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Manuel Borrás: “Hemos desvirtuado la naturaleza lenta de la literatura”

El día que tuvo lugar esta entrevista Manuel Borrás, uno de los artífices de la editorial Pre-Textos, había llegado de Nueva York a Valencia y allí había cogido otro avión rumbo a Madrid para participar en un taller de edición en La Casa Encendida. No es infrecuente este tipo de combinaciones en la agenda de este editor viajero, que, lejos de la imagen del profesional leyendo tranquilamente, desconectado del mundo, escondido tras una pila de manuscritos –imagen, por otra parte, ya antigua porque la tecnología, las circunstancias, el ritmo veloz de los tiempos que vivimos, lo han modificado todo– ha montado su oficina en los aeropuertos, a bordo de aviones que le conducen allí donde está el mercado potencial de sus libros.

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Escrito en Lecturas Turia por Emma Rodríguez

DARÍO VILLANUEVA: "LOS ESPAÑOLES TENEMOS QUE SUPERAR DE UNA VEZ EL AUTODESPRECIO"

CLARA JANÉS, LA ÚLTIMA ACADÉMICA ELEGIDA, TAMBIÉN PROTAGONIZA OTRA CONVERSACIÓN EXCLUSIVA:"LA INTUICIÓN NOS ACERCA AL DESCUBRIMIENTO"



Darío Villanueva y Clara Janés forman, sin duda, una pareja insólita por las diferencias que los separan, pero ambos comparten un valioso vínculo: son miembros relevantes de la Real  Academia Española. Él ejerce como director desde hace poco más de un año y ella es la última incorporación femenina a una institución que trabaja desde hace tres siglos al servicio de la lengua española y de los hispanohablantes. Ambos poseen trayectorias y obras muy sólidas, valiosas e indiscutibles por su calidad e interés dentro de la cultura de nuestro tiempo. De ahí que la revista TURIA no haya dudado, en su nuevo número que se distribuirá este mes junio, en dedicarles a cada uno de ellos sendas entrevistas a fondo y en exclusiva.

Tanto Darío Villanueva como Clara Janés hablan a corazón abierto, con complicidad y sin reparos, acerca de un amplio repertorio de temas. Con el director de la RAE analizamos  el presente y el futuro de la institución, la batalla por el prestigio del español, la importancia de las humanidades o el drama de la falta de oportunidades para los jóvenes universitarios. La conversación con la poeta y traductora se adentra en temas como la necesidad de cuestionarnos a nosotros mismos, el papel de la poesía, la perversidad del poder o el carácter inviable de un Islam sin espacios de libertad.

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Escrito en Noticias Turia por Instituto de Estudios Turolenses Diputación Provincial de Teruel

Hablar de Julio Llamazares no es sólo hablar de Luna de lobos y La lluvia amarilla, dos libros claves en la reciente Historia de la Literatura Española, es también hablar de viaje literario, concebido éste con sabiduría artística sin abandonar otras formas de saboreo. Y es así porque, entre los escritores actuales, pocos hay como Julio Llamazares que exploren y exploten de forma tan suculenta esta vía de expresión creativa. Una vía en la que, además del lamín literario sobre el que siempre la hace descansar Llamazares, habita también la facultad de atesorar otras sabrosas claves de lectura e interpretación.

Sucede así, sin duda, porque en los viajes literarios de Julio Llamazares, el lector puede encontrarse junto a la emoción artística, la anécdota simple o el detalle ínfimo que, sin embargo, nunca escatiman atracción. Porque lo normal es que al lado del chascarrillo, habite sin problemas el sentimiento, se cuele torrencial el pasado y se vislumbre densa la memoria. O porque, a la par de la voz del pueblo (la de los paisanos con los que se topa mientras el autor ejerce de viajero), también hablen los libros o se escuche la Historia, al tiempo que el paisaje (y el paisanaje, claro) se incrusta en la retina del lector.

