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Fernanda Melchor: “La violencia no es algo inherente a la pobreza"

Veracruz. Ubicada a más de cuatrocientos diez kilómetros al sureste de Ciudad de México, en la costa del golfo, la capital del Municipio de Veracruz es el puerto marítimo más importante del país y donde se fundó, hacia 1519, el primer ayuntamiento de la historia en la parte continental de América. Casi quinientos años después, en tiempos del Cártel de Los Zetas, cuando Fernanda Melchor (Veracruz, México, 1982) comenzó a ejercer la profesión de escritora

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Escrito en Conversaciones Revista Turia por Michelle Roche Rodríguez

EL INSTITUTO CERVANTES ACOGERÁ EN MADRID LA PRESENTACIÓN DE TURIA EL PRÓXIMO 24 DE MARZO

LA ESCRITORA MENCHU GUTIÉRREZ DARÁ A CONOCER EL MONOGRÁFICO DE LA REVISTA SOBRE UNO DE LOS AUTORES MÁS RELEVANTES DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS

El nuevo número de la revista cultural TURIA tiene como principal objetivo rendir un merecido homenaje a Vicente Molina Foix, cuando acaba de cumplir 75 años y es ya un referente indiscutible de la cultura española contemporánea. Sin duda, su personalidad y su intensa y variada labor intelectual nos confirma que estamos ante un escritor total. Un autor capaz de maravillarnos, en cuantos géneros ha cultivado, gracias a una poderosa imaginación que lo singulariza y que constituye el auténtico motor de toda su obra. 

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Escrito en Noticias Turia por Instituto de Estudios Turolenses Diputación Provincial de Teruel

LA REVISTA SE PRESENTARÁ EN ALCAÑIZ EL 6 DE ABRIL 

TAMBIEN ANALIZA LA TRAYECTORIA VITAL E INTELECTUAL DE ÁNCHEL CONTE

CERCA DE 40 AUTORES ARAGONESES PARTICIPAN EN EL NUEVO NÚMERO DE TURIA, ILUSTRADO POR PEPE CERDÁ 

El nuevo número de TURIA tiene, entre sus principales contenidos, un artículo en el que se rinde homenaje y hace balance de la rica e intensa trayectoria profesional de la periodista turolense Pilar Narvión. Se trata de un texto muy oportuno por cuanto el próximo día 30 de marzo se cumplirá el centenario de su nacimiento. Y será en su ciudad, Alcañiz, cuando el 6 de abril la revista editada por el Instituto de Estudios Turolenses dará a conocer en la capital del Bajo Aragón este contenido tan singular vinculado a una de sus hijas más ilustres.


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Escrito en Noticias Turia por Instituto de Estudios Turolenses Diputación Provincial de Teruel

4 de marzo de 2022

“Qué es un antipoeta:/ un comerciante en urnas y ataúdes?/ un sacerdote que no cree en nada?/ un general que duda de sí mismo?/ un vagabundo que se ríe de todo/ hasta de la vejez y de la muerte?/ un interlocutor de mal carácter?/ un bailarín al borde del abismo?/ un narciso que ama a todo el mundo?/ un bromista sangriento/ deliberadamente miserable?”, así comienza Nicanor Parra, ironizando incluso sobre sí mismo, uno de sus poemas (o antipoemas). Y ¿quién es Rafael Alconétar? ¿Un antiliterato? ¿Un genio? ¿Un escritor mediocre? ¿Un vidente? ¿Un niño malcriado? ¿Un hombre fascinado por las mujeres y fascinante para muchas de ellas, que encuentran en él un amante entregado y devoto? ¿Un cerdo machista? ¿Un incómodo ejemplo de autenticidad en un tiempo de mentiras y simulacros? ¿Un farsante? Alconétar, monstruo y Teseo de su laberinto, enredado en el cuerpo de Ariadna y el hilo del lenguaje, se convierte así en esta novela en una presencia enigmática, en el gran ausente, tanto más oculto cuanto más son los espejos que lo reflejan. Novela coral, perspectivista, La Pasión de Rafael Alconétar, nos ofrece múltiples voces, entre ellas, las de sus cuatro “evangelistas”, Susana Cordero, Pedro Muñoz, Dolors Cavalls y Jaime Becerril, entre los que no falta la figura de Judas (¿uno de ellos?, ¿más de uno?, ¿todos?), que, como en la fábula de Borges, cumple paradójicamente quizá la misión y el destino del Maestro.

