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24 de septiembre de 2015

Sebastião Alba, seudónimo de Dinis Albano Carneiro Gonçalves, nace en la bella ciudad de Braga, noroeste de Portugal, el 11 de marzo de 1940. En 1949, junto a su familia, emigra a Mozambique, país en el que vivirá durante 35 años y donde ejercerá de profesor, periodista e incluso político. En 1965 publica Poesias, su primer libro, tras el que siguen O ritmo do presságio (1974) y A noite dividida (1982). Desengañado con la situación política de Mozambique, en 1983 regresa a su ciudad natal, iniciando una vida de auténtica bohemia y voluntario vagabundaje, durmiendo en estaciones de autobuses, pensiones miserables o casas de amigos. La poesía de Alba, al igual que su vida, es un elogio y una reivindicación de la libertad, de la libertad de la palabra poética: la originalidad de sus poemas radica en un feliz equilibrio entre la rigurosa sobriedad de su estructura y el impulso musical, telúrico e inefable del que nacen; en la búsqueda lograda de una palabra limpia, despojada de barreras ideológicas o sociales, nueva y primitiva a la vez, sin miedo a los abismos. Tras publicar en 1996 su poesía completa en la editorial lisboeta Assírio & Alvim, el 14 de octubre de 2000, a las siete de la mañana, en Braga y tras una de sus frecuentes borracheras, Sebastião Alba es atropellado, falleciendo en el acto; poco antes de morir, y a modo de premonición, Alba le había entregado un papel a su amigo Vergílio Alberto Vieira, también escritor, en el que le decía: “si encuentran muerto a tu hermano Dinis, el expolio es fácil de verificar: dos zapatos, la ropa sobre el cuerpo y algunos papeles que la policía no entenderá”; tratemos de apreciar este ramillete de poemas, cuya traducción es de mi autoría y que, hasta donde llegan mis investigaciones, supone la primera aproximación a la poesía de Sebastião Alba en lengua castellana.

 

 

NADIE AMOR MÍO

 

Nadie amor mío

Nadie conoce el sol como nosotros

Pueden utilizarlo en los espejos

borrar con él

los barcos de papel de nuestros lagos

lo pueden obligar a detenerse

a la entrada de las casas más bajas

pueden hacer incluso

que la noche gravite

del mismo lado hoy

Pero nadie amor mío

nadie conoce el sol como nosotros

Hasta que el sol degüelle

el horizonte en el que uno por uno

nos recuestan

vendándonos los ojos.

 

 

EL LÍMITE DIÁFANO

 

Me muevo en los bastidores de la poesía,

y me ruborizo si la escucho levemente.

Pero el pan de cada día

por la noche está consumido,

y la siguiente alborada

baña sus escorias.

¡Palco apenas el de mi muerte,

si fuese en la cama!,

con su aseo sin derramamiento…

El lado del que duermo

es un límite diáfano:

allí los versos espigan.

Eso me basta. Despierto

antes de que la mies quede madura

y en la extensión planeen,

de Van Gogh, los cuervos.

 

 

SEGURO DE QUE VUELVES, CANCIÓN

 

Seguro de que vuelves, canción,

a incierta hora,

espero, como quien vive

solo, la visita.

 

Sé, por señales y ángeles y desviados,

que brotas de los sueños desolados

en flores en el suelo.

 

Apenas flores, ni siquiera nimbos en la solapa.

Flores para la mesa,

con el olor de la certeza

de agua, vino y pan.

 

Apenas flores y tú,

oh mi amor sin nombre,

y nuestro doble hambre

de un niño desnudo.

 

 

COMO LOS OTROS

 

Como los otros discípulo de la noche

frente a su cuadro negro que es

exterior a la música desnudo el reflejo

soy uno y deslustrado

 

Me doy las manos en el estrecho

pasaje de los días

por el café de la ciudad adoptiva

los pasos discordando

incluso entre sí

 

Las cosas son su morada

y hay entre mí y mí un oscuro limbo

pero es en esa disyunción el istmo de la poesía

con sus grutas sinfónicas

en el mar.

 

 

NECESITO CUALQUIER OBJETO

 

Necesito cualquier objeto de los tuyos, una cosa de la que ya te puedas deshacer, pero que haya sido tuya, para llevar conmigo, en estos días.

No recuerdo si te conté que el escritor norteamericano Ernest Hemmingway andaba siempre con una pata de conejo en el bolsillo. Los antepasados de tu padre, los míos, eran magos, brujos, fetichistas.

Déjalo ahí en la puerta, he de verlo, querida.

Vendré siempre con una carta para ti. Cuando no venga, será porque las campanas de Braga me estaban ensordeciendo, y fui a dar una vuelta.

Toma aquí el rocío y la rosa, amor mío.

