
La figura de Dante Liano (Chimaltenango, Guatemala, 1948) representa uno de esos ejemplos ilustres en América Latina (como el de Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes o, más recientemente, Sergio Ramírez) en que la labor de creación estética se alía brillantemente con la erudición literaria, dando lugar a un humanismo total.
Como profesor, y hasta su jubilación en 2019, ha alcanzado las más altas distinciones académicas en la Universidad italiana y ha sido fundador y coordinador de la Cátedra de Lengua y Literatura Española e Hispanoamericana de la Università Cattolica del Sacro Cuore, donde ha sabido llevar un número fabuloso (más de mil cada año) de estudiantes.
En tanto crítico literario, lo relevante tiene que ver con su condición de pionero en lo relacionado con el estudio, el conocimiento y la difusión de las culturas indígenas prehispánicas y poscolombinas en la región de América Central, así como con su investigación acerca de la literatura colonial centroamericana.
Como creador literario, su quehacer adquiere notoriedad fundamentalmente por tres aspectos: el trabajo de homenaje y transformación genérica, la conciencia cívico-moral y la tarea de forja sobre el lenguaje coloquial, que adquiere en su literatura una gran calidad estética.
Los géneros narrativos
La maestría técnica se advierte en la experimentación a que el autor somete al género negro en novelas como El hombre de Montserrat, de 1994, o El hijo de casa, obra de 2004. La primera de ellas es una precursora de la corriente antidetectivesca en la literatura centroamericana, por la desconstrucción que lleva a cabo del concepto de Verdad, tanto en la esfera ontológica (el Ser) como en el dominio epistemológico (el Conocer) o ético. El hijo de casa es una novela negra híbrida, puesto que, si la autoría del crimen se dilucida y el retrato de la maldad social es demoledor, las causas del mismo se esfuman en las tinieblas de lo indescifrable. En la novelística de Dante Liano, como en la narrativa negra hispanoamericana, la idea usual de pesquisa, lo mismo que el maniqueísmo moral, serán transformados, cuando no burlados, por parte de los autores.
En El abogado y la señora, de 2015, es de notar el tributo que se rinde a la novela picaresca, ambientada en la Guatemala del conflicto bélico y de la postguerra. Las analogías con el relato picaresco son tanto superficiales como profundas. En efecto, el origen vil, la sátira social, el discipulado del protagonista, sus andanzas, el humor, la amoralidad o el afán de medro guardan relación con el personaje de Abundio Revolorio, pero la novela es ante todo picaresca por su pesimismo existencial (recuérdese el magisterio del Guzmán de Alfarache) y por su concepción del mundo como un simulacro de una realidad ideal (ausente).
Un compromiso más allá de lo ideológico
La vertiente cívica tampoco carece de importancia en la literatura de Dante Liano, y así lo evidencia una novela como El misterio de San Andrés, de 1996, en la cual el material narrativo se reparte equitativamente entre los personajes de Benito Xocop, que representa el mundo indígena, y el personaje de Roberto Cosenza, que encarna el mundo ladino de ascendencia europea, en este caso italiana. En muchas ocasiones, a lo largo de la literatura guatemalteca, el personaje del indígena ha sido depreciado y despreciado, o instrumentalizado en aras de un mestizaje forzoso que pasaba por la aceptación de la modernidad, de la técnica, de la ciudad letrada o del progreso material y espiritual. En esta novela de Liano, empero, se propone una suerte de solución federal, en la que las dos mitades de la nación guatemalteca convivan armoniosamente, en igualdad de derechos e intercambio mutuo. Es interesante leer esta novela en paralelo con obras emblemáticas del indigenismo como El mundo es ancho y ajeno (1941), de Ciro Alegría, para advertir que en la obra de Liano no se produce esa inversión de la dicotomía civilización-barbarie que sí tiene lugar en el texto de Alegría. En el relato de Liano, por el contrario, se supera cualquier maniqueísmo, y el odio ladino-indígena o indígena-ladino adquiere una connotación de “plaga”, en el sentido que el teórico francés René Girard le confirió al término, que apunta al recurso generalizado a la violencia.
Por su parte, si Réquiem por Teresa, de 2019, es indudablemente una novela feminista, no es, sin embargo, un texto de lectura unívoca, pues se demuestra que, en un país que carece de los instrumentos necesarios para erradicar o paliar el abuso patriarcalista, las víctimas pueden degradarse moralmente tanto como los victimarios.
El lenguaje
En lo atinente a Dante Liano, el estudio de su narrativa (sobre todo de su cuentística, pero también de novelas como El hombre de Montserrat, El abogado y la señora o Réquiem por Teresa) pone de manifiesto la diferencia cualitativa del lenguaje coloquial literario sobre el lenguaje coloquial natural o común, el cual experimenta un proceso de estilización, de suerte que el hablar espontáneo muta y se enriquece en todos los planos de la lengua, desde el dominio léxico a la dimensión morfosintáctica.
En la esfera diatópica (la de las lenguas), la narrativa de Dante Liano se alimenta del español, del inglés, del italiano, del maya o del náhuatl, así como del dialecto chapín, mexicano, o del español peninsular. En el plano diastrático (el de los estratos socioculturales), la coloquialidad de la narrativa de Liano es tanto popular como clasemediera o culta. Y en el nivel diafásico (el de los registros lingüísticos), el lenguaje de sus obras es informal o vulgar, pero también elevado. Respecto de la dimensión morfosintáctica, su coloquialidad remeda las reiteraciones o la parataxis (la preponderancia de las oraciones coordinadas o yuxtapuestas) del discurso oral, aunque también puede adoptar una gran flexibilidad sintáctica, de modo que los coloquialismos aparezcan insertos en oraciones complejas (subordinadas). Por último, a las funciones usualmente asociadas a la coloquialidad (a saber: la apelativa, la referencial, la emotiva y ante todo la fática, es decir, la que se obstina en mantener la comunicación a toda costa) se añaden en la literatura de Liano la función metalingüística y sobre todo la estética, en una obra literaria que, a través del manejo maestro del lenguaje (ejemplo y testimonio de un mestizaje feliz), acrecienta la creatividad, la representatividad y la esfera cognitiva de la tradición literaria que lo antecede, desde Miguel Ángel Asturias a Marco Antonio Flores.
En resumen, y para concluir, el realismo de la narrativa de Dante Liano adquiere envergadura literaria no solo por su profundización en la circunstancia guatemalteca, sino también por la complejidad de su mensaje moral. En términos propiamente técnicos y formales, ha de destacarse el gusto vanguardista por el experimento genérico y el logro de un lenguaje coloquial de gran valor artístico, desde la mímesis hacia la pura creatividad verbal.

