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Ana Blandiana (n. 1942), poetisa, prosista y ensayista, es una de las conciencias artísticas y cívicas más importantes en el panorama de la literatura rumana contemporánea. Autora de catorce libros de poesía, dos volúmenes de relatos fantásticos, siete de ensayos y una novela, es la poetisa rumana actual más internacional. De su obra se han traducido cuarenta y seis libros a veinticuatro lenguas. Poetisa de excepción y, al mismo tiempo, una mujer extraordinariamente bella, carismática y valiente, Ana Blandiana es una figura legendaria de las Letras Rumanas.

El lugar que Blandiana ocupa en la literatura rumana es comparable al de Anna Ajmátova o Vaclav Havel en la literatura rusa o checa. En su obra el destino personal es emblemático de un destino colectivo. Sus versos expresaban el sufrimiento de todos y daban voz a los que no la tenían. Sus poemas se copiaron a mano, en samizdat, y circularon en miles de ejemplares. En 1989, después de la caída del régimen comunista, Blandiana fue una voz creadora importante en la sociedad civil. Fundó y presidió el movimiento Alianza Cívica (1991-2001) que contribuyó a la democratización del país.

Bajo la égida del Consejo de Europa, Ana Blandiana dirige junto con su marido, el también escritor y ensayista, Romulus Rusan, el “Memorial de las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia” ubicado en la ciudad de Sighet en el norte de Rumanía. Este museo que es también una institución dedicada a la investigación de la historia es considerado el tercer museo de la conciencia europea después del memorial de Normandía y el museo de Auschwitz. En 2009, por su contribución a la cultura europea y su lucha contra la injusticia, Blandiana fue condecorada con la más alta distinción de la República Francesa, la Légion d’Honneur.

En lengua española su escritura está representada por: una Antología poética bilingüe. Cosecha de Ángeles. Colección Cosmopoética. Lucena: Córdoba, Juan de Mairena, 2007), dos volúmenes de prosa fantástica, Proyectos de Pasado. (Cáceres: Periférica, 2008) y Las cuatro estaciones (Cáceres: Periférica, 2011). Ensayos y entrevistas suyos han sido publicados en periódicos como El País y ABC Cultural, entre otros.

              La selección de poemas que ahora publica TURIA procede del poemario de Ana Blandiana Mi patria A4 (2010).

 

 

 ANA BLANDIANA

 

Caza en el tiempo

 

Siento que soy la presa

Pero no sé de quién,

Pues las alas y las garras que descienden

Sobre mí,

Y me encadenan a la sombra

Mucho antes de alcanzarme

Carecen de nombre.

Sólo la frescura del aire dibuja

La amenaza que se acerca

Con cruda y voluptuosa lentitud.

 

Sé que no hay salvación, pero

Tampoco sé qué sería la salvación.

Si intento huir, la sombra también cambia

Amoldándose a mi horizonte como las nubes,

Feroz y protectora en su cuidado

De no perderme, presa de otro.

 

En la espera, los sobresaltos se confunden,

El pavor se mezcla plácidamente en el misterio

Desentrañar su enigma será mi sino:

Tengo que vivir hasta que encuentre la respuesta

Un tiempo igual al tiempo de la caza

En el que, al menos, sé que soy la presa.

 

 

 

Aglomeración

 

Enterrados en montañas de nieve,

No estaban nunca seguros de que la primavera regresara,

No sabían si el sol las derretiría,

Y cada año esperaban impacientes

Que los brotes florecieran otra vez.

 

¡Qué vida palpitante! ¡Qué emociones conmovedoras!

Cuando cada hecho estaba en manos de un dios,

Al que había que invocar, implorar y adular,

Que esperaba sacrificios – una especie de soborno metafísico –

Para cumplir con su deber.

 

Y los dioses pequeños dependían a su vez de unos dioses más fuertes,

Y los buenos se oponían a otros vengativos,

Y cada centímetro cuadrado lo habitaba

Un sinfín de jerarquías de seres invisibles

¡Era tan maravilloso perderse entre ellos

Sin molestar a nadie!

 

 

 

En las colinas

 

En las colinas, el alma

Recobra su aliento,

Lo verde le sienta bien,

Se revuelca en el pasto reciente

Mitad hierba, mitad aroma.

Respira hondamente, inspira, espira,

La primavera pasa a través de ella

Y la libera del miedo.

