Un perro tirita abrigándose en el daño, se estremece contra

la debilidad; tiembla frente a nosotros. Me refiero a la costumbre en diagonal, al regreso

que las migas encaminan sobre el plato. Hablo

de buscar la tarde y encontrar la sobreprotección. El frío significa aprendizaje.

Café en el café, expectativas en las suyas, me dice que sufrir

nos fortalece. Sin saber él qué entiende por herida, sin saber él

qué entiende, yo pienso en el dolor que me provoca; yo sé que me lo hace por mi bien.

 

II 

Responde al golpe en su hombro que él es de los que piensan

que las heridas se curan solas. Dolor al golpe

de mi hombro. Contesta —el golpe— que las heridas

las abren los demás. No el golpe, sino su mano en realidad

sobre mi hombro.

 

III 

Nada suele gustarle a la primera. Repite y repite

hasta que se acostumbra. Identifica, reconoce:

entonces sí.

 

IV 

A la mañana siguiente, un e-mail con el asunto

por si no te enteraste de nada.

Tampoco ahora.

 

V

Buscábamos el frío porque el frío dañaba

y porque el daño protegía. No te preguntes

por qué el daño ni el frío ni preguntes:

pregunta qué buscábamos

la mañana siguiente a la mañana anterior.