Para Daniel Duque
No creo que se esté
tan mal bajo la tierra:
habrá un suave silencio concentrado
parecido al de hoy,
al de esta noche
de piedras sumergidas;
no tendremos ninguna obligación
de levantarnos pronto
a trabajar y, en cambio,
cuando llueva, la tierra,
mezclada con el agua,
será un dulce café
para los restos de la boca
que ya no sufrirá los dolores del cáncer;
seremos una parte
de materia que irá, en algún milenio,
a reencontrarse con el astro
que revistió de vida nuestra carne,
y ese astro, a su vez,
más adelante,
pasará a formar parte de algún otro
astro mayor que lo reabsorba;
viajaremos
así por todo el universo
como podría hacerlo ya esta noche
en algún sueño grato, si lograra
dormir después de estas palabras
que sólo han perturbado
brevemente el nocturno
silencio.