 

Boca arriba, en la alta pradera,

Miro las nubes deslizarse por el cielo

Al igual que el olor de heno pasa sobre las colinas,

Mis ojos y mi nariz

Descubren el misterio:

La dulce e incansable rotación en el caos

Que devana sobre el huso de los aires

Aromas y nubes.

 

Mientras, el alma

Se acostumbra a la tierra

Y respira profundamente.

 

 

 

 

Como en un espejo

 

Antes de que se acabe el día,

El sol desciende cada vez más rojo

Y la luna asciende aún roja –

Son casi iguales.

 

La hierba agostada por el calor

Y el áspero rastrojo

Parecido a una barba de días

No consiguen diferenciar

Los hilos negros

De sus pantallas

Colocadas cara a cara.

 

Suave confusión,

Parecida al momento en que al partir

Vuelves atrás la mirada,

Y percibes, como en un espejo,

Tu nacimiento.

 

 

 

 

Cara o cruz

 

Como la cruz apenas descifrada

De una moneda lanzada al aire,

A punto de caer y decidir

– Cara o cruz –

Sin saber qué destino va a designar

Así te vi,

Mientras caías

Cruzando los aires,

Rasgando las mortajas blancas de las nubes,

Dejándolas que te envolvieran,

Como si supieras que al final de la caída

Ibas a estrellarte sobre

El asfalto donde yo esperaba

Leer mi destino

En las entrañas del ángel.

 

 

 

Panales

 

Tú no has nacido,

Sino que naces

A cada momento,

Y no intentas

Estar allí, cuando estás aquí,

O aquí cuando vas allí.

Tú eres la materia audazmente salvada

De una respiración en otra,

Sin la cual no existiríamos.

Y, en realidad, no somos

Más que restos, formas vacías,

Panales de los que se ha escurrido

La miel de la eternidad.

 

 

 

Fin de temporada

 

Arrugada sobre la bóveda,

Como una piel vieja

Demasiado grande para lo que tiene que esconder:

El abismo

Del que los dioses fueron desalojados

Se vuelve más pequeño.

Un aire provisional, de paso,

De final de temporada,

Envuelve el universo

Con polvo amontonado en los rincones

Y naves abandonadas

Donde se leen poemas sin sentido.

 

Cambio de signo:

La estupidez suicida,

Sin darse cuenta siquiera,

Toma el poder.

 

 

 

 

La correa de la mochila

 

Desde estas cimas miro alrededor,

Veo abetos arrastrados por vientos fuertes

Y valles casi obscenos, oscuros y húmedos,

Y otras cumbres más pequeñas y más grandes

Que se observan y se miden entre sí.

 

Pueblos de hoja caduca se someten a las estaciones

Con una sabiduría que la lluvia pudre,

Y, entre ramas entrelazadas, esconden

Alimañas hambrientas y miserables.

 

¡Cuánta serenidad ante tantas derrotas!

 

La soledad toma la forma de las aglomeraciones,

Las multitudes son desiertos,

El retiro hacia las cimas bajo el peso

De los silencios hesicastas es siempre más inseguro,

Mientras que en el borde de los omóplatos

La correa de la mochila

Roza los muñones con restos de plumas.

 

 

                                                           Traducción Viorica Patea y Antonio Colinas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escrito en Lecturas Turia por Viorica Patea

28 de julio de 2014

Hay un clima de orfandad en las miradas,

un indicio o voltaje oscila ingrávido, aterido,

en el lento naufragio de la tarde.

¿Dónde abre la saqueada ciudad de la conciencia

Sus sendas hacia la huida?

Oscuras sombras se proyectan en la piel del muro.

Hay señales de lucha, de aguda agitación

que enrarece el aire.

Son los febriles pájaros de la sospecha,

su aleteo chasqueante en las esquinas,

en las cortinas dibujadas por la luz.

Pues vendrá el tiempo en su extensa curvatura

a encontrarme de nuevo, sentado aquí,

cuando todas las cosas se cumplan.

Pero no es miedo,

sino cansancio enorme de buque embarrancado,

mordido para siempre por rocas asesinas.

Eso sí es plenitud.

No la noche inevitable,

perdido ya el combate de antemano.

Escrito en Lecturas Turia por Juan Manuel Villalba

23 de julio de 2014

 

Con unas tibias manos me guardas del invierno

y sin embargo sufro de frío por tu causa.

