Sólo de ti podría enamorarme
porque no has hecho casi nada,
tú que tampoco fuiste monitora
de natación.
Practicas un ahorro estético
que no consume apenas.
Basta el cielo de azulejo,
la flor escuetamente blanca.
El vivir es un lujo para quien
no tiene familia
ni es un trepa.
Un poema es un frankenstein
cosido a una caducidad sublime
y éstos de aquí no somos tú ni yo.
Nosotros no existimos,
pero salimos juntos de un hotel
más felices que nunca: amarilla la rúbrica
del rombo de tu falda, tostadas con tomate,
aceite con hinojo.