Llamazares siempre ha viajado con el ojo abierto, el oido atento y la mente despierta. Una triada clave y mínima, para captar, almacenar, rumiar y plasmar bien la vida y sus contornos. No hay lugar para la duda acerca de lo que acabo de afirmar si se tiene en mente libros como El río del olvido con el que Llamazares no lleva de la mano por tierras de su León natal, Tras-os-Montes que tanto indaga por el oeste, mirando a Portugal, Cuaderno de Duero donde, por ejemplo, el susurante y ancestral rumor del río se percibe mientras se atraviesan las tierras de la vieja Castilla, o cuando en Las rosas de piedra escrutamos las catedrales que nuestro autor dibuja cobijado en el tiempo y en las emociones de quienes nos precedieron levantándolas, usándolas o visitándolas, entre otras posibilidades.

El viaje de don Quijote puede ser más de lo mismo en el buen sentido de la frase, sin embargo, guarda algunas sorpresas. Por ejemplo: No es un viaje, son tres viajes (ésta es una de las habilidades de Llamazares en el libro). El primero: un viaje de fondo y al fondo, con el imaginario del lector a flor de piel. Es decir, el viaje que, literariamente, llevó a cabo Don Quijote como bien apunta Llamazares con llaneza el título de su entrega y que es, no se olvide, un viaje imaginado por Cervantes, aunque asentado en concreciones de la realidad. El segundo: el viaje de Azorín en 1095 (La ruta de Don Quijote), realizado en carro, físicamente, y cuyas observaciones acabaron fijadas mediante la concisa prosa del autor alicantino, por otra parte, llena de punzante colorismo e, incluso, de sugerencia continua. Y el tercero: el que redacta Julio Llamazares que, a lomos de los dos anteriores, nos empuja por otros mil derroteros y en los que, además, cabe casi todo. En definitiva, un juego de cajas chinas que se comunica al lector con una prosa sencilla, pausada y campechana que, sin hacerse notar, permite tanto el roce o el palmoteo amistoso, como el detalle campanudo y el apunte erudito. Otra nueva habilidad de Julio Llamazares: dar, como si nada, información múltiple que se cobija tanto en la anécdota viajera, las hablillas sobre el suceso o el territorio en el que acaece, la cita libresca, la lectura previa (Cervantes y Azorín por supuesto, pero también otros autores que fluyen en su memoria), como en la voz de quienes, durante el viaje, le salen físicamente al encuentro, sin olvidar la Historia o la observación misma del viajero.

Ayuda mucho la fragmentación que estructura el libro (aunque, en el fondo ésta sea servidumbre de la función primigenia de lo escrito: artículos diarios para el periódico El País, por encargo de Juan Cruz). Una fragmentación casi de postal, con comunicaciones breves, pero siempre jugosas. Una fragmentación que, además, evita el posible cansancio lector ante el acumulo de datos, imágenes y sensaciones en tan breves textos y posibilita también el sorbo pausado de la lectura; una lectura cortada por los obligados y breves descansos que imponen tanto los apartados (treinta) como las partes (tres) con las que el autor nos presenta el libro.

Sin desmerecer ningún apartado y ninguna de sus tres partes citadas, para el lector aragonés, por proximidad, es gratificante la tercera y, en concreto, los apartados relativos al entorno del Ebro (el salto de Clavileño, las barcas del Ebro, el castillo de Pedrola, la ínsula Barataria, la arcadia de sus riberas, el orillamiento de Zaragoza… antes de internarse por tierras Monegrinas o de Fraga para recalar en Cataluña donde la aventura tocará a su fin con la derrota sufrida por Don Quijote frente de el caballero de la Blanca Luna en la playa de Barcelona).

En todos ellos, sobre el armazón estructural de una sencilla lectura del Quijote, Llamazares husmea en nuestras circunstancias, identidad, historia… o, incluso, de actualidad mediante pinceladas rápidas que tiene mucho de cierto y, a veces, con invisibles tintes de ironía. Por ejemplo: al invitarnos a que nos pongamos en la piel de Don Quijote y de Sancho para así comprender el progreso o los cambios sufridos por el paisaje. Tiene su gracia y su poso. Sobre todo, porque no hay más ciego que quien se mece rodeado por la costumbre. El paisaje y paisanaje del entorno, de tanto estar junto a nosotros, puede parecer de lo más normal. La normalidad cambia según la mirada de quien, reflexivo o no, ejecuta tal mirada en libertad, sin ataduras como, por ejemplo, la rutina.