Sé que estás a mi lado, pero nunca presente:

vives en los recuerdos de las cosas amables.

 

Fueron tus ojos dulces lagos de madrugada,

¿dónde sus calmas aguas resplandecieron ahora?,

¿desde dónde tu voz lejana hasta mí llega

para mantener fresca la flor de la nostalgia?

 

¿O es que acaso no existes y yo te reconstruyo

para poner defensas a la muerte que evito?

No es posible que seas sólo ausencia y silencio,

si mi mano nocturna te alcanzó tantas veces.

Escrito en Lecturas Turia por Francisco Bejarano

23 de julio de 2014

 

1

 

The end of think/ The beginning of know

es el nuevo evangelio de las multinacionales

grabado en las pantallas por Thomson Reuters.

No habrá más pensamiento: sólo knowledge to act,

soluciones rentables para problemas sencillos,

clientes que con aplomo comprarán hot dogs o humanismo,

valores susceptibles de cotizar en Bolsa.

The end of think, la nueva máquina

disuelve grumos utópicos y suaviza los callos del cerebro.

Engrasamos los circuitos de la servidumbre,

revisamos engranajes maximizadores,

bruñimos el sagrario de la eficiencia. La “sociedad del conocimiento”

va apagando, una a una, las luces con que se conectaban oscuridad y lumbre

en ventanas abiertas: ese atraso

 

2

 

Sueñan

con extraer la última gota de petróleo del Ártico

y capturar el último atún en un rincón del Índico

y ágilmente repatriar después su capital

a una luna de Júpiter

 

Su sueño

destruye

nuestro mundo

 

3

 

Cómo habitar la Tierra

era nuestro problema cuando hace 35.000 años

nos inclinábamos tratando de adivinar

las formas animales que la luz de la antorcha

convocaba poderosas sobre la pared de piedra

 

Cómo habitar la Tierra

sigue siendo nuestro problema hoy cuando convocamos

el altar de las apariciones en las páginas

de un libro de poemas o de física teórica

bajo la fría luz de la bombilla

alimentada en una quinta parte –watio más watio menos—

con electricidad nuclear

 

Tiempos tan largos y saber tan menguado

para habitar la Tierra

 

4

 

El cofrecillo de Marco Aurelio:

no sufre daño al ser ensamblado

ni tampoco al ser desensamblado

 

El cofrecillo de Rilke:

contiene un precioso secreto

y aunque uno mismo no lo conozca

sí que es capaz de transmitirlo

 

Cofrecitos

escriños

cajitas de tesoros:

 

y no es el menor de ellos

alguna caja vacía

 

 

Escrito en Lecturas Turia por Jorge Riechmann

A pesar de haber sido rechazado el manuscrito cinco veces por distintas editoriales, alguien apostó por él y hoy El abuelo que saltó por la ventana y se largó es ya una historia que se llevará al cine, dirigida por el actor y cineasta sueco Felix Herngren. Así es como Jonas Jonasson -tras una larga carrera como periodista y consultor para televisión- decidió darle un giro a su vida y hacer lo que de verdad quería hacer: escribir una novela.

Muchas son las sorpresas que nos da Jonasson en esta novela, pero la más impactante es la fuerza y la capacidad de decisión que muestra Allan Karlson, su protagonista, tanto a  los veinte años como a los cien, él siempre fue así. De joven lo tenían por tarado, incluso pasó una temporada hospitalizado y medicado, pero cuando reconquistó la libertad se dijo: “aquí estoy yo, os vais a enterar”. Sin escrúpulos, sin melindros, sin miramientos, Allan, de profesión dinamitero, arrasa por donde pasa, incluso en la casa del lector o la lectora.

Este personaje centenario es el eje central y el verdadero regalo de una historia extremadamente audaz e ingeniosa, capaz de aturdir a más de un lector. Allan es un hombre de un maravilloso sentido común, un anciano sin prejuicios que no está dispuesto a renunciar al placer de vivir, cueste lo que cueste. Quizá por ello el autor, Jonas Jonasson (Växsjö, 1962), no se casa con nadie, no juzga moralmente a sus personajes, al menos a los protagonistas, sino que los expone ante el mundo y el lector, para que ambos decidan y valoren.

