Parece difícil de explicar el hecho de que la poesía del poeta portugués Ruy Belo (1933-1978) no cuente aún con una presencia editorial bien visible en España. Con una obra publicada entre los años sesenta y setenta, Ruy Belo es, sin duda, una de las voces más personales y singulares de la lírica lusa del siglo XX, y su nombre ocupa un lugar destacado y merecido en el canon poético portugués de la modernidad. Eduardo Lourenço lo afirmó vinculando la existencia de Belo a la del mismísimo Fernando Pessoa: “si hay una posteridad digna de Pessoa (…) es la de la poética omnicomprensiva de Ruy Belo”, y lo escribió en un lugar significativo, el volumen Século de Oiro. Antologia crítica da poesia portuguesa do século XX (p. 215), organizada en 2002 por Osvaldo Manuel Silvestre y Pedro Serra. En ese título, 73 críticos literarios elegían un poema destacado del siglo de oro de la lírica vecina, y Ruy Belo aparecía en cuatro ocasiones, escogido por Luís Mourão (“VIII. A mão no arado”), Eduardo Lourenço (“Em louvor do vento”), Vítor Manuel de Aguiar e Silva (“Morte ao meio-dia”) y Manuel António Pina (Ácidos e óxidos”).
El medio editorial español, sin embargo, aunque relativamente atento a los nombres fundamentales de la literatura portuguesa del siglo XX, no ha sabido encontrar aún el espacio que en rigor merece la poesía desasosegante de Belo. Es verdad que existen dos títulos de nuestro autor en español, el primero de los cuales ya descatalogado: País posible, editado en 1991 por Adolfo A. Montejo Navas, con traducción de Ángel Campos Pámpano, y El problema de la habitación: algunos aspectos, 2009, ediciones Sequitur, con introducción de Pedro Serra y traducción de Luis Julio González Platón (que se deja llevar por el falso amigo del término “habitação” del título, cuya mejor versión habría sido “vivienda”). Es cierto también que su obra está presente en dos de las tres antologías más importantes de poesía lusa del siglo XX editadas en España, la Antología de la poesía portuguesa contemporánea de Ángel Crespo (Júcar, 1982, con los poemas “Figura yacente”, “Algunas proposiciones con pájaros y árboles que el poeta remata con una referencia al corazón”, “La imagen de la alegría”, “[Otro fragmento]”, y “Tres o cuatro niños”) y Los nombres del mar, de Ángel Campos Pámpano (Editora Regional de Extremadura, 1985, con los poemas “Encuentro de garcilaso de la vega con doña isabel freire, en granada, en el año de 1526”, “El tiempo sí el tiempo casualmente” y “Adiós a la tierra de la alegría”), mientras que no aparece en Poesía portuguesa actual, de Pilar Vázquez Cuesta, publicada por la Editora Nacional en 1976, aún en vida del poeta. Y es verdad, por último, que en España la academia universitaria no ha sido ajena a su poesía, incluso se ha realizado una tesis doctoral dedicada a su obra (de la autoría de Hugo Manuel Milhanas, en la Universidad de Salamanca, 2015), al tiempo que la Revista de Filología Románica de la Universidad Complutense dedicó buena parte de su volumen 25, en2008, a su memoria (había sido Lector de Portugués en esa institución entre 1971 y 1978), con motivo del trigésimo aniversario de su muerte.
Todo ello, sin embargo, y otras presencias que no mencionamos por no disponer de espacio, siendo elementos notables para la recepción de un poeta portugués en España, no parece saldar la deuda con Ruy Belo, un autor fuertemente vinculado al país de Garcilaso y Lorca, y que todavía espera ansiosamente la aparición de una amplia colectánea de su obra poética.
