Abre los ojos para no ver nada.
Un niño que aún no la tiene,
se ha quedado sin lengua. Mira. Abre
los ojos. Y los cierra, sin idioma.
La enfermera le limpia, le retira
el pañal húmedo.
Un niño que su cuerpo no conoce,
que no sabe moverlo,
un coágulo con el que desaprende.
Abre los ojos para mirar nada,
sin respuestas, sin reconocimientos.
El oxígeno burbujea, único
lenguaje en el silencio
del cuarto. Y si los cierra
deja hueca la realidad,
desamparada.
Quién seré yo, al que aprieta
su mano, al que sus ojos nada dicen.
Qué será este lugar donde no ha entrado
por su pie. Tiempo que no le acoge.
Se presenta el neurólogo de guardia.
Quién seré yo que hablo
por lo que no consigue ni escuchar.
Yo, que oigo razones, diagnósticos, y digo
que entiendo sin entender.
Cuando abre los ojos y los cierra.
Un niño abandonado por su padre.
Que soy yo. También padre, ahora,
de mi padre.