Comenta el autor que la novela surgió entre una veintena de historias con un tono humorístico y satírico alrededor de la incomunicación entre los humanos. Hoy, con casi dos millones de ejemplares vendidos -de los cuales más de un millón en Suecia, donde fue Libro del Año y Premio de los Libreros y su gran éxito en otros países- podríamos decir que no son garantía para un lector exigente, sin embargo, en este caso el éxito del libro no es exagerado porque entre otras, tiene la virtud de hacernos reír ante la estupidez y la idiotez del mundo y de las personas.

¿Y de dónde semejante éxito? Pues quizá porque no es una obra densa, con descripciones sublimes, ni momentos poéticos, sino más bien una novela de acción y reacción, de pocos adjetivos y muchos verbos, de diálogos breves e incisivos, una road novel, una obra que se lee suavemente, si no te cuestionas ninguna de las barbaridades y excentricidades que estás leyendo. Sus oportunos toques de humor y el desprecio hacia la vida humana en momentos puntuales son fascinantes, al margen de prejuicios y juicios, tanto como la camaradería y la complicidad entre los miembros del grupo que acaba aunando la figura de Karlsson. Unos personajes estrambóticos que dan conexión a la historia.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó  es  un thriller al borde de la muerte con dos historias paralelas. De un lado, la de hoy, la que tiene en vilo al país y a los medios de comunicación, la insólita e increíble historia de Karlsson huyendo por la ventana y liándola gordísima, y de otro, la vida de Karlsson vista en retrospectiva a través de "las miserias de la humanidad" del siglo XX.

Si el título y la portada son, cuando menos, curiosos y surrealistas, no menos estrambótica es la historia de su protagonista, Allan Karlsson, un anciano que el día de su 100 cumpleaños decide escapar de una vida que no va con él y se ve envuelto en mil aventuras, siempre guiado por un despierto sentido común y un escaso temor a la muerte y al crimen. A partir de aquí se van sucediendo una serie de rocambolescas situaciones que nos llevan a conocer a fondo al personaje. Un hombre que toma las cosas tal como se le presentan. El azar, admite el autor, resulta vital en esta novela fluvial en la que Karlsson -además de encontrar en un lío tremendo- tropieza con personajes históricos como Franco, Truman, Churchill, Stalin, Mao Zedong o De Gaulle, tratados desde el histrionismo.

Trepidante relato directo, sin ambages, El abuelo que saltó por la ventana y se largó se construye sobre una rocambolesca huida con robos, muertes, equívocos por doquier y mucho sentido del humor que en 400 páginas trata de las mentiras, del bien, de la soledad y del poco interés por la política y por lo humano. Una mezcla que deja al final cierto amargor porque quizá, como dice el autor,una de las contradicciones de amar a Allan Karlsson, nuestro héroe, es que es un idiota político, una máquina de matar, un hombre sin moral, no es un hombre común. Dejo que sea el lector el que decida si es bueno o malo. No creo que sea una buena persona”.

De hecho, Karlsson es aquel individuo ignorante que parece ser ciertamente el único que sabe disfrutar de la vida con un optimismo innato y encontrar razones para vivir, incluso a los cien años. Es un personaje con entidad propia y de verdad que cuando se escapa del pueblo en un autobús de destino incierto, con una maleta con 50 millones de coronas robada casi por accidente, no imaginamos la riqueza de la historia que nos espera. Y sin embargo, voilà.

Una historia que revisa también aspectos turbios para la memoria colectiva de Suecia, como las castraciones selectivas, lejos. Un aspecto que muchos suecos de hoy no conocen, pero que no fue nada raro en su momento, fruto de un contexto racista. Historias vergonzosas que sucedieron desde la década de los cuarenta hasta la de los ochenta, y que ahora, “una vez conocidas y tras que el Parlamento se haya disculpado con esas personas maltratadas, es el momento de contar la verdad”, considera Jonasson.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó es sobre todo un viaje surrealista y un ejercicio de invención admirable. Su argumento, perfectamente hilado, en el que no se escapa detalle a pesar de su complejidad, sorprende constantemente con giros inesperados que dejan al desnudo la estupidez humana, que nos demuestran que las ideas absolutas conllevan miseria y destrucción y que algunas sociedades no aprenden de sus errores. Giros que nos descubren también que la risa es un arma infalible y que está al alcance de todos.

 

Jonas Jonasson, El abuelo que saltó por la ventana y se largó, traducción Sofía Pascual Pape, Barcelona, Salamandra, 2012.

 

 

Escrito en Lecturas Turia por Lourdes Toledo

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