Escuchar el cuerpo, dicen, pero
¿cómo se hace? ¿Escuchar la contractura la
lascivia que se derrama, peine en mano,
buscando su centro, escuchar la celiaquía imaginaria?
Porque lo real del cuerpo no viene al oído
estruendo es, no mudo, nudo de vida o
desvío a barranco. El cuerpo solo puede
ser real como el hijo, un mortalmente
acompañarse, y no cabe en la poesía falsa
humildad, siempre amanece 1789, un asalto
a la solemnidad que es bicho palo y eso está bien,
todos en lo Darwin, lanzando metamorfosis,
dentelladas, besos. Siempre ateridos.