Introducirse en el universo creativo de la poeta asturiana Luz Rodríguez es un desafío y una aventura sobrecogedora, la visita a una ciudad fantástica donde se clavan en las paredes de papel palabras como condenas o salvaciones.

            Su libro El pez de la despedida es un conmovedor collage en el que se entrecruzan con pulso firme los versos de la propia Luz Rodríguez con las insólitas metáforas en tinta negra de la artista visual María Maynar, consiguiendo crear una atmósfera perturbadora.

            Al poemario podemos acceder desde sus cuatro puntos cardinales que son las cuatro partes del libro, “Arrecifes”, “El pez de la despedida”, “Bullicio de desamor” y “Bestiario” como si estuviésemos haciendo navegación de cabotaje, sacando con la mano imágenes complejas y emociones esculpidas en la brisa adivinándose  la sombra del pintor inglés Turner y la música de los óleos abstractos del ruso Kandinsky.

            A medida que avanza el latido del poemario van invadiendo sus páginas conceptos eternos como la muerte, la ausencia, el olvido, el amor, y sus antítesis en un vaivén de fotogramas vaporosos enfrentados a primeros planos sin concesiones a la estética: “Solo la muerte sobrevive sin nada que reemplazar”.

            Hay momentos en los que una fantasmagoría fascinante atrapa al lector y es ahí cuando la escritora concita en una suerte de conciliábulo mágico las voces de  Roberto Juarroz, de Rimbaud, de Goethe, de Rilke, de Klimt o de Virginia Woolf, todos estos nombres son sinónimo del amor de la autora a la cultura, salen al acecho en cualquier verso y habitan el esqueleto del texto para darle belleza.

            Poco a poco y con una cadencia suave el “Bullicio del desamor” va convirtiéndolo todo en una caldera, se aprecia en un extracto del poema “Demiurgo”, dice: “Inflamas el yunque,/ emplumas el espinazo”, la deriva se materializa en “Bestiario”, una descarga a voltaje medido, una sutura donde brilla “Entendimiento” con su voz ronca y gastada: “Escindes con machetes/ la llama que te adora”.

            Y el mensaje con el que concluye y se cierran los círculos, es demoledor, lo vemos en “Cordero de Dios” cuando nos aproxima a las quemaduras sentimentales: “El amor / ese pez de bronceada hiel”.

            En el fondo subyace un poso amargo, la memoria se diluye en una caja de resonancia rajada, todo se revuelve en medio de un rumor tenso y eléctrico, la cálida arquitectura onírica acaba sufriendo la carnalidad hechizante de lo humano creando con aguja e hilo un lenguaje hermético y feroz, delicado y devastador.

            Cuesta dejar atrás el mundo de ficción impuesto por Luz Rodríguez, salir de ese  laberinto construido sin descanso, átomo a átomo, a golpe de sueños y pesadillas cincelado con precisión y nitidez, y volver a la rutina de los espejismos de carne y hueso.

 

Luz Rodríguez, El pez de la despedida, Paco Rallo Editor, Zaragoza, 2014.