En definitiva, una lectura amena y sencilla que, sin embargo, invita siempre a reposar lo leído y a sumergirse bajo su suave oleaje. Un viaje que permite volar a la evocación mientras se confrontan cuatro siglos, con su vida y con sus paisajes en el vaivén del tiempo. Todo, sin cambiar de lugar (es lo que tienen los libros), pero, sin duda, acumulando nuevas ideas.

 

Julio Llamazares: El viaje de Don Quijote. Ilustraciones de Jesús Cisneros. Madrid, Alfaguara, 2016.

Escrito en Sólo Digital Turia por Ramón Acín

2 de junio de 2016

MARÍA BENÍTEZ

POEMAS


LA ESCISIÓN (PRIPYAT)

Skinner dijo "ser para uno mismo es no ser casi nada".

Pero yo he encontrado un número reducido y peculiar de personas que en ese casi lo han sido todo.

 

He extendido un manto de bruma

una densidad insalvable

entre la semilla de lucidez en el ojo

y la plaga de enredos en la tierra.

 

Para evitar el contagio.

 

Si preguntan diles que me fui al bosque

a volar con las hadas.

Si preguntan confiésales que me consumió el delirio,

que me inflamé con las piras de mis demonios.

 

Dilo, dilo.

Me volví loca.

 

Pero no preguntarán. No realmente.

 

La pregunta es la espiga de cereal sana entre la cosecha muerta.

El campo está enteramente podrido. 

El campo, 

aquí

ahora,

es una dolencia.

 

La primera grieta resuena desde la infancia:

"esta niña no está fina".

 

Esta niña no está aquí. 

 

Yo he abierto un abismo para romper el canal,

la conexión.

Yo lo he hecho porque era urgente.

Era necesario. 

 

Involucrarse en este tiempo

es como sumergirse en ácido y después lamentar

el desprendimiento de la piel

del cabello.

 

Quedarse en la cueva

mezclarse con la cueva

convertirse en la cueva.

 

Ignorar la sierra resplandeciente que se mece arriba, lejos.

 

Este tiempo hace difícil separar el tocino de la carne

y la carne

del hueso.

 

Yo lo vi en un sueño, hace mucho.

Yo lo vi en un sueño, justo ayer.

 

He abierto una brecha con el mundo

y me he quedado 

en el otro lado.

 

El aislamiento es la respuesta del sistema nervioso, la defensa, la reconstrucción de las fibras.

El aislamiento es la fiebre, el síntoma rebelándose contra la infección. El síntoma y su clarividencia.

La paz en el haz azul y frío de la alteración perceptiva.

 

Mi corazón se ha renombrado por hipertermia.

Se desbautiza y se proclama zona de exclusión,

se deshabita para no respirar la radiactividad del entorno.

Me llamo Pripyat y sigo aquí pese a las ruinas.

 

Me he  escindido de los rezos, de las idea. 

He quemado los símbolos, los manifiestos.

Para sobrevivir.

 

Ya he pagado el precio, 

yo ya he.

 

Yo he ofrecido en sacrificio todo el miedo que me cabía en el cuerpo.

Yo me he ido muy lejos, muy lejos. 

Como un bandazo de viento, un huracán que te retira a la otra punta del universo.

 

La enfermedad también puede ser el remedio al germen.

La ausencia de palabras. De contingencias.  La ausencia.

 

La enfermedad es la espiga sana en la cosecha podrida.

 

La enfermedad es la semilla de lucidez en el ojo,

 

el pájaro doméstico que escapa y vuela con artrosis en las alas,

lejos

lejos de las jaulas

 

la escisión de los retoños criados por las bestias

 

lejos

 

lejos de los humanos.

 

PALLAKSCH, PALLAKSCH

"-Pallaksch, pallaksch-. También la lengua tirita” .

- Chantal Maillard, La herida en la lengua. 

