Ahora todo gana,
conquista su sentido
y clama por sí solo.
Cada tono me muestra
–y cada forma–,
los firmes filamentos
que enlazan tu mirada
a todo lo visible;
cómo pierden las sombras
su relieve de noche y se despiertan
hacia la nueva luz que les da vida.
Ahora crece en tus ojos
el mundo que yo quise,
ése que nunca vi
tan claro como ahora
porque tú me lo muestras.
No es un espejo más
–ni es un reflejo–:
más honda que el azogue,
más viva que la cal que no se apaga,
tu visión me desnuda,
me quema la ceguera
con el sol impensable de tu vida.
Ahora por fin te veo.