Hoy, mujer, he visto los pájaros de salitre:

una andanada de gotas en los cristales,

la tarde tras la lluvia

rebotando sobre las hojas,

el patio de rojos ladrillos,

la calle rebosando espuma,

una página de nieve en las aceras,

el esmalte gris del otoño.

 

Hoy he vuelto, mujer,

a caminar sobre las nubes,

de nuevo a recordar en tantas cosas

el cálido eco de tus pasos, tus besos,

la casa, las alfombras, el paisaje,

un rito de fuego, las espigas,

las lentas, las lentísimas horas

deslizadas al hilo de los días…

 

Hoy pasaron los años y es mañana

cuando la sangre del tiempo se coagula,

un golpe cierra la ventana,

tiembla la cuerda del recuerdo

y sobre las huellas de tu huella

yo vuelvo a revivirte por revivirme.

 

Hoy en fin, mujer, por fin la noche

se cuaja en los caballos de las sombras

y puedo gritar que tú y yo

iniciamos el tiempo del olvido

y sólo nos queda

rellenar de nuevo las hojas del otoño.