Los hitos más importantes en la vida de Nelly Sachs son su nacimiento en Berlín el 10 de diciembre de 1891 en el seno de una familia judía, un experiencia amorosa entre 1908 y 1910 que influirá poderosamente en su obra, la ayuda de Selma Lagerlöf que le permite escapar a la persecución nazi en 1939, el exilio sueco que permite la creación de lo mejor de su obra, comienzo de la correspondencia y amistad con Paul Celan en 1957, el reconocimiento constante de la misma desde 1958 por importantes premios suecos y alemanes y la admisión en diversas Academias, la recepción del Premio de la Paz en Frankfurt en octubre de 1965 y la del Premio Nobel el 10 de diciembre en 1966. Murió el 12 de Mayo de 1970.
La poesía completa de Nelly Sachs, que se publicará en mi traducción en la editorial Trotta, es una obra muy compleja, no sólo por su tema, sino por su resolución. Se trata del tema del holocausto, el exterminio de los judíos europeos por parte del régimen alemán nazi. Sobre este tema ya se conoce la frase del filósofo Theodor Adorno que escribir poesía después de Auschwitz es algo bárbaro. Precisamente han sido dos poetas judíos, Paul Celan y Nelly Sachs, amigos en la segunda mitad de su vida, los que han dado respuesta con sus obras a la afirmación del filósofo. Y la respuesta no ha podido ser más grandiosa desde el punto de vista estético y moral.
En el caso de Nelly Sachs, 1891-1970, esa respuesta surge de la propia experiencia de huida obligada de los nazis, que le lleva al exilio en Suecia para el resto de su vida, así como de la memoria de la historia de exilio y retorno del pueblo de Israel, de la superación de la catástrofe, de la metamorfosis de la destrucción. El título general de su obra es literalmente: “Viaje adonde el polvo no existe”, que yo he traducido por “Viaje a la transparencia”. La búsqueda de esa transparencia, de esa resurrección, de ese nuevo estado tras el que la crisálida del dolor logra una nueva vida, cuyo orden entre las estrellas del creador nadie sabe, es una búsqueda por amor, una búsqueda de amor. Y ese amor que emana constante de cada verso de su poesía lo expresa Nelly Sachs como San Juan de la Cruz por los caminos que no se conocen. Nuevas combinaciones de todos los elementos de la expresión sentimental humana se unen a los más inesperados elementos cósmicos, a los más sensibles de la naturaleza, con los más significativos de la historia del pueblo judío, en una sorprendente taracea de palabras que nunca habíamos oído así, en esas relaciones, mostrando que es el viaje del poema, la búsqueda de la nueva expresión, lo que lleva a la transparencia, su expresividad es la crisálida del polvo para la nueva existencia. Esa nueva expresión necesita del constante recuerdo de todas las existencias anteriores, de sus debilidades, de sus limitaciones, de su pasión y su dolor y de sus olvidos; es la memoria en la nueva expresión lo que abre no sólo el ensueño de la nueva existencia, sino la conciencia del sentido de las otras y sus amarguras como viaje a la transparencia, es decir a la trascendencia incógnita y sin embargo evidente de nuestra polvorienta significación. El poema que inicia esta pequeña antología de su obra lo resume muy bien
QUIÉN SABE, donde están las estrellas
en el orden de gloria del creador
y donde comienza la paz
y si en la tragedia de la tierra
la agalla del pez arrancada con sangre
está determinada
para completar la constelación
Martirio con su rojo rubí,
a escribir la primera letra
del lenguaje sin palabras –
Sin duda posee amor la mirada
que a través de los huesos va como un rayo
y acompaña a los muertos
más allá del aliento –
pero dónde los rescatados
deponen su riqueza
es desconocido.
Las frambuesas se delatan en el más negro de los bosques
por su olor,
pero el peso del alma dejado por los muertos
no se delata a ninguna busca –
y puede sin embargo temblar
alado entre hormigón y átomos
o siempre allí,
donde un lugar para latidos
había sido olvidado.
QUÉ BUSCAS huérfano
sintiendo aún en la tierra
la era glacial de tus muertos –
las azules lunas
aclaran ya la noche extrajera.
Más rápida que el viento
mezcla la muerte las cartas negras
tal vez un arco iris
desprendido de las escamas del pez
cerró ahora los ojos de tu padre,
sal marina y lágrimas
en la venda de muertos transitoriedad.
¿Tal vez
el beso omitido de la madre
descansa en el bramido de polvo
de la garganta del lobo?
El verdugo
en las tinieblas cargadas de culpa
ha escondido su dedo profundamente
en el pelo del recién nacido
que ya hace brotar años luz
en cielos no soñados.
De la tierra la lengua de ruiseñor
canta
en tus manos – huérfano –
que buscan
en el adiós que se volvió negro
de la arena
lo amado buscan
que hace tiempo
desapareció
de dientes de estrellas
aserrados cortantes –
TIERRA, VIEJO PLANETA, tú mamas de mi pie
que quiere volar,
oh rey Lear con la soledad en los brazos.
Hacia dentro lloras tú con ojos de mar
los escombros del sufrimiento
en el mundo del alma.
En tus rizos de plata millones de años
la corona de humo de la tierra, delirio estrellado
en el olor del incendio.
Y tus niños,
que ya arrojan tus sombras de muerte,
pues tu giras y giras
sobre tu lugar de estrellas,
mendigo de la vía láctea
con el viento como perro de ciego.