 

  La novela de Martín Gijón (poeta, crítico, narrador) es un homenaje a la literatura y a la vez una crítica feroz, tremendamente divertida, del mundillo literario, como si el propio Gijón fuera un discípulo de su protagonista, en una paradoja mitificación de la escritura que desmitifica todo lo que toca. Si uno no estuviera ya curado de espanto, se sorprendería de que esta novela no esté en las páginas de todos los suplementos culturales, que no se convierta en uno de los libros del año, también por su posible carácter polémico. No son pocos los popes de nuestra cultura literaria cuyo hinchado prestigio es desinflado por el aguijón punzante de una (¿anti?)novela que a ratos juega a ser una novela en clave ma non troppo, pues no resulta difícil identificar a más de uno de los dramatis personae que pueblan el tinglado de la antigua o nueva farsa. Sin embargo, el mismo hecho de que esta obra no haya logrado (¿todavía?) la visibilidad que merece es una muestra más de hasta qué punto acierta Gijón en su humorístico retrato de las literaturas patrias, donde tan fácil resulta dar gato por liebre, puesto que en el espejismo participan con entusiasmo autores, periodistas, críticos, editores y académicos. La Pasión de Rafael Alconétar es, por el contrario, una novela audaz, que recupera el empeño iconoclasta de un Luis Martín-Santos, un Julián Ríos o un Miguel Espinosa (a ratos, incluso, acercándose a una suerte de Finnegans Wake a la española), por no hablar de los evidentes guiños a Rayuela y otros grandes de la narrativa hispanoamericana (cuyo canon, sin embargo, es también cuestionado en la propia novela).  Sin pretender resucitar ningún ismo, hay aquí no poco del espíritu de las vanguardias, sobre todo en su cercanía al empeño surrealista de una vida que se desborda en la literatura, pero también de una literatura que se desborda en la vida. La acumulación de juegos de palabras, paronomasias, calambures (ya desde el mismo subtítulo, Novelaberinto, que parece evocar la nivola unamuniana) recupera un sentido lúdico de la escritura, siempre tan saludable. Por otra parte, esa “juerga de jergas”, por decirlo con palabras del Ríos de Larva, da fe del talento de Martín Gijón para el malabarismo verbal, una capacidad, de todos modos, ya suficientemente demostrada en su poemario Des en canto. Sin embargo, frente al tópico que identifica la novela experimental con una especie de formalismo extremo, donde el estilo lo es todo y poco importan elementos genuinamente novelescos como la trama y los personajes, hay que insistir en que el protagonismo del lenguaje no hace sino reforzar la búsqueda, a ratos bufa, otras veces casi trágica, de ese alocado comando literario presidido por Alconétar, víctima propiciatoria de una ciudad tan provinciana como Vetusta, aunque el chivo expiatorio tiene poco que ver con Ana Ozores y mucho con una suerte de Rimbaud maduro. O más bien perpetuamente adolescente, convencido de que la madurez, como el Ferdydurke de Gombrowicz, es una estafa, la gran trampa en que todos caemos. De ahí también la centralidad del sexo, que prolonga en el adulto (¿hay adultos?) el afán de jugar del niño. La piel es el altar cuyas profanaciones constituyen, en sí mismas, una suerte de sacralidad inversa. Sin duda, Alconétar y sus acólitos compartirían el aserto de Breton de que la poesía, como el amor, se hace en la cama. Erotismo de los cuerpos y del lenguaje, que se funden en ese “coñocimiento”, donde lo femenino es llave y enigma. También para un voyeur y narrador-testigo (¿no son aproximadamente lo mismo?) como Pedro Muñoz, el más fiel (¿el más traicionero?) de los discípulos de Alconétar, que siente en sus propias carnes la insuficiencia de la escritura para redimir una vida que se parece demasiado a un papel en blanco. Y, sin embargo, en su papel de narrador es capaz de encontrar un espesor en una trama en la que estaría destinado a ser un personaje secundario, obsesionado por el pasado, onanista compulsivo, presa de sus fracasos (como escritor y como amante de una esquiva Susana Cordera). Evangelista sin Evangelio, solo en la escritura podrá tal vez atravesar el espejo, olvidándose así de un rostro que quiere parecerse, en vano (o tal vez no), al de Alconétar.

