Con el libro Prohibido fijar carteles, Manuel Valero Gómez (Alicante, 1986), obtuvo el III Premio de Poesía de la Facultad de Filología de la UNED, que ahora edita el volumen. Doctor en Filología Hispánica, crítico y poeta, tras una dilatada trayectoria como investigador, ofrece en este poemario una estimulante visión del mundo contemporáneo averiguado en su cotidianeidad y en su apariencia habitual, que examina, con intención crítica y socialmente comprometida, desde la ironía e incluso el sarcasmo. Y lo consigue con una palabra poética dúctil y muy expresiva, brillante y demoledora, mientras su verso se amolda a las exigencias del guion variando en los recursos expresivos, paralelismos y anáforas desplegadas en poemas admirablemente construidos.

Si hay decepción ante nuestro mundo actual, el poeta se revela y resiste con su palabra y con una decidida fluidez expresiva, mientras los maestros, como si de manes clásicos se tratase, protegen al poeta y a sus creaciones: desde Rimbaud o Nicanor Parra y Pier Paolo Pasolini a Luis García Montero o Miguel Hernández, establece Manuel Valero su posición irreductible ante una realidad que descubre con asombro pero que retrata con severidad.

Incluso cuando se plantea una didáctica de la historia, el poeta se enfrenta a nuestro habitual discurrir con la intención de evidenciar, a través de las cuatro partes  y un poema final en que el libro se organiza, cuánto hay de sórdido y repetido en nuestra pobre existencia cotidiana: “Fuera de servicio”: “Instrucciones para tomar el metropolitano”; “A quemarropa”: “Una soledad sin rostro nos asesina”; “Prohibido fijar carteles”: “Responsable la empresa anunciadora”; “Postales perdidas”: “Correos y Telecomunicaciones”; y el “Final”: “Epílogo para (des)empleados”, que concluye un mundo expresivo que ha ido nutriéndose en la sátira de nuestro tiempo conforme el poemario ha ido avanzando hacia su destino, en la lucha permanente que ha hecho posible este libro entre el yo lírico y su interior y las exigencias del espacio vital en el que se ha ido planteando su acceso a esa visión de la realidad que, con tanta entereza y eficacia, ha forjado el libro.

Como señala el prologuista del volumen, Guillermo Laín Corona, este es un libro especial porque el poeta ha sabido hacer confluir en él la intimidad y el compromiso, de manera que reformula en cierto modo la historiografía literaria porque es un poemario neosocial, neoexistencialista, neolírico… y asegura que los poemas de este libro con su anclaje en la tradición no están exentos de modernidad: “Un repaso de la existencia con mucho existencialismo y con no poco fondo de armario literario”. Y mucho más es este libro: sobre todo porque su propuesta es muy original, revitalizadora e innovadora y la forja de su espíritu es solidaria con una visión que atrae al lector por su constante acierto en el compromiso personal mientras que la expresiva palabra poética va descubriendo sentimientos de admiración y al mismo tiempo repulsa ante este complejo mundo de hoy tan vivamente retratado a lo largo del libro.

Estilísticamente, el poeta acierta cuando desarrolla sus poemas con una insistencia en los espacios y en las pausas, que van deteniendo al lector en las palabras clave de cada representación poética, de manera que su original vocabulario y la cohesión de su semántica fortalecen representaciones que destacan por su solidez, pero también por la severidad de sus censuras.

Manuel Valero Gómez no está enfadado contra el mundo pero lo analiza con prevención constante y busca en sus lecturas de apasionado filólogo apoyos para sobrevivir entre las adversidades que va descubriendo y denunciando, hasta el punto de que la intertextualidad en este libro es fortalecedora y desde luego creativa y eficaz: heridas, astillas, calle, miseria, todo alrededor de la intimidad, mientras nuestro autor establece, en un poema antológico, la poética del presente y se plantea para qué sirve la poesía  ante un mundo  que se desenvuelve en la lógica del asedio, entre la estética y la ética, mientras las preguntas se agolpan para entender la historia y la violencia hasta llegar a esa prohibición de fijar carteles que se sublima en su simbolismo vital en el ámbito de un universo convulso hasta borrar el nombre del poeta.

En Prohibido fijar carteles, el poeta ha creado un libro solidario y complejo que ha enriquecido con la multiplicidad de las experiencias enfrentadas a las propias inquietudes y pasiones de su yo lírico, hasta el punto del que el libro se convierte en una continuada lección de convivencia con los demás, con lo heredado y con el propio imaginario, adquirido en la reflexión de propuestas literarias que ejercen su influencia poema tras poema en este libro tan singular.

 

Manuel Valero Gómez, Prohibido fijar carteles, III Premio de Poesía de la Facultad de Filología de la UNED, Madrid, Editorial UNED, 2022.