 

el problema no era el miedo a la oscuridad sino que no entrases en ella

no puedo explicaros la defusión entre emoción y conducta

porque todos los libros están tirados aquí y allá

qué desorden tan intrusivo

qué fuga del siglo con las ideas

no sé nada de oficios pero sueño de mayor con que alguien me hubiera preguntado qué quería ser de pequeña

me devuelve a un suelo tierno saber que una vez tú también eras de las que iba apartando las mariquitas del asfalto para que nadie las pisase

juro que a veces puedo sentir de una forma muy sólida y eclipsante cómo este mundo me pone enferma

-"gradualmente y luego de repente" -

podría mirar a un tuerto y dejarle cien años de mala suerte

la soledad no es tiempo sino espacio

podría relamer las esquinas donde fui a vomitar para condicionar el veneno como algo aversivo por saciedad pura

podría dar fe de que eso nunca ha curado el hambre

no puedo explicaros por qué radical si os quedáis siempre en las ramas

por qué mujer sin necesidad de "pero el hombre"

por qué el fin no será amor nunca ni se justificará si el medio es el odio

por qué balbucean torpes los sabios

por qué este bloqueo 

este vacío repentino

este corte brusco en el hilo

el pensamiento

no puedo salvaros de cuando decís casa

y creéis estar fuera de peligro.

 

 

DALILA ESLAVA

POEMAS


DISECCIÓN

Puedo admitir a nadie

que el miedo a las alturas siempre fue inventado

mientras camino por la línea recta del abismo más familiar

o hago claqué sobre tu espalda,

que viene a ser lo mismo.

 

Sentir la piel del erizo nunca fue en vano

a pesar del final corriente el cual tenemos por destino;

tu imagen deja de ser borrosa

y las señales de pérdida que llevan a vivir de nuevo el abandono

han dejado de ser una prioridad.

 

Qué me ocurres.

 

Únicamente

una explosión de oxitocina

puede explicar estas ganas de suicidarme si es desde tu cuerpo,

pero no me creo.

 

Hoy

nuevamente

me han preguntado qué es lo que siento

y sólo he sabido responder

 

que a ti.

 

ICEBERG

Te miro de cerca 

me perdí tantos detalles que me equivoqué de boca dos veces

y ahora que conozco tus manos

no quiero pasar por alto ninguno de los poros de tu piel

piel coraza que esconde algo tan grande

tan grande

que hay días en los que quiero irme por miedo a que me lo enseñes

y quiera quedarme para siempre

 

Porque yo sé que me quedaría,

siempre me quedo,

pero sé a ciencia cierta que estoy fuera de la media 

y ojalá tú también

 

Pero asumir que te van a abandonar

hace que duela menos dicho abandono

por eso te incluyo en ese conjunto de individuos

que dejan de saludarme a pesar de las ganas pasadas

 

Me baño en las dudas que hacen del futuro algo tan terrible

que no me atrevo a preguntar por tu historial de huida

 

Así que

mientras tanto

compartimos espacio con la certeza de que nos caeremos

 

Pero chico

no habrá sido en vano

 

 

 

Escrito en Sólo Digital Turia por María Benítez y Dalila Eslava

TAMBIÉN DA A CONOCER NARRACIONES DE KAZUO ISHIGURO, MARTA SANZ, ELOY TIZÓN Y LUISGÉ MARTÍN

La revista cultural TURIA publica en su nuevo número, que se distribuirá el 30 de junio en España y otros países, un avance de la edición en castellano de “Según una historia verídica”, de la escritora Delphine de Vigan. La obra, que será publicada próximamente por Anagrama, es el último libro que se traduce de una de las autoras más destacadas de la literatura francesa reciente. Tras el éxito indiscutible de crítica y lectores de “Nada se opone a la noche”, en el que evocaba el suicidio de su madre bipolar y algunos secretos de familia, la novelista nos ofrece ahora con su octava novela otra historia verdadera que también está cautivando a cuantos la leen.

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Escrito en Noticias Turia por Instituto de Estudios Turolenses Diputación Provincial de Teruel

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