Manuel Vilas: “No quiero lectores tontos. Me mueve el ánimo de hacer pensar”
La intimidad pasó a mejor vida. Antes costaba enseñarle el DNI a un agente y ahora el teléfono se desbloquea mediante reconocimiento facial. La gente publica lo que come mientras lo come. Los últimos años, la literatura también ha perdido el miedo a desnudarse. No en la autoficción, que es poner al cascabel un gato. Nuestro autor lo sabe y, después de barajar, pone las cartas boca arriba.
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