la vista de los cuatro puntos cardinales
cuando el bora frío
cuando el cálido y desértico siroco
tocan a queda el bronce de silencio de la roca
del hormigón del cemento de las jambas temblorosas de acero
en el tímpano todos los sonidos se hacen un lecho
donde ya no hay casa
ni aposento ni cofre bajo llave
y todos fuera golpean por abrigo
en medio de este descampado de guijarros
de pensamientos consumidos por la duda
en el atrio de la iglesia de Monrupio
jugamos una noche a los dados con nuestros huesos
mientras todo volvía a ser ruina
había pasado un día
pero aún faltaba toda la eternidad.