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Manuel Vilas: “No quiero lectores tontos. Me mueve el ánimo de hacer pensar”

La intimidad pasó a mejor vida. Antes costaba enseñarle el DNI a un agente y ahora el teléfono se desbloquea mediante reconocimiento facial. La gente publica lo que come mientras lo come. Los últimos años, la literatura también ha perdido el miedo a desnudarse. No en la autoficción, que es poner al cascabel un gato. Nuestro autor lo sabe y, después de barajar, pone las cartas boca arriba.

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Escrito en Conversaciones Revista Turia por Fernando del Val

19 de noviembre de 2018

Víctor Mira dibujó, pintó, escribió, hizo esculturas, objetos, cerámicas y fotografías, conoció los secretos de la gráfica, y viajó para sobrevivir. Un poco como Michaux, cuyas reflexiones leo, al hilo de las de Mira, en la reciente edición de Chantal Maillard, Henri Michaux. Escritos sobre pintura. Comparte tanto Mira con Michaux. Sin duda, su deseo de experimentarse a sí mismo para vivir a fondo, como señala Maillard, lo que otros sólo pasan de refilón. También sus coqueteos iniciales con el surrealismo, en el caso de Michaux para estar vigilante frente al yo, consciente de que ese era el auténtico problema, el yo y el instinto, causantes de todos los descentramientos.

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Escrito en Artículos Revista Turia por Chus Tudelilla

19 de noviembre de 2018

Sara Mesa (1976) está escribiendo una obra narrativa llena de interés, cuya dimensión literaria me parece creciente. Tiene publicados hasta ahora un poemario, titulado Este jilguero agenda (2007), tres libros de cuentos, titulados La sobriedad del galápago (2008), No es fácil ser verde (2009), y La mala letra (2016), y cuatro novelas,  una primera titulada El trepanador de cerebros (2010), publicada en Tropo y tres editadas en Anagrama: Un incendio invisible (que ha sido reeditada en ese sello en 2017, pero que contó con una edición anterior en Málaga), y las tituladas Cuatro por cuatro (2012) y Cicatriz (2016).

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Escrito en Artículos Revista Turia por José María Pozuelo Yvancos

TAMBIÉN ENTREVISTA A FONDO A FERNANDO ARAMBURU Y MANUEL VILAS

La revista publica, en primicia en español, un avance del libro “El expediente de mi madre”, del  húngaro András Forgách, que se ha convertido en éxito internacional

La revista cultural TURIA celebra este mes su 35 aniversario con un sumario repleto de interesantes textos inéditos de grandes autores. Así, TURIA da a conocer un amplio artículo original del escritor italiano Antonio Tabucchi, uno de los nombres propios más relevantes de la literatura europea de nuestra época, sobre el cineasta español vivo más universal: Pedro Almodóvar. Titulado “Veinte fotogramas para Pedro Almodóvar”, se trata de un valioso texto que apareció en francés en el catálogo de la exposición que la Cinemateca del país vecino le dedicó al director de cine manchego.

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Escrito en Noticias Turia por Instituto de Estudios Turolenses Diputación Provincial de Teruel

5 de noviembre de 2018

Con De animales a dioses y Homo Deus Yuval Noah Harari ha conseguido un doble éxito. En primer lugar, se ha convertido en el ensayista más leído y traducido de esta década (34 traducciones y decenas de ediciones). Líderes mundiales como Obama, Merkel y Macron se han interesado por su obra y entrevistado con él. En segundo lugar -y esto es lo más importante- ha puesto en la agenda de las humanidades una disciplina relativamente nueva: la gran historia.

El éxito de Harari es merecido e indiscutible. Pocos intelectuales -quizá ninguno- han tenido el impacto tan rápido y profundo que ha tenido él en apenas cinco años y siendo todavía joven (42 años). Por supuesto, su propuesta tiene aspectos polémicos y aun criticables. Se le ha criticado su sensacionalismo, sus descuidos o su simplificación del budismo -Harari se declara budista-. Y son críticas justas, aunque deben quedar en un segundo plano respecto a sus méritos. De sus méritos conviene destacar que Harari es un magnífico divulgador. No es un investigador. Es un excelente escritor y sus libros -al menos, el primero- están escritos de manera que su lectura resulta muy agradable sin descuidar su prioridad, que son los contenidos. Su propósito es reflexionar a la vista de los datos que disponemos acerca de la gran evolución de la humanidad sapiens. Y es en esa dimensión reflexiva donde se le puede señalar la tendencia al sensacionalismo. Claro está que sin ese sensacionalismo el grupo editorial Penguin Random House no se hubiera interesado en la aventura de editar y publicitar mundialmente su obra. Pero es justo reconocer que, para lectores cultos, resulta excesiva la atención dedicada a ciertos fenómenos de escaso relieve, como el proyecto de establecer una colonia en Marte en 2025 o ciertas prácticas de ingeniería genética. También es criticable la gestión editorial de sus libros -que Harari atribuye a su marido-. Homo Deus es una repetición del primero, con novedades escasas y poco relevantes. Y algo similar cabe esperar del tercero, del que ya se ha avisado que es una colección de artículos y entrevistas, para que nadie se llame a engaño.