 

 Esta novela no es quizá para todos los paladares, en buena parte porque la comida basura está ocupando las mesas de novedades con la misma rapidez con que se propaga una epidemia (aunque a la misma velocidad esos libros fast food  desaparecen para dejar paso a otros, que serán otra vez rápidamente suplantados). Pero el lector que aprecie la inteligencia y el peso (el poso) de una escritura en libertad, se perderá gozosamente en este laberinto de voces, discursos, perspectivas, idiomas, en busca de ese monstruo (perturbador, terrible tantas veces) que es, pese a todo, la literatura.

 

 

 

Mario Martín Gijón, La Pasión de Rafael Alconétar. Novelaberinto. KRK Ediciones, 2021.

Escrito en Sólo Digital Turia por José Luis Gómez Toré

¿Quién es Santiago Mendieta?

Nací en Toulouse, en el sur de Francia, en una familia de emigrantes españoles que llegaron en el 1958 para trabajar duro en un país ajeno. De niño siempre estuve rodeado de libros, de periódicos y de sueños, con la mirada puesta en la naturaleza y su destrucción desde muy pronto, en las aves… Quise ser veterinario, fotógrafo de naturaleza, trabajar con los animales salvajes, defendiéndolos, soñando con los Pirineos que me parecían una terra incognita en los mapas. Por culpa de mis malas notas en Matemáticas (imprescindibles para empezar una carrera en ciencias) más tarde lo cambié por una escuela de periodismo en Lille. Trabajé en la radio, en un diario regional en Albi y Toulouse, hasta que entré en la redacción de una prestigiosa revista que trataba de los Pirineos donde mi castellano me vino de maravilla para conectar con la vertiente sur, el Alto Aragón y sus gentes. Mi sueño se había realizado. Pero los sueños tienen un tiempo de duración. Con los años, recobré mi libertad como periodista independiente, tocando una realidad mas cotidiana como autor de libros sobre los Pirineos con temas como la fotografía antigua, rutas de senderismo y la Naturaleza en general. También publiqué una novela sobre el oro de Canfranc y la transición política española, unos libros de relatos históricos y por fin me hice editor a la fuerza con la revista Gibraltar.

 

¿Cuál es la relación de Santiago Mendieta con España ?

España está presente en mi mente, en mis lecturas, en mis preocupaciones y en mis caminatas por la sierra de Guara o por el Sobrarbe. En casa mis padres me obligaban a hablar castellano y el tesoro de la lengua por suerte se me quedó. Seguimos teniendo la casa de los abuelos en un pueblo de Guadalajara, Sacedón, donde íbamos a pasar los veranos. Aquello era como Macondo de García Márquez, el pueblo de los orígenes, cerca del embalse Buendía, qué casualidad, que anegó el pueblo natal de mi padre, La Isabela, con su balneario. Una historia muy triste que conté en Gibraltar. Vuelvo allí a pesar de la distancia y de los años que pasan, de los cambios y mutaciones que el pueblo y España han conocido. La infancia es un fantasma que nos reconoce la realidad de hoy.

 

Mi padre trabajaba en la construcción (desde albañil a conductor de obras al final, y eso que salió de la escuela a los 9 años). Estaba muy metido en política, conectado con los viejos exiliados y combatientes de la guerra Civil, que venían a casa. Toulouse ha sido la capital del exilio político, la sede del PSOE durante décadas, del sindicato hermano UGT y de los anarquistas de la CNT. Y, cuando murió Franco, tenía yo 11 años, el champán esperaba ser abierto en el frigorífico. Bridamos con nuestros vecinos catalanes. De allí mi afán por la guerra Civil Española, la Segunda República, sus personajes y episodios menos conocidos. Al final, publiqué mis “Historias reencontrados de la guerra de España, de 1931 a hoy día” en el cual hablaba de Negrín, Azaña que están enterrados en Francia, Federica Montseny en Toulouse, también de la Pasionaria, Francisco Boix en el campo nazi de Mauthausen, del hospital Varsovia creado por los guerrilleros en el barrio español de Toulouse, Saint-Cyprien, para invadir el valle de Arán en octubre de 1944 cuando Francia se liberó de los nazis gracias a estos mismos guerrilleros, de figuras y episodios del conflicto español hasta hoy día… Esta historia no acabó y sigue con el tema de las fosas, los bebés robados, la represión, las sentencias de los tribunales franquistas que nos han sido anuladas y tantas historias… Lo escribí gracias a una beca del Centro Nacional del Libro (CNL) en París, todo un orgullo cuando tantas puertas se habían cerrado, hasta que salió en octubre del 2020, en plena pandemia… cuando las librerías cerraron durante un mes…

 

¿De qué forma se ha integrado España en la revista?