II
Ruy Belo, en efecto, vivió en Madrid entre 1971 y 1977, periodo durante el cual publicó en Portugal traducciones de Jorge Luis Borges (Poemas escolhidos, 1971) y Federico García Lorca (Dona Rosinha a Solteira ou a Linguagem das Flores, 1973). En la capital española experimentó con una profundidad irresistible la percepción de una cierta pérdida o vacío existencial que es marca constante en su poesía, atravesada en este caso por la conciencia del extrañamiento de un sujeto que con frecuencia se siente extranjero o exiliado (“Madrid, uma das cidades do mundo mais distantes de Lisboa”, escribe en la “Explicación que el autor ha tenido por indispensable anteponer a esta segunda edición” de Aquele grande rio Eufrates, de 1972). Ese vacío al que conduce el abismo de una utopía inalcanzable se plasma en su obra, de profundo aliento metafísico, a través del recurso al tema de la muerte como una melancolía propia y visible en cuanto fundamento estético, hasta el punto de convertir el texto poético, como afirma Pedro Serra en Um nome para isto, en el “lugar en que se literaliza una muerte como Realidad absoluta” (p. 13). El lenguaje revela en su poesía una pérdida constante, enmascarada a veces tras la sobriedad de un registro profundamente discursivo. La muerte, así, la propia invención de la finitud, se convierte en el modo mediante el cual el poeta “se ficciona a sí mismo, inmune y protegido”, siguiendo la línea de pensamiento de Cristina Firmino, en la introducción e O problema da habitação (ed. Presença, 1997, p. 16).
III
Ruy Belo escribió poemas en los que Madrid cobra protagonismo, y son esos los que hemos elegido fundamentalmente para esta muestra. Con el pórtico de “La medida de españa” (perteneciente a Homem de palavra(s), de 1970) hasta “En la noche de madrid” (aparecido en 1978 en la revista Raiz e utopia), pasando por poemas como “Primer poema de madrid”, “Solo en la ciudad”, “Madrid revisited” o “En el aeropuerto de barajas”, el país vecino fue para Belo parte inseparable de su “problema de la vivienda”, si entendemos este título como una auténtica y vertebradora alegoría de su propia escritura. Son numerosos los poemas del autor fechados en la capital, del mismo modo que son fundamentales en su producción los poemas que toman como motivo a Garcilaso de la Vega y a Isabel Freire. Esos textos, sin embargo, más disponibles para los lectores atentos del poeta en España, ceden ahora espacio a una visión en la que España, con Madrid en primer plano, se convierte en algo así como el adverbio de lugar en el que se representa el drama elegante, profundamente posmoderno, de la poesía de Ruy Belo.
RUY BELO
LA MEDIDA DE ESPAÑA
He cambiado algunas veces de ciudades
y mi pasado es todo olvido
La noche llega precedida por la sombra
y siempre en vano repudio la noche
Cualquier día me muero y sé poco de la vida
es peligrosa la vida la simple vida
la vida la simple vida es violenta
Pero cuando llega la primavera XXX
me siento invulnerable y empiezo
Es formidable marzo cuando se acerca
prometiendo a su paso un verano integral
Soy todo de este tiempo y son míos estos días
Yo no soy nada pero el verano existe
Canta mi corazón
Esta es la medida de españa
oh vida mía vida extraña.
