Tú me dirás si ha valido (o vale) y cuánto puede costar o servir, si

paga o es pagada, la vida de un hombre a quien todo se le escurrió,

al que casi todo le salió mal –muchas de las cosas que más quería-

por el único y casi indescriptible deseo de perseguir y acumular belleza,

arte desde luego, libros, paisajes, gemas, pero sobre todo belleza

masculina joven acumulada en aventuras, álbumes de fotos, capturas

de internet y hasta oscuros insaciables bordes, porque la belleza es plural

y carece de límites pues muta y se multiplica incesante. Pero yo lo he

visto, no puede resistir el paso de un hermoso sin mirar, sin volverse, sin

codiciarlo con una sed insuperable de ventura… Ni la edad, ni la

decadencia del sexo han frenado ese apetito voraz y refinado de

catalogador y coleccionista de beldades jóvenes… El amor no tuvo apenas

sitio en su vida, nunca entendió el afecto que dura, pues la belleza

efímera, ya obtenida, deja paso a otra y el turno continúa y no termina…

A veces se siente equivocado  (o lo siento yo) y otras creo que es un héroe

quien, por una innominada vocación, todo lo ha consagrado a la belleza,

que si a ratos se tange entre sí, jamás, nunca jamás se reduplica…

¡Mi amigo intranquilo y soñador siempre detrás de la hermosura!

Sólo algún dios del viejo paganismo osará comprenderte, aquí te verán

fuera del mundo, como tú tantas veces has codiciado estar, si es verdad

la platónica escala que del cuerpo señero o turbulento conduce a las

estrellas… Albricias y constantes agonías de quien en su vida sólo

pretendió belleza y más belleza, hasta un agotamiento estéril, rico.

Esteta, obseso, loco, aristocratizante, misógino, son términos

benévolos que ha oído mi amigo,  pensado incluso que podían

contener razón (un grano de razón, al menos) pero que él no podía

cejar en la búsqueda febril, diaria, absurda, deslumbrante, abrumadora…

No he visto persona más singular  quimérica, el cosmos y el

apocalipsis de todos los grados y modos de belleza… Le dije:

¿Es posible que no puedas dejar de seguir con la vista a cualquier

hermoso que a tu lado pasa, fugaz? Contestó: No. De veras imposible.

                                               

             &         &        &

 

Vio a Moreno en un rincón de Colombia. Un chico con dieciocho años,

un cuerpo dorado y turbador y una vida menesterosa y pobre. Como

Sócrates miró los muslos del doncel magnífico, su total sensualidad, la

verga poderosa, el rostro angelical, negros los ojos, de quien sólo

tenía como futuro una obtusa paternidad y un orbe de carbones; lo

midió entonces, lo cuidó, le hizo hacer esplendidas fotos vestido y

desnudo, en un relumbrar que cualquiera veía, lo agasajó, premió,

acarició, durmió con él en un sueño de reales arcángeles, y lo dejó

sabiendo que si había salvado el instante, nunca podría salvar la vida

toda del muchacho que en las afueras de Bucaramanga no saldría quizá

de aquella casucha con nenes gritones, una mamá mandona, y muchachas

abundantemente embarazadas y perros que aúllan al olor de los sémenes,

aunque en ese instante era perfecto, duro, pleno poder de semidioses…

Moreno fascinante: la vida no se hizo para ti ni para mí. Observa, a ambos

nos destruye. Yo dejo el testimonio del sol solar y tú de fallebas de luna…

¿Qué es la belleza, porqué caen sus poseedores y orate es quien la busca?

¿Respuestas? Solo Tiempo que enaltece, enloquece, mata y encumbra.

 

 

 

(Indicación para la imprenta: ¡es un poema en prosa!)