Para el tiempo que vendrá
burilamos nuestra huella,
para que sobre ella pise
y la borre,
para el tiempo que vendrá
y nos conocerá por un libro de estampas
en las que buscará a los audaces,
a los libertos, a los abnegados,
y en las hileras de iguales acomodados
reparará apenas en un estilo, en un peinado,
un motivo de risa repetida
a costa de quienes sus afanes empeñaron
en vanos prestigios fugaces;
para el tiempo que vendrá
a descubrir ruinas nuevas que revelarán
nuestros equívocos sobre el pasado,
y habrá hecho de nuestra lengua
una jerigonza deliciosa en la que hablar
de cosas prodigiosas que nunca hubiéramos soñado,
para el tiempo que vendrá y querrá saber
cómo nos amamos, el motivo de nuestro sufrimiento
y en qué nos distinguimos del triste rebaño,
para el tiempo que vendrá a culparnos
mientras nos imita, para ese tiempo también nuestro.