Al tratarse de temas mediterráneos, es lógico que España esté presente en Gibraltar. Empezamos con el pueblo de Marinaleda en Andalucía, en 2012, símbolo entonces de la utopía y de la resistencia al capitalismo en una tierra donde los habitantes ocuparon las tierras de un duque que acabó cediéndolas al gobierno andaluz y después a ese mismo pueblo. La Guerra Civil estuvo presente durante varios números pero con una perspectiva actual: apertura de fosas, con un maestro desaparecido en un pueblo de Burgos; bebés robados, con secuencias dibujadas y sacadas de un documental dirigido por una pareja franco-española… Encargué también a un dibujante amigo un cómic de 25 páginas sobre Ascensión Mendieta, una anciana que buscaba a su padre Timoteo, fusilado en 1939 por ser republicano y sindicalista de la UGT, enterrado en una fosa del cementerio de Guadalajara. Resulta que esta historia saltó a los medios de comunicación españoles con la figura de Ascensión (presente en el sensacional documental “El silencio de otros”). Esto había pasado en Sacedón, nuestro pueblo, donde fusilaron a 80 republicanos después de la guerra, como venganza por la muerte de 18 (supuestos) simpatizantes de la Falange o de los rebeldes, cuyos nombres estaban en el frontón de la iglesia. Tragedia tapada y callada como en infinidad de pueblos del país. Y luego supe que esta señora era de mi familia…

 

También publicamos relatos más actuales, a través de la ficción, sobre el turismo de borrachera en Magaluf (Mallorca), en Benidorm, con la vuelta de un Ulises vengador, o sobre Barcelona y sus escritores a través de la mirada de un envejecido y jubilado Pepe Carvalho, el famoso detective de Vázquez Montalbán. Algunos relatos los firmó el novelista David Torres, colaborador de la revista, traducidos.

 

¿Se trata de una revista “de viajes” o es algo más?

 

Sí, algo más. Es una revista (en francés se habla de “revue” y no de “revista” que se puede traducir por “magazine”) con un único número anual por razones presupuestarias y de tiempo. El viaje se hace gracias a nuestros relatos insólitos, reportajes y textos de ficción, utilizando también el relato fotográfico o el dibujo (cómics). Hablamos de las realidades de los mundos mediterráneos: migraciones, medio ambiente, conflictos… pero también de bellas historias sencillas del presente o el pasado. Nuestros relatos tienen algo común: su durabilidad, al contrario que la “información-mercancía” de los medios de comunicación, del ruido mediático, lejos del tweet… Nuestro lema podría ser: aportar al lector evasión, reflexión y sueños, aunque parezca muy ambicioso. La región mediterránea sufre muchos conflictos, sobre todo en el sur y en Oriente Próximo: pobreza, dictaduras, fragmentación… no es un camino de rosas.

 

¿Por qué este nombre, “Gibraltar”?

Para los españoles, resulta extraño bautizar una revista en papel con el nombre de este trocito de imperio colonial británico plantando como una espina en el talón de España. Para un público francés, se refiere más al Estrecho, a la idea del viaje hacia el sur, como las aves migratorias. Da una idea de apertura, con una distancia tan mínima entre el continente europeo y África del Norte (12 km), y de cierre de las fronteras para protegerse de los pobres del sur que intentan llegar hasta la fortaleza europea para cambiar su destino. Esa era la primera idea…

 

¿Cómo decidió lanzarse al mundo editorial y por qué no optó por el formato digital?

