En «El viejo de la montaña», uno de los relatos póstumos de El secreto del mal (2007), Bolaño vuelve a evocar la relación entre Arturo Belano y Ulises Lima, los protagonistas de Los detectives salvajes: una amistad que «se cimenta, como suele ocurrir entre los jóvenes poetas, en el rechazo a ciertas normas, en la afinidad con ciertas lecturas. He dicho que son jóvenes. En realidad son muy jóvenes y también son, a su manera, vigorosos y creen en el poder lenitivo de la literatura»