Empecemos por decir que, a no ser porque este libro llega firmado por alguien como Pablo D’Ors y publicado por una editorial como Siruela, uno no lo habría abierto siquiera. Y no porque no le interese la cuestión –bien al contrario–, sino porque en la actualidad hay demasiados libros en el mercado relacionados directa o indirectamente con la espiritualidad y la meditación de autores que uno no dudaría en calificar de “charlatanes”. O algo peor. Como es habitual, pues, uno escoge cuidadosamente lo que lee. Por si acaso.

 

Así que, sí, uno lee el libro. Y subraya. Y comienza a establecer relaciones de parentesco por doquier. Pero antes digamos que se trata de un libro en el que Pablo D’Ors, escritor y sacerdote católico, ha volcado su experiencia en torno a la meditación. Es, o viene a ser, una suerte de diario de su experiencia en este asunto. La narración, con este formato, parece ganar en agilidad. Por si fuera poco, el estilo, claro y conciso, sin florituras, ayuda a entender todos y cada uno de los pasos por los que el autor va transitando: avances, dudas, primeros frutos, conclusiones. Y más meditación en soledad: de las primeras dificultades a imponerse como un ejercicio necesario, apenas un paso. O dos, pero que resulta tan enriquecedor, según nos cuenta el autor, que uno ya no puede dejarlo.

 

Lo que en este libro nos propone Pablo D’Ors es, ni más ni menos, una toma de conciencia de la realidad individual a través de la meditación. Ésta toma, para ello, elementos de cierto misticismo como el vaciamiento interior. Nada nuevo, nada que no supiéramos ya. Lo interesante, al menos a primera vista, es el mismo relato: en él vemos a D’Ors quejarse del dolor de espalda, de sus largos paseos por la montaña, de, en fin, sus peripecias ante lo que es su propósito esencial, anotado al principio del texto: “Reconciliar al hombre con lo que es”. Porque no de otra cosa se trata aquí. Más interesante, más emocionante aún para el lector, resultan sus conclusiones: esas que van surgiendo tras el ejercicio de la meditación. Un ejercicio que se prolonga con los años y que, efectivamente, va dando sus frutos. Esas conclusiones, fruto del ejercicio al que aludimos y de la sabiduría que arrastra consigo el autor, constituyen el meollo de este libro: en conjunto forman una especie de tratado para la recuperación del alma, si se me permite la expresión.

 

Hemos citado antes posibles parentescos. Los que va estableciendo el lector según su experiencia, entre otros. A uno, por proximidad, le parece oír ecos de textos clásicos de la Antigüedad: de las Epístolas morales a Lucilio, de Séneca; de las Cuestiones tusculanas de Cicerón; de los estoicos y sus acólitos, en fin; y del pensamiento cristiano, que no deja de entroncar con ellos.

 

Se trata, bajo el humilde punto de vista de uno, de un libro valioso para aquellos lectores que buscan un referente moral, unas normas de conducta para el propio bien (y con él, el colectivo), la buena vida, de cada cual. Desde ese punto de vista, no extrañará que esta Biografía del silencio esté teniendo una buena acogida en el mercado editorial. La situación del país en el que vivimos es de tal podredumbre (en casi todos los aspectos), que una reflexión profunda sobre el ser con todo lo que ello supone y en la que se toca buena parte de las grandes cuestiones (personales) que preocupan a aquellas personas con un mínimo de sensibilidad, debe interesar.

 

En el libro abundan las conclusiones de carácter moral, como ya hemos apuntado antes. Para ello, y en pocas palabras, D’Ors trata de despojarse (y su experiencia se quiere universal) de todo aquello que no es su propio yo: así pues, remite al despojamiento –incluido todo tipo de pensamiento que, a la postre, embote la mente–, a la lucha contra un yo egoísta, infeliz a fuerza de proyectarse en el futuro, de hipotecar su presente, de vivir en sueños. Y de, por tanto, hacerlo con miedo. Con un miedo paralizador. Es sólo un ejemplo de todo lo que este libro ofrece: una sabiduría elemental, necesaria. Y una breve, mínima introducción a lo que es el ejercicio de la meditación.

 

El texto de Pablo D’Ors se quiere una reivindicación de la vida, de una vida sencilla que puede vivirse con conciencia desde la realidad cotidiana, desde la proximidad con aquellos que nos rodean (aquello que Julián Marías reivindicaba en una serie de artículos) y con la naturaleza. Nada realmente que no esté al alcance de nuestra mano.

 

Pablo d'Ors, Biografía del silencio, Madrid, Siruela, 2013.