 

 

NO SOY ANTERIOR A LA ELECCIÓN

 

No soy anterior a la elección

o nexo del oficio

Nada en mí comenzó por un acorde

Escribo con saliva

y el hollín de la noche

en medio del mobiliario

indesviable

atento a la efusión

de la niebla en la sala.

 

 

DEJA QUE ENTREN EN EL POEMA

 

     Una palabra que está siempre en la boca se convierte en baba.

         Proverbio burundés

 

Deja que entren en el poema

algunos clichés.

 

Sometidos a la experiencia inefable,

su carga (¿eléctrica?)

desaparecerá.

 

No hay una fosa común para las palabras

decaídas,

un diccionario en el infierno;

 

deja apenas que afloren

a la claridad,

y nada les insufles. Mira:

 

no soportan la belleza

que las circunda, se abisman

en su ridículo.

 

 

COMO SI EL MAR

 

Quiero la muerte sin un defecto.

Sin planos blancos.

Sin que luces minúsculas se apaguen

dentro de los ruidos.

Tampoco la quiero providencial,

con un ángel vengador y secretísimo

al fin posado.

Ninguna mitología. Ninguna

complacencia poética. Del tipo: como si el mar

me soplase en los oídos… etc.

Sino súbita y civil,

con reparticiones abiertas,

comercio, la luz graduada

en las altas paredes

de un buen día sonoro.

 

 

ÚLTIMO POEMA

A Jorge Viegas

 

En estos lugares desguarnecidos

y en lo alto limpios en el aire

como las bocas de los túmulos

¿de qué nos sirve ya pulir más símbolos? 

 

¿De qué nos sirve ya en los tejados

acanalar las aguas de gritos

y con ellos barrer el cielo

(o con los haces de luar que devolvemos)?

 

¿Es o no es el último vuelo

bíblico de la paloma?

 

Que sin horizonte esperamos

en nuestro arca donde hace ya milenios se acumulan

las ramas podridas de la esperanza.

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Miguel Ángel Manzanas

El escritor granadino Ángel Olgoso (Cúllar Vega, 1961) es autor de numerosos libros de relatos. También ha publicado el poemario Ukigumo y se le considera un maestro del microrrelato, que cultiva desde finales de los años setenta del pasado siglo.

Breviario negro es el nuevo libro de Ángel Olgoso y en él afirma su dominio de lo extraño, trasciende el género del relato y consigue con plenitud la resonancia sombría, según destaca José María Merino en el prólogo. Breviario negro renueva la innegable riqueza imaginativa del autor en historias de particular fuerza y belleza expresiva, fruto de su constante búsqueda de tramas originales, escenarios sorprendentes y perspectivas insólitas.

Los sueños, lo ominoso, el tiempo, el horror, lo telúrico y lo legendario se nos revelan en unas piezas inquietantes. Esta joya de la narrativa breve, alentada por lo poemático y lo filosófico, plantea interrogantes al lector, pero también ilumina, aunque sea con luz oscura, la permanente condición humana.

 

Ángel Olgoso. Breviario negro. Menoscuarto, 2015

Escrito en La Torre de Babel Turia por Redacción

18 de septiembre de 2015

Eugenio Montale nació en Génova en 1896 y murió en Milán en 1981.

Entre otros libros, ha publicado: Ossi di sepia, Le occasioni y La bufera e altro.

En español: Las ocasiones, Ediciones Igitur, Montblanc, Tarragona, 2006.

 

 

 

 

 

 

 

UN POETA

Poco hilo me queda, pero espero hallar el modo

de dedicar al próximo tirano

mis pobres cármenes. No me pedirá que me abra las venas

como Nerón a Lucano. Querrá una alabanza espontánea

surgida de un corazón agradecido

y la tendrá en abundancia. Podré igualmente

dejar huella duradera. En poesía

lo que cuenta no es el contenido

sino la Forma.

 

DUERMEVELA

El sueño tarda en venir

luego me llegará sin preaviso.

Afuera debería suceder algo

para demostrarme que el mundo existe y que

los supuestos vivos no están todos muertos.

Los aculturizados, los poetas, los locos,

los coches, los negocios, las opiniones,

¡qué nauseabunda olla podrida!

¡Y yo allí dentro metido hasta los pelos!

Esta vez la piedad vence a la risa.

 

PARA TERMINAR

Recomiendo a mis herederos
(si es que existen) en cuestiones literarias,
lo que es improbable, que hagan
una buena hoguera con todo lo que atañe
a mi vida, mis hechos y no hechos.
No soy un Leopardi, dejo poco para quemar
y ya es demasiado vivir a porcentaje.
Viví al cinco por ciento, no aumentéis
la dosis. Con demasiada frecuencia, en cambio, llueve
sobre mojado.


