Esta sangre sin cuerpo que sube

Sin dolor ni rastro, enamorada

De las vueltas azules del aire,

Y me rodea, me define, me asombra,

 

Esta sangre que llevo sin que la mire,

Esta marea, el tibio olor que me anega,

Me rebosa con heridas y futuras

Emboscadas y derrotas si amanece.

 

Ésta ha sido la senda y su tormento,

La calma vacía de las vigas

Diezmadas, el sol en el suelo licuado,

Sedientos los ojos de aquí al horizonte.

 

De aquí que es nada, sólo la enseña

De hoy o de antes, esta hoguera en el aire

Que la memoria ha subido a deshacer,

He bebido sus sombras de carne.