PRIMER POEMA DE MADRID
Que por todos se haga la poesía
que rompa la soledad nítido nulo
la soledad de las armas aves manzanas
la soledad del cuarto la soledad de Kafka
Que a todos se destine la poesía
que no más en duino encierre el grito
la escogida palabra restaurada
Que la voz del hombre de la sierra de mésio
llegue a miranda talón del mundo
no vaya la izquierda a ser de los coches de carreras
No crezca más el niño quédese quieto
inmóvil más real que en las fotografías
Estaba soñando de viejos más estúpidos
que tus oh diego conejitos
Hay tantas estrellas parecen bailar
en la noche rasa desagües de castilla
et mourir à madrid le coeur brisé
salamanca unamuno bação Alentejo
Cada día se hace más difícil ser dios
y yo solo aquí en la noche me suicido de sueño
llegado del viento vasto del invierno
el suicidio sí el único problema
para el hombre que por haber nacido
heredó la maldición que no quería
Bailemos nosotros malditos marginales
de todas las ciudades sociedades
que no tenemos doctrina que nos salve
Sepa siempre el cinatti timorense
el nómada de lo dicho por no dicho
que si más cercanos cuanto más distantes
soy siempre su lector atento y dedicado
Además no hay ni tú ni yo falso problema
están los sin pan y los sin postre
y hasta sin Portugal cuestión antigua
Así si nos vendieron los países
peregrinos y huéspedes en otras tierras
allí lanzamos nuestras viscerales raíces
Pero el país está dentro de nosotros
el país somos nosotros sí pasa por aquí
pasa por nosotros los de explorar palabras
esa guerra civil inevitable
(No oigáis lo que digo en este código
sino lo que el corazón contento al rojo vivo
contiene porque el otro del alma lo desplacé)
Qué fácil le resultaba al cuerpo la sepultura
pero nosotros los que somos de los peces
los que con la tormenta al final todos nos perdemos
tenemos por patria sencilla la lengua portuguesa
y por eso como arma tenemos estar de pie
oponer al sol la cara incorregible
y dar la palabra a los que no tienen voz
pues al silencio los tienen sometidos
Poema de palabras no de paz sino de pavor
construcción lingüística difícil aparentemente
yo que a cambio de la vida y el triunfo me volví tu ínfimo cultor
bajo esa superficie de impasible frialdad
sé que se oculta la voz no de la humanidad
palabra con el más dudoso de los significados
sino de los hombres que Dostoievski vio ofendidos y humillados
Cálida y humana aunque en apariencia fría
que a todos se destine la poesía
SOLO EN LA CIUDAD
Tras una estancia en las alturas
a expensas del más puro pensamiento
que ha detenido el día la hora y el momento
en una fuga de la vida y los ruidos y los coches
los cuales que yo sepa solo Venecia repudia
sin dolores ni cuidados horas seguras
sin asuntos urgentes porque todo se ha vuelto olvido
¿cómo renunciar ahora a tanta luz
y cómo pactar con tan antiquísimo poder
como aquel que a las cosas les consiente suceder?
Los plátanos disputan las últimas hojas
a los vientos y a las lluvias de diciembre
y como que se quejan del invierno
Ya se pudre el corazón de los árboles
y esa raza ciega pero sagaz de los sencillos
de los seres condenados a la mentira
se socorren con la oscuridad de las aguas
para pensar la parte a sus siervos debida
como si un ser cediese a razonamientos
cuando está en causan la propia vida
No dejamos en el suelo el menor rastro
las cosas que pensamos no dan resto
y la destrucción de nuestro rostro
es ahora mayor que en el delirio del verano
Ya no nos sorprende el mediodía
el mar si lo fue ha dejado de ser inofensivo
un destino de hierro nos detiene
y son largos los días lejos de nosotros mismos
Ni siquiera ya se pierde la infancia imperiosa
en la fuerte frecuencia de las preguntas sin respuesta
Hasta la luna ese incendio de plata
que antes era como astro fe
ahora es una auténtica catástrofe
En ningún muro blanco alguna sombra es
representación probile para el hombre
En los propios corazones la tempestad
se sirve de la complicidad de la edad
de los restos impalpables de un destino
que no nos mata menos que a los peces
despreocupados en el estanque el agua de las habas
(había llovido me acuerdo y así llueve ahora
cuando le pido a la infancia una metáfora
y la lluvia es más real que si lloviese)
Todo trabaja pero ocultamente
y todo es parecido al sobresalto
Terrible tempestad de alegría
¿qué parcela del día hoy día nos permite?