 

Las lagunas de Harari

 Quizá la crítica más relevante que cabe hacer del discurso de Harari sean sus lagunas. Harari ha visto bien que la gran evolución de la humanidad sapiens se ha basado en saltos. Esto es, que ha pasado por etapas cuyos momentos de transición han supuesto revoluciones. Las dos primeras revoluciones están muy bien descritas en De animales a dioses -que, por cierto, era el título que el autor quiso dar al libro y no el de Sapiens con el que han aparecido casi todas las traducciones-. Se trata de la revolución cognitiva -el Paleolítico- y la revolución agraria -el Neolítico-. Sin embargo, apenas ha prestado atención a la revolución ganadera. Esa revolución que llevó las lenguas indoeuropeas desde Irlanda a la India fue posible por la aparición de la ganadería y del carro de cuatro ruedas y su epicentro fueron, al parecer, las estepas entre el mar Negro y el Caspio. Es evidente que la ganadería tuvo que suponer un gran impacto. Por el cambio nutritivo y porque los ganaderos suelen ser violentos y guerreros. Con ellos nace el fenómeno que llamamos guerra y con ella las federaciones de tribus que después hemos llamado naciones. Con esta revolución la desigualdad da un salto cualitativo. Las culturas de agricultores son mucho más igualitarias, como puede comprobarse en las necrópolis de unos y otros. Basta recordar la Iliada con el interés por el botín y por el ganado y el culto a los héroes, que serían enterrados con sus tesoros. La moneda homérica son las cabezas de ganado. En el canto VI de la Iliada Homero se ríe del intercambio de regalos entre el troyano Glaucón y el aqueo Diomedes, porque aquel lleva sus armas de oro y este de bronce, y añade que el intercambio de armas es el cambio “de nueve novillas por toda una hecatombe”.

Falta también en Harari la debida consideración de la revolución de la historia. El paso de las sociedades fundadas en la tradición a las sociedades innovadoras, que se acompañan de la transición del calendario lunar al calendario solar, de la irrupción del monetarismo, del mercado internacional, de las disciplinas académicas, de la escritura y, con ella, del libro, y del pensamiento crítico, entre otras cosas, es una de las grandes revoluciones sapiens. Harari no repara en ella. Y algo similar puede decirse de la revolución moderna. Harari presenta la Modernidad como una revolución científica que empieza en el Humanismo. Parece claro que los avances científicos son elementos relevantes tanto en la revolución humanística como en la revolución moderna. Pero esos avances no serían posibles sin las ciudades, el mercantilismo, la filosofía o los nuevos planteamientos estéticos. Y, por supuesto, Harari no repara en el cambio que supone el tránsito de la sociedad estamental a la sociedad de los individuos.

Quizá la explicación de estos vacíos en la exposición de Harari sea la ausencia de un método eficiente. No basta la erudición -aunque sea necesaria y Harari la maneje con maestría- para dar cuenta del gran proceso evolutivo de la humanidad. Aspectos cruciales también pueden resultar insuficientes. Tal es el caso de la tecnología o de la economía. Las mejores propuestas para esta tarea vienen del materialismo y de la teoría de la imaginación. De hecho, Harari comienza su exposición por la senda de la teoría de la imaginación al llamar al Paleolítico “la revolución cognitiva”, pero abandona pronto esta vía para adentrarse en una selva ecléctica.

 

 La gran historia

Pero el mayor éxito de Harari no son las ventas millonarias de sus libros, su fama mundial o el reconocimiento de líderes políticos y sociales. El mayor éxito de Harari consiste en haber puesto en primera línea de la agenda cultural una nueva disciplina: la gran historia. La historia, lo mismo que otras disciplinas anexas -la historia del arte o la historia literaria- se han ido diluyendo en estudios hiperconcretos -un autor, la historia local, un grupo, en el mejor de los casos, un periodo-. Esos estudios -monografías- pierden necesariamente la visión de conjunto y, con ella, la capacidad de reflexionar sobre el destino de la humanidad. La filosofía de la historia ha sido una disciplina marginal e, incluso, sospechosa, para el siglo XX. Sin embargo, en los últimos años del siglo XX han aparecido obras magníficas, enormes esfuerzos de investigación y de reflexión. Sus autores han tenido impactos apreciables en el dominio puramente académico. Me refiero a los trabajos de W. H. McNeill, pero también a los de Fred Spier. La teoría de este último es la más sorprendente e innovadora. Spier no se limita al estudio de las varias humanidades. Va más lejos, a partir del cálculo del gasto energético explica, en términos de un riguroso materialismo, la evolución de la vida en el universo, y la aparición de la humanidad como un paso más en ese proceso. Esta teoría solo puede compararse a la de Darwin por su trascendencia. Los libros de Spier también han sido traducidos, pero no han llegado al gran público. No son libros de divulgación, aunque los puede leer alguien no iniciado en estas materias que tenga un nivel cultural alto. Desde otras disciplinas, grandes pensadores han venido a converger con los objetivos de la gran historia: Norbert Elias, desde la sociología (la gran evolución); Cornelius Castoriadis, desde la teoría de la imaginación; Mijaíl Bajtín, desde la estética literaria (el gran tiempo)… Se trata de pensar el destino de la humanidad sin misticismo (algo que también le sobra a Harari). Hoy esa tarea no es una especulación sin fundamento sino una necesidad para que la humanidad pueda asumir la responsabilidad que le ha caído encima al arrebatar a los dios caído encima al arrebatar a los dioses el timón del mundo y del universo.

Escrito en Sólo Digital Turia por Luis Beltrán Almería

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