RIL Editores, la atenta editorial chilena en lo tocante a poesía de la Cruz del Sur-no solamente-, ha vuelto a publicar el libro con que Romina Berenice Canet (1977), nacida en Río Ceballos, provincia de Córdoba (Argentina), se dio a conocer por el allá de 2004. Era una edición, hoy por hoy, prácticamente inencontrable y que RIL ha decidido remedar con acierto. Me refiero, obviamente a Resabio de las fiestas y a las 12 litografías que acompañan sus sucintos poemas. Se ve que la tradición marcada por su paisano Oliverio Girondo en Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922), sin los cuales el libro no se entrega del todo al lector, ha sembrado un modelo entre sus compatriotas. Y algo ocurre aquí parecido, pues las estupendas litografías donde la mujer desnuda muestra su fuerza del cuerpo, ratifican la contundencia de sus versos desde el deseo, el amor/desamor y la reflexión, a veces hecha resistencia o crítica. No me refiero solo al eros encerrado y liberado en sus páginas, sino a la desnudez emocional, muy presente en estos micropoemas, como no podría ser menos  en esta época de  aforismos, micropoemas, o de aforemas, tan contemporáneos, en sus páginas; también con amargura o crítica, tal y como hace en sus microrrelatos la estupenda, siempre, Ana María Shúa. No resulta pues paradójico volver sobre este apetecible libro, lleno de vitalismo, aunque ciertamente el XLIII Premio de Poesía Juan Ramón Jiménez por La maleza (2023), la introdujo en nuestras letras con un libro en nada superior, pese a su mayor complejidad, que este que ahora nos ocupa.

Sin duda, el título, con su importancia, aunque no sea el momento para especular sobre lo dicho al respecto por Gerard Genette, nos avisa de sus intenciones. Se trata de un “resabio” de experiencias y emociones deglutidas y pensadas, con sus caras y reversos, de quien ha transitado por la vida con coraje. El resabio de lo vivido, con su presencia y reclamo de eros, desafíos y desavenencias, pero siempre bajo el astro solar de la legibilidad. Poemas como “El lobo no está. No encontré su camisa / ni sus pantalones / lo que indica / que el lobo / ya salió / y que hay que empezar / a tener miedo. / Hay un lobo merodeando / la oscuridad de mi bosque”. Ese lobo que merodea le lleva a los aforemas, casi greguerías, del amor explícito “Mis piernas / tijeras de tu jardín” frente al “Triste es esa noche / en que nos desvestimos / como si no fuera la última”, entre ciclotimias del deseo o anímicas: “Estaba tan triste / que se asombró/de que la calle / fuera  la calle/ todavía”. Y así nos lleva al poema del que se desprende todo el libro, es decir la recuperación de la experiencia desde la llave del verso. Me refiero al inquietante “A veces lloro de memoria. / Es mucho mejor / que llorar aprendiendo”, y que nos lleva a situar esta poesía como hija de la experiencia, pero no a  la manera del realismo español, más discursiva hasta el 2000 y pico, sino la decantada que se resume en la conclusión y nos obvia el proceso. Y como todo el libro funciona bajo ese precepto se hace muy verosímil en su contundencia, además de muy apetecible, pues nunca suena a impostura: “Perder / era tan triste / como ganar. / En ambos casos / significaba el final del juego”. El juego de una poeta vital y reivindicativa, donde grita el animal que lucha, el cuerpo: “Los pumas quedan”. Y que a veces son comidos (ya sabemos cómo la antropofagia cultural resume la literatura hispanoamericana desde el manifiesto de San Paulo del 1922, aunque aquí tiene otro sentido) o son víctimas del cazador: “El la desarma / como un juguete, / con sádica curiosidad / torpemente. / Él la rompió / para entenderla”. Y así es, pues se arriesga, y su poesía no finge, es verosímil, tal y como hemos dicho en su explicitud: “Tu cuerpo desnudo, Más que desnudo. Tu cuerpo más desnudo / que un cuerpo desnudo. / Tan desnudo / que el mío / también desnudo / sigue buscando / que más quitarse”. Y por todo ello lo dejo también al alcance de mi mano en las estanterías bajas del despacho.

 

Romina Berenice Canet, Resabio de las fiestas, RIL Editores, 2025.