El día es como un cuadro de Tom Wesselmann,
revientan los colores
y por supuesto hay una mujer,
aunque no está desnuda,
el mar le cubre la mitad del cuerpo:
adorable centauro,
te abandono,
me tumbo nuevamente en la toalla
y un sol
adolescente
hace crecer
la levadura de los sentimientos.
En la brisa
susurran
sirenas de la Atlántida.
Y aprendo a decir no:
el deseo es un cofre
con dos llaves.