A mis padres, que ya son viejos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me encuentro sobre el escritorio

con el catálogo Avon.

 

Recuerdo esos productos

que vendía mi madre

para sacar cuatro mil

cinco mil pesos más

Nada o casi nada

que se transformaba

en unos kilos de papas o arroz

para llegar a fin de mes

 

Ella era profesora

ahora tiene artritis

 

Y es mi mujer

la que hoy compra esos productos

en la tienda de la esquina

acá

en el otro mundo

en el viejo continente

 

Abro sus páginas

y me encuentro con una serie de potingues

que no conocía

 

y las chicas Avon

que marcaron mi primera adolescencia

con su ropa interior

y lo que imaginaba encapuchado en la cama

 

Ya no alegran

ni agitan

ni sudan

mis noches

 

Pero

es curioso

quién lo diría

me traen el vago recuerdo

de la lluvia

la tierra mojada

las gotas cayendo

sobre las ventanas de plástico

el viento metiéndose dentro de la habitación

y a mi madre

mi padre

a última hora

en la cocina

sudando

amasando y horneando el pan del día próximo

el de ayer

el que parto y mastico hoy