Como periodista, las historias que proponía a las revistas parisinas no interesaban. Así que decidí crear una revista donde se hablaría del Mediterráneo, no con una visión turística o de tópicos (playas, sol y bien vivir). El reto era editar una revista en papel, gruesa (180 páginas), sin publicidad, apostando por la calidad y el placer de lectura, con un público reducido. A mi parecer, no existe mercado para una revista digital de este calado, al menos en Francia. También la idea era no ir al quiosco, ya en crisis (ahora es peor), para gestionar ejemplares no vendidos, sino ir a las librerías donde están los verdaderos lectores, tener suscriptores y suscitar el interés de las bibliotecas públicas. En cambio, Internet, con nuestra web, es fundamentales a la hora de comercializar y vender la revista ya que consigue fidelizar lectores mejor.

 

¿ Cuál es la clave que ha permitido llegar al décimo número ?

Muchos esfuerzos, la tozudez, mantener la calidad, los encuentros con escritores, periodistas e autores, buscar relatos y un largo etc. También las ayudas públicas hacen que aún permanezcamos, las del Centro nacional del libro (CNL, ministerio de Cultura) en París y de la Región Occitania, donde vivo, por parte de Occitanie Livre et Lecture. Representan de 25 a 30 % del presupuesto total.

 

¿Cuál es el alcance del anuario? ¿Cree que está bien distribuido?

La tirada es de 1500 a 2000 ejemplares con un precio de 17,50 euros. Los 3 o 4 primeros números hicimos tiradas superiores, pero nuestro mercado está ahí. No dependemos de un gran grupo y la promoción es más bien escasa en el pletórico mercado del libro. Optamos por el anuario a partir del tercer número. Aparecemos a finales de año como un objeto regalo de prestigio para Navidades. Quizás la distribución sea nuestro talón de Aquiles. Después de una experiencia decepcionante con una distribuidora de revista en Paris, llevamos ahora la distribución y los envíos desde 2016.

 

El diseño es sumamente atractivo. ¿Cómo lo logra?

Desde el principio, el diseño estaba en la hoja de ruta y para eso tengo a mi mano derecha, Guy de Guglielmi, el director artístico, que imagina soluciones gráficas para darle brillo a nuestros relatos.

 

¿Recuerda alguna anécdota a lo largo de estos diez números de Gibraltar que le gustaría compartir?

Cada número es una aventura. Recuerdo a un joven español que me presentaron en la Cinemateca de Toulouse durante el festival Cinespaña, Alejandro Pérez, de paso por Toulouse, que me contó sus hazañas por la sierra Sur de Córdoba, llevando una radio itinerante de pueblo en pueblo por la Andalucía vacía. Dos chicos con un carro tirado por una mula que se escapó varias veces. Cuando llegaban a un pueblo, la mula era toda una atracción para la gente mayor, ya que las habían conocido. Los dos jóvenes dormían en casa de los lugareños o bajo las estrellas, en el camino. Esta radio que hablaba de los habitantes, de las historias locales, de la guerra y de los maquis, me pareció un tema poético. Publicamos el relato con dibujos que encargué. La historia llamó la atención de una periodista de una gran emisora de radio nacional, Europe 1, que la comentó en su tertulia de prensa… También, un relato sobre la obra y la vida del dibujante catalán Josep Bartolí y su experiencia traumática de los campos en la arena, en Francia, durante la Retirada de los republicanos en febrero del 1939, inspiró la película Josep que tuvo éxito aquí. El número está casi agotado.

 

¿Cree posible el acercamiento entre culturas o, por el contrario, piensa que cada vez se alejan más las unas de las otras?

La revista Gibraltar tiene por subtítulo Un puente entre dos mundos, símbolo de dos continentes, culturas y pueblos próximos y alejados a la vez. Soy más pesimista que cuando creamos la revista. Vivimos una época revuelta donde lo digital permite un acceso casi sin límite a la cultura pero las redes sociales y los bulos traen, de manera paradójica, más incultura, ignorancia, intolerancia, interés por lo insignificante y más violencia verbal, sin hablar de las falsificaciones y manipulaciones. Me parece que vamos por mal camino, sobre todo la gente que no lee y solo mira Internet, redes sociales y la televisión basura. Nuestra pequeña aventura editorial intenta navegar en esta alta mar de malas olas haciendo soñar a los lectores que apuestan por un mundo más tolerante donde las diferencias son una riqueza y no un bulto. Una gota de esperanza en un océano de aguas turbias.

 

 Gibraltar

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Estela Puyuelo

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