La ciudad es un mapa
que grita cuando te llaman.
El precio de este viaje es que tú
me mantengas la conversación,
que hagas un movimiento de mí espíritu,
que me expliques el mundo
con infinita paciencia de carretera.
Así anochece antes tras tus cristales.
Quizás me pares tú algún día
si me ves sin rumbo.
Tu adiós ha sido tajante
como una curva inesperada.