NO ME CANSO…

No me canso de decirle a mi entrenador:
tira la toalla,
pero él no oye nada porque ni en el ring ni fuera
jamás se lo ha visto.
Quizá, a su manera, trata de salvarme
del deshonor. Que se preocupe tanto
por mí, el idiota, o yo sea su bufón
me tiene en vilo entre la gratitud
y la furia.

 


EL

Los críticos repiten,
despistados por mí,
que mi es una institución.
Si no fuera por mi culpa sabrían
que en mí los muchos son uno aunque aparezcan
multiplicados por los espejos. Lo malo
es que el pájaro apresado en la red
no sabe si él es él o uno de sus demasiados
duplicados.

 

Escrito en Sólo Digital Turia por Eugenio Montale

El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau (Lima, 1966, es doctor en literaturas hispanas por la Cornell University y actualmente trabaja como profesor asociado en Bowdoin College, Maine, donde dirige el Programa de Estudios Latinoamericanos. La editorial Candaya ha publicado este año su novela El anticuario.

En su superficie, El anticuario es un misterio gótico y una novela de enigma “deliciosamente macabra” según el periódico The New York Times. Más adentro, es una profunda interrogación sobre la locura y el poder de la palabra. Una historia de homicidios seriales, mensajes cifrados y coleccionistas de antigüedades, en la que se reflexiona sobre los límites entre lo público y lo privado en un país de postguerra.

En El anticuario se nos cuenta la historia de Daniel, que lleva años encerrado en una clínica psiquiátrica acusado de un crimen terrible y que ahora es sospechoso de otro. Para demostrar su inocencia necesitará la ayuda de un amigo, experto en patologías del lenguaje. 

 

Gustavo Faverón Patriau. El anticuario. Candaya, 2015.

Escrito en La Torre de Babel Turia por Redacción

10 de septiembre de 2015

Sucede en la voz de otros (apuntes mundanos de poesía) reclama y reivindica y nos convierte (al autor también) en lectores, pero no desde aburridas teorizaciones o desde aquella buenista convención de que el receptor crea el poema junto al emisor de este. Juan Manuel Macías barre convencionalismos de todo tipo, desde géneros, clasificaciones y taxonomías existentes, a corrientes, categorías y modas tan insulsas como la de los poetas jóvenes y la del escritor enfermo de escritura.

Ciertamente, es una desmitificación mitificadora del poeta como un ser habitual, Juan Manuel no desea ser una máscara, por ello despierta la literatura como a los sabios de Ball of Fire (Hawks, 1941). A través de una prosa -y no es que por ello no sea poesía, ni que la “poesía en prosa” fuera un perjurio, ni para la poesía ni para la prosa., pues mediante esa prosa cuidadísima, delicada, elegante, perfectamente sincopada y dulce, inocente, pero a la vez irónica y humorística y cotidiana cuando debe, nos adentramos en pequeñas cápsulas poéticas: filias, fobias, recuerdos, ilusiones, sueños, destellos, lecciones de helenismo y literatura… pero ante todo, asombro, sensación a la que apela Juan Manuel siguiendo a Borges. Y recuperando el juego y el verdadero yo, a lo Gerardo Diego, vamos atisbando en estos pecios que cobran unidad en esta agrupación, una honda reflexión sobre la mundanidad y derrumbes literarios y sobre el ser humano, desvelando nuestra naturaleza ficcional, más profunda de lo que podemos asimilar. Incluso se atisbarían ficcionalizaciones vitales-literarias cuasi unamunianas en la existencia de “Juana” y en las desviaciones de “Las impropias traducciones”.

También es una lectura, que por la buena nostalgia y melancolía, rejuvenece y provoca benevolencia por el pasado; y perdón y comprensión amable por ese ser que fuimos, desde destruir sonetos, a emocionarse con una sola maraca. Al columpio que bien podría haber sido al que subiera Dylan Thomas.

Y de hecho, es tanta la positiva ligereza que desprende esta obra, que yo invitaría a leerla (y no porque mi primera lectura fuera así) dejándose llevar por el vuelo de la casualidad y el encuentro fortuito, abriéndolo al azar. Y esta preferencia y sugerencia de lectura no pretende ir disfrazada de vanguardismos caducados y trasnochados. Solo del misterio que debe tener una voz propia. Y si puede ser oral, mejor. Maravillosa invitación a la recuperación de la oralidad, o puede que la única y verdadera realidad física para el poema.

Y gracias a todo es un viaje, una sutil odisea en plena verbena por quién fue el autor y por quién hemos sido: desde arqueólogos troyanos a helenistas, por islas sofonisbas, los Parises de María, y macedonias con la mujer dormida. Y King Crimson de fondo aderezado con parsley, sage, rosemary and thyme.

 

 

Juan Manuel Macías, Sucede en la voz de otros (apuntes mundanos de poesía). Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, 2015.

 

Escrito en La Torre de Babel Turia por Anna Montes Espejo

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