UNA RÁFAGA DE VIENTO
con los alientos de los muertos.
El pescador de caña saca el pez de plata
a través de la sociedad verdadera de los ángeles.
Oración de las agallas sangrientas.
Pero en el oficio divino
duermen las mujeres ancianas
a pesar del perfume de lavanda
y de las letras que salen ardiendo
y les consumen los ojos.
EN LA LEJANÍA AZUL,
donde camina el rojo manzanal
con pies de raíces que suben al cielo,
se destila el anhelo
para todos los que viven en el valle.
El sol que yace al borde del camino
con varitas mágicas,
ofrece parada a los viajeros.
Los que se detienen
en la pesadilla de cristal,
mientras el grillo araña finamente
lo invisible
y la piedra bailando
cambia su polvo en música.
Y NOSOTROS, que pasamos
por todas las hojas de la rosa de los vientos
una grave herencia hacia las lejanías.
Yo aquí,
donde la tierra ya se vuelve sin rostro,
el polo,
de la muerte blanca succión de abeja
en el silencio blancas hojas hace caer,
el alce,
asomándose a través de cortinas azules,
pálido huevo de sol empollado
lleva entre sus paletas –
aquí, donde el tiempo de mar
se disfraza con máscaras de hielo
bajo la llaga helada
de la última de la estrella
aquí en este lugar
depuse yo los corales,
los sangrantes,
de tu mensaje.
¿SON TUMBAS respiros para el anhelo?
¿Suave columpiar en los aros de estrellas?
Agonía en la sombra de la noche,
antes que toquen las trompetas
a la ascensión de todos,
a la vida los podridos granos de semilla?
Suave, suave,
mientras los gusanos
devoran los astros de los globos oculares.
TRANSMORIR como el pájaro el aire
hasta en el alma del bosque
que se estrecha en la violeta,
hasta en la agalla sangrienta del pez
música de pena y fin del mar –
Hasta en el volverse tierra
detrás de la mueca de delirio
donde la fuente con la salida subterránea
tal vez corrió detrás del lecho de dolor
de las lágrimas.
EN EL CREPÚSCULO MATUTINO,
cuando la moneda de la noche acuñada de sueño
se voltea
y costillas, piel, ojos
son llevados a su nacimiento –
el gallo con la cresta blanca canta,
llega el terrible momento
de la pobreza sin Dios,
se alcanza una encrucijada –
Delirio se llama el tambor del rey –
Sangre sosegada corre –
¡NO SÓLO PAÍS es Israel!
De la sed en el anhelo,
de la raíz de medianoche calentada al rojo
a través de las puertas del cereal del campo
hasta los espíritu-azules bebedores de aliento
detrás de la gracia de azucarado brazal* de ciego.
Alas de la profecía
en el hombro de arena del desierto.
Tus pulsos cabalgando en la tormenta nocturna,
los pies de bronce
de tu montaña que resopla eternidad
galopando
hasta en la espuma blanca como leche
de las oraciones de los niños.
Los circulares meridianos de tus huellas
en la sal del pecado,
tus verdes raíces de bendición adormecidas
en el martirizado cielo del desierto,
la abierta herida de Dios
en el plumaje del aire –
¡TARDÍO PRIMOGÉNITO!
Con la pala llegado al hogar
a lo no excavado,
no carpinteado,
sólo en la línea,
que corre de nuevo
a través de la sinagoga del anhelo
de muerte a nacimiento.
Tu arena de nuevo,
máscara de oro de tu desierto,
ante un cielo combado hacia abajo
por las luchas de los ángeles,
ante los frutos ardientes
de tu noche que habla a Dios.
Tardío primogénito,
rosa de sal,
con el sueño de los nacimientos
como un oscuro pámpano
colgando de tu sien...
TODAVÍA MEDIANOCHE en esta estrella
y los ejércitos del sueño.
Sólo algunos de los grandes desesperados
han amado tanto
que saltó el granito de la noche
ante la cornamenta que corta en blanco de su rayo.
Así Elías; como un bosque con raíces arrancadas
se levantó bajo el enebro,
pulió, sangría de un pueblo,
sangrientas piezas de anhelo detrás,
siempre pegado a su gravedad el dedo de ángel
como un rayo de luna que sorbe cansancio,
abismos llevando hacia casa –
¡Y Cristo! En la cruz del fervor
sólo inclinada cabeza –
colgando la mandíbula,
con la roca:
Basta.
AQUÍ OS HAGO PRISIONERAS
palabras
como vosotras deletreándome hasta la sangre
me hacéis prisionera
vosotras sois los latidos de mi corazón
contáis mi tiempo
ese vacío designado con un nombre
Déjame ver al pájaro
que canta
si no creo que el amor iguala a la muerte –
DELANTE DE MI VENTANA
el pájaro que chirría
ante la ventana seca
el pájaro que chirría
Tú lo ves
lo oyes
pero distinto
yo lo veo
lo oigo
pero distinto
en el mismo sistema solar
pero distinto
EL PANTANO DE LA ENFERMEDAD
tira hacia abajo
Fuegos fatuos dicen no al día
La noche bosteza de misericordia
Morir juega bien ramificado –
Cada rincón con el mal caduco recibe
con brazos oscuros
Negro es el color preferido del suplicante:
Ven y regálame sueños –