La vida es una república odiosa
y hasta es monstruosa esa punta del pensamiento
que me deja en los dedos solo palabras y no días
Oculta crece la hierba del profundo sentimiento
E incluso cuando fuera es domingo
en nuestro interior es día de diario
¿Qué mundo es este mundo de estos días
que nos mata más de lo que Atenas nos mató?
El corte inglés en plena primavera
según dicen todos los anuncios
que veo en las paredes hoy día dos de marzo
Voy a entrar para ver puede que esté ahí
el término de este invierno que me invade
Talvez recupere lo que perdí
y me vea de nuevo envuelto en hojas
como cualquier árbol anónimo que vi
MADRID REVISITED
No sé tal vez en estos cincuenta versos consiga mi propósito
ofrecer en esa forma objetiva y hasta incluso impersonal en mí habitual
la ordenación externa de esta ciudad a la que regreso
llueve sobre estas calles desolada y espesa como lluvia desmenuzada
tu ausencia líquida mojada y por gotículas multiplicada
El cielo entristecido hay una soledad y un color grises
en esta ciudad hace meses capital del sol núcleo de la claridad
Es otra esta ciudad esta ciudad es hoy tu ausencia
una enorme ausencia donde las casas se han separado en varias calles
ahora tan diferentes que una diversidad así hace
de mi ciudad otra ciudad.
Tu ausencia son preferentemente algunos lugares determinados
como correos o el café gijón ciertos domingos como este
para los demás normales solo para nosotros secretamente rituales
si neutros para los otros neutros hasta para mí
antes de heredar en ti particular significado
Tu ausencia pesa en estos loca sacra uno por uno
los cuales más importantes que lugares en sí
son simples sitios que solo he conocido en función de ti
y ahora se alzan piedra a piedra como monumento de la ausencia
No veo aquí el núcleo geográfico administrativo de un país
capital de edificios centro de donde emanan decisiones
complejo de museos bancos parques vida profesional turismo
que conocí un día y ya no conozco
Aquí solo está el hecho de saber que fui feliz
y hoy tanto lo sé que sé que serlo no lo seré jamás
Esta es la capital pero capital no de un cierto país
capital de tu rostro y de tus ojos a ningunos otros iguales
o de un país profundo y propio como tú
Madrid es saber piedra por piedra y paso a paso cómo te perdí
es una ciudad ajena siendo mía
es algo extraño y conocido
Abro la ventana sobre la plaza y el teatro donde estuvimos
y donde en la Desdémona que vi te vi a ti
No es lluvia al final lo que cae solo cae tu ausencia
lluvia más y pluvial que si lloviese
Más que esta ciudad es solo cierta ciudad que jamás hubiese
en una medida tal que solo allí profundamente yo estuviese
y en ella solo mi dolor como una piedra condensada
de pie tumbada o de cualquier forma cupiese
Es una ciudad alta como las cosas que perdí
y enseguida la perdí casi no la conocí
pues más que a ella te conocí a ti
Fue de una altura así desde donde caí
superior a la propia torre de este hotel
escogida por muchos suicidas para poner fin a su vida
No es esta ciudad esa ciudad donde viví
donde fui al cine y trabajé y paseé
y en la llama del propio cuerpo a mí sin compasión me consumí
Aquí fue la ciudad donde te conocí
y enseguida al conocerte más que nunca te perdí
Debe hacer casi un año más que al verte vi
que al verte no te vi y te perdí al tenerte
Pero a esta ciudad muchos le dan el nombre de Madrid
EN EL AEROPUERTO DE BARAJAS
No son los aviones los que aquí levantan vuelo
aquí no es metálica la imaginación
Desde aquí levantan vuelo estos americanos
que cerca matan lejos al heroico pueblo vietnamita
que aquí pagan en dólares el dolor de los suramericanos
