Quieres captar la ausencia y la presencia
y, sobre todo, ver lo que hay entre las dos:
el tiempo vivo, el que reclama tiempo de los ojos
igual que el folio quiso una gota de sangre de tu cuerpo.
Hay como una reunión de tiempo puro
en los que leen libros y en los libros,
más tiempo que en cualquiera

que pueda anhelar tiempo volviendo en fin de año a esta terraza

en la que retratábamos de niños este tajo invariable,
o amando a los que están y luego ya no están
y están siendo velados por la criatura insomne

de un cuadro, de una foto o de una página.
Pulsas el hueco para ver el tiempo,

se deja ver un poco y ya no estamos.