Cumpliendo los cincuenta, al peine le sobran púas.

No hay nube que marque dos días el lugar del tesoro.

Aplaude más, pero no mejor, quien lleva

fuego en una mano y agua en la otra.

 

El tragafuegos caga cenizas el día de su jubilación.

Un solo dedo no levanta el higo del suelo.

En el cruce de los cuatro caminos

el burro envía cada pata a recorrerlos.

 

Como el vino y los sombreros, el corazón se sube a la cabeza.

En papada de cura no come migajas el monaguillo.

Debes alejarte mucho de un gran misterio

si pretendes verlo de cuerpo entero.

 

Nos ahogaremos por la nariz el día que llueva hacia arriba.

Al cepillo de la muerte no le peines las cerdas.

Decir “fuego” no quema la boca,

si dices “silencio” te muerdes la lengua.