Querido Antonio: ahora,
de madrugada, necesito decirte que he mirado
con pena fraternal tu rostro, allí, aquí, sonando
qué silenciosamente en Los Cuadernos de Música
y he visto cómo llorabas por los ojos:
dulcemente y contagiosamente…
¡Ah! ¿Resulta entonces que éramos ¡entonces!
absolutamente felices
robándome tú a mí prestado para siempre un Lester Young
y yo prestándote esa joya,
sabiendo que ya era tuya sin apelación para toda la vida,
y Paca iluminando el cuartito de casa
con su sonrisa a la vez laboriosa y fulminante,
y Josemari Guelbenzu afelpándonos con su austera pasión
como si nos alojase con cortesía palaciega
en uno de sus invisibles paraguas británicos?
¿Resulta, Antonio, judío llorón, que éramos felices
y no tuvimos el arrojo de aceptarlo con humildad
como corresponde entre damas y caballeros?
Yace la vida envuelta en alto olvido, leche!
¿Y ahora, Antonio, hermano lágrima de música?
¿Y si al creernos desdichados o adultos (¡Santodiós!)
estuviéramos equivocándonos como grandes autofarsantes
y mañana, así que pasen quince años,
resulta que caemos en la cuenta
de que somos felices esta noche enigmática
mientras lloras por los dos ojos
hasta empapar Los Cuadernos de Música
y yo me acongojo, como Vallejo se encebolla?
¿No será que casi siempre somos felices
y, par darnos cuenta, tan sólo nos hace falta
un poco de distancia, o sea, juntar las ovejas,
ordeñar la memoria, y bebernos la leche recién calentita,
y limpiarnos la espuma en los morros
como dizque con el dorso de la mano se retira una lágrima?
¡Y yo qué sé!
Lo que sí entiendo, ahora, a las cuatro,
en esta madrugada gentil que camina con los piececitos desnudos,
y a la cabecera de mi radiocasette,
es que he escuchado mi The Koln Concert de Keith Jarrett,
y luego, varias veces, Don’t cry Rochelle
labiado por Gato Barbieri, y que te brindo esta hora,
por aquellos tiempos, y por cuanto, fugitivo,
permanece y dura, y por la soledad, la lluvia,
los caminos por donde nos perdimos y por donde,
fíjate vos, nos encontramos esta madrugada.
A la que beso ambas mejillas.