Por la noche riego las plantas de interior, me ocupo de ellas, no hay sombra que las haga morir en la memoria sin llamar la atención. Resuelvo el horizonte y también la caída donde debe existir el mundo en el presente. Elogio las ruinas en un texto, el espacio fructífero del poema. 

Tomamos posesión de un campo de escritura, los hombres cotidianos ocupados en la mudanza. No hay héroes ni vencidos, no podemos borrar al dueño del relato, sus máscaras, la parte de una vida que sigue deshaciéndose y deja tras ella su cola de cristales. El porqué de un suceso vive en cada momento su trama tartamuda, la extensión de un desastre. 

Estoy entre nosotros buscando lo posible con fecha señalada en su acepción vulgar. He elegido a un actor, revocado su herida para hacerla real. La huida es el camino hacia un espejo que he quebrado. De esta decisión surge lo que no hay que repetir. El tiempo que lleva tu nombre está iluminado.