Son dos los pájaros de las estaciones: el que canta al anochecer, el que no canta 

en la pizarra del ángel, brillante, está mi padre sentado a la diestra de los chotos

es decir, a dos pasos de lo inverosímil 

el reloj nuclear sigue avanzando, independiente del sol y las estrellas

todo se desintegra a una velocidad constante, como plomada que rige la habitación vacía, la habitación limpia, la inmaculada estancia donde los meteoritos son la edad de la tierra 

simplemente era un miércoles con nombre de sábado porque nada hace a los patriarcas la razón aritmética entre las generaciones y la edad de los residuos 

y el mundo comenzó simplemente el día en que prometeo abandonó el fuego en otro lugar

y el día terminó, simplemente 

no es bueno el sufrimiento, digan lo que digan los mandarines de las buenas intenciones siempre buenas para otros

no lo es, nos hace doblemente desdichados, tristes en el padecimiento y soberbios en el usufructo de alguna reclamada compensación 

un residuo, un soplo de vida, las bacterias azules y verdes que de la luz nos dan el aire

y dicen: ni siquiera las rocas pudieron sobrevivir a la violenta infancia de la tierra 

elije una roca, cualquier roca, hasta llegar a la última parada en la cadena de la desintegración y solo queda el plomo, la contante desintegración del plomo

porque mil años en tu presencia son como la despedida de ayer