A lo peor mi sombra se oscurece,
se emborrona, se nubla, se abotona,
se arremolina en su tiniebla, se alimenta
de mi piel y mi voz y mis tejidos,
de solitarias glándulas, de túneles calientes,
de vértebras y cauces, de órganos simétricos,
y mi sombra asomándose a la luz
se cansa de ser sombra, se incorpora,
se apodera del cuerpo en un descuido,
se tumba a meditar, entra en reposo,
palidece en su nueva densidad,
mientras me voy volviendo transparente,
enmudezco, me apago, entre estertores
contemplo mi cadáver, estoy solo,
no sé cómo ni dónde, pero escucho
sangre arriba una puerta que se cierra,
unos pasos se alejan
poco a poco.