Con unas tibias manos me guardas del invierno

y sin embargo sufro de frío por tu causa.

Sé que estás a mi lado, pero nunca presente:

vives en los recuerdos de las cosas amables.

 

Fueron tus ojos dulces lagos de madrugada,

¿dónde sus calmas aguas resplandecieron ahora?,

¿desde dónde tu voz lejana hasta mí llega

para mantener fresca la flor de la nostalgia?

 

¿O es que acaso no existes y yo te reconstruyo

para poner defensas a la muerte que evito?

No es posible que seas sólo ausencia y silencio,

si mi mano nocturna te alcanzó tantas veces.