que fingen vida aquí la muerte del noroeste brasileño
Las barrigas aquí señaladas al menos por medio centenar de estrellas
ocultan a esos indios a esos negros a esa gente subamericana
que asegura la barriga de estos sobreamericanos
Aquí refulge la floja casa blanca
perforada por la más nariguda de las narices
que surge en todas partes donde no ha sido llamada
Aquí se representa la primera de las damas de este mundo
esa madre virtuosa y responsable
que limita su natalidad sin dejar
de controlar también la de las mujeres de todo el mundo
Pat además acaba de ganar la elección anual de las
mujeres que según la revista good housekeeping
merecen nuestra mayor admiración
por la valentía y el deseo
de ayudar a otros seres humanos y
si no ayuda a los negros ni a los indios ni a aquellos
que en este mundo en esta vasta américa del norte
que es la mayor parte de este mundo
es porque hay dudas serias de que sean seres humanos
Aquí se desarrolla el mal gusto aquí la gente
que se queda por aquí en todos cuantos se marchan
aquí la gente disfruta viendo a estos bufos
que pasan con la montera en la cabeza
aquí la gente vive la muerte que anda por ahí aquí
viven en estas barrigas quienes no viven
Aquí los siervos nosotros ellos señores
aquí nos quedamos aquí levantan el vuelo no
los aviones sino ciertas aves migratorias
EN LA NOCHE DE MADRID
Para João Miguel Fernandes Jorge
En la noche de Madrid vi a un hombre muerto
Yacía como una afrenta para los vivos
que volvían de los bares con música en los ojos
con estrellas en la frente y fiesta en los oídos
y pasaban en taxi a buena velocidad
¿Cuánto tiempo llevaría el hombre allí
en la superficie oscura del asfalto
ya medio devuelto a la tierra nuestra madre?
No lo cubría el manto de los héroes
ningún clarín había tocado en su honor
¿Cómo lo reconfortaría la santa madre iglesia?
Solo había caído inmolado al día a día
Había pagado con su vida la paz de la conciencia
de toda una ciudad que dormía
Y él crecía tendido en la calle
y asumía proporciones inesperadas
cuando hace bien poco aún se reducía al día
¿Quién sería? ¿Quién había sido?
¿Qué periódico contendría la inmensidad del nombre
de quien como un insulto allí yacía?
¿Qué pensamientos cercanos habría tenido?
¿Qué llevaría en los bolsillos?
¿De dónde vendría? ¿Sonreiría? ¿Dónde iba?
¿Habría sido niño? ¿Soñaría ser feliz?
¿Cambiaría de vida a la mañana siguiente?
¿Habría jugado alguna vez en aquella misma calle?
¿Habría sido niño allí donde profundamente lo vi?
¿Tendría soluciones para sus propios problemas?
¿Sería a lo mejor un buen padre de familia?
¿Tendría la consideración de sus vecinos?
¿Sería un buen trabajador? ¿Un hombre con futuro?
Pero ya en aquel momento le cubrían el rostro
pues no podría ver ni las estrellas
ni siquiera la luz de las farolas de la ciudad
Había curiosos y policía había una ambulancia inútil
para quien como cama solo tendría la piedra fría
“¿A dónde va?” –me preguntó el taxista–
“Yo tengo cinco mil pesetas –le respondí–
Lléveme por las calles de la ciudad hasta que salga el sol
tal vez él pueda decirme algo
sobre las muchas cosas que me gustaría saber
(el sol es hoy una de mis pocas soluciones)
Pase lejos del cuerpo por favor”
recordé lecturas soterradas
de repente me vinieron a la memoria escenas olvidadas
¿Samaritano yo? Un levita más
que buscaba tranquilo la promesa del día
¿Inquietud o pena? ¿Sombra de metafísica?
¿Política? ¿Moral? ¿Lección? ¿Comportamiento?
¿Querría algo? No lo sabía
Puedo aseguraros que no lo sabía
Solo sabía que miraba y ningún mar había
Póvoa de Varzim, viendo el mar, a las 10 de la mañana del 29 de diciembre de 1971