A Zacarías, in memoriam

 

 

 

 

La escena es conocida:

canta en la rama un pájaro sin nombre,

la garganta susurra su rodar incesante,

los cerezos dan luz a la tarde grisácea

y los niños, al fondo, juegan en el pasado.

Uno se sienta aquí, en el sitio de siempre,

y lee o escribe aún el mismo libro.

Sólo nos faltas tú. Dabas sentido

a lo que, contra el tiempo, levantaste

con clara voluntad de permanencia.

Eso que, estés o no,

será la cifra,

el